¿Sabías que hay el término quitanieves de utiliza para etiquetar a un determinado tipo de padres y padres? Ya te hablamos en su día de los padres helicóptero, otra etiqueta de los expertos para agrupar a los progenitores en función de su manera de entender y desarrollar la crianza de sus hijos e hijas. En este caso, nos detenemos en los padres quitanieves, también conocidos como cortacésped.
Si piensas en el funcionamiento y utilidad de una máquina quitanieves puedes hacerte una idea de cómo son este tipo de padres. La máquina en cuestión, a grandes rasgos, despeja el camino cuando nieva para que los coches puedan circular. Pues eso hacen los padres quitanieves con sus hijos e hijas. Pero, claro, a diferencia de las máquinas, necesarias a todas luces para que podamos utilizar la carretera nevada, los padres quitanieves no siempre ayudan a sus peques.
Y no lo hacen, según los expertos, porque sus hábitos y su actitud durante la crianza es de sobreprotección. No quieren que sus hijos se enfrenten al fracaso, no quieren que se expongan a ningún riesgo y no quieren verles frustrados.
Padres quitanieves y la sobreprotección
La sobreprotección es la característica común de los padres quitanieves. Esta la aplican en todos los aspectos de la vida durante la etapa infantil, que debería ser de acompañamiento pero no tanto de interferencia.
Estos padres y madres limitan la autonomía de sus hijos e hijas, les allanan el camino en exceso, no permiten que sientan frustración ni siquiera aburrimiento, interfieren en sus relaciones sociales, tanto con quienes se relacionan como en conflictos puntuales, y suelen medir mucho a sus hijos e hijas por los éxitos que logren.

Ana Preysler, psicóloga colegiada y especialista en clínica infanto-juvenil, afirma que “sin quitarle la razón a los padres de la existencia real de los peligros potenciales que acechan a los niños, la sobreprotección nunca es una buena solución”.
La especialista de Equidae profundiza en su idea. “Evidentemente ningún padre o madre quiere que le pase nada malo a sus hijos y la forma más efectiva de que no les ocurra es evitar que se enfrenten a nada, en la urna de cristal van a estar súper protegidos y es cierto, ahí es imposible que ni se cojan un mísero constipado”, expone antes de preguntarse “hasta cuándo les vamos a tener ahí metidos”.
Preysler recalca que su intención no es agobiar a mamás y papás que tiendan a ser padres quitanieves, muy sobreprotectores, pero sí considera importancia “despertar la conciencia y animaros a ir hacia un patrón educativo más sano y equilibrado, ni negligentes-hiperpermisivos ni sobreprotectores”, apunta.
En su opinión, el equilibrio ideal es ser padres protectores en su justa medida. “Padres y madres que primero explican las consecuencias de los actos y alertan de peligros reales, después enseñan cómo cuidarse de ellos y, en tercer lugar, permiten explorar, permiten equivocarse y rectificar, permiten fomentar la autonomía, la búsqueda de recursos personales y les alientan a intentar las cosas; que, en definitiva, creen en ellos”, concluye.