Hay una etapa en la vida de los niños en la que empiezan a cuestionar a sus padres, es natural. Hay niños que retan a sus padres constantemente y otros que simplemente les contestan mal de vez en cuando. Lo que tenemos que conseguir en todos los casos es que aprendan a presentar su opinión con respeto, sin malas formas. Descubre cómo gestionar y reconducir las malas contestaciones en niños.
Entendiendo las malas contestaciones en los niños
Aunque es algo incómodo, si lo piensas es bueno que tu hijo reflexione y se forme su propia opinión. De hecho, todos queremos que nuestros hijos desarrollen el pensamiento crítico, no se dejen convencer por las malas influencias y aprendan a tener una opinión fundamentada, ¿verdad? Pues para que lo logren, antes tienen que pasar por cuestionarse todo y desafiar lo que les dicen, y eso comienza en casa.
¿Por qué los niños cuestionan a sus padres?
Desde los 3 años, ya puede "volverse respondón". A partir de los 6 años de edad el pensamiento infantil se vuelve más crítico y lógico, por lo que tu hijo no aceptará las normas con la misma docilidad. A partir de los 9 o 10 años también será capaz de enumerar tus errores cuando señales los suyos, por lo que es probable que pierdas gran parte del poder que tenías para dictar sus comportamientos.
Durante este tiempo, los niños intentan entender el mundo que les rodea y, para ello, es natural que desafíen las instrucciones y límites impuestos. El cuestionamiento es una herramienta que utilizan para explorar su entorno y establecer su identidad. Este comportamiento no debe interpretarse como un acto de rebeldía sin sentido, sino como un paso hacia la independencia y el desarrollo del pensamiento crítico.
Sin embargo, es importante diferenciar entre el cuestionamiento saludable y las contestaciones irrespetuosas. El desafío es guiar a los niños para que aprendan a expresar sus opiniones de manera adecuada, sin faltar al respeto ni a los padres ni a nadie.
El desarrollo del pensamiento crítico y sus manifestaciones
El pensamiento crítico es una habilidad esencial que los niños comienzan a desarrollar a medida que crecen. A partir de los 6 años, los niños empiezan a razonar de manera más lógica y crítica, lo que puede llevar a que cuestionen las decisiones y normas de sus padres (y otras figuras de autoridad como profes). ¡Esto no es malo! En esta etapa comienzan a formarse opiniones propias y evaluar la información de manera independiente. Las manifestaciones del pensamiento crítico pueden incluir preguntas constantes, desacuerdos sobre las reglas establecidas y, a veces, contestaciones que pueden parecer desafiantes.
Esto es agotador, pero normal. Estas conductas reflejan el crecimiento intelectual del niño. Los padres deben fomentar este desarrollo proporcionando un entorno en el que el niño se sienta seguro para expresar sus pensamientos y emociones. Además, conviene que las reglas y decisiones están justificadas (y no sea solo "porque sí"). Esto ayuda a los niños a respetar las opiniones de los demás, incluso cuando no estén de acuerdo con ellas.

Cómo actuar ante las malas contestaciones de los niños
¿Qué hacer para reconducir las malas contestaciones? Prueba con estos consejos.
Gestión de la etapa "respondona" sin perder la calma
Cuando los niños empiezan a dar malas contestaciones, muchos padres se desesperan. Así se instaura una dinámica conflictiva que normalmente termina degenerando y no produce ningún bien. Por tanto, es fundamental que mantengas la calma y no caigas en ese tipo de confrontaciones.
La clave está en responder con tranquilidad y firmeza, mostrando al niño que el respeto es esencial en cualquier interacción, sea con quien sea. Una técnica útil es practicar la pausa antes de responder. Tomarse un momento para respirar y pensar en la respuesta adecuada puede ayudar a evitar una confrontación innecesaria. Además, establecer un tono calmado y sereno puede influir positivamente en el comportamiento del niño, mostrando con el ejemplo que la comunicación respetuosa es siempre la mejor opción. La consistencia en la respuesta también es importante. Los padres deben asegurarse de que sus reacciones sean coherentes con las normas y valores familiares, lo que ayudará al niño a entender que las malas contestaciones no son aceptables y que siempre habrá consecuencias claras y justas para sus acciones.
La importancia de no tomar las respuestas como algo personal
Si crees que tu hijo te responde simplemente porque desea llevarte la contraria, es más probable que te enfades. Debes comprender que cuando los niños van desarrollando su personalidad, necesitan alimentar sus propios criterios y ponerlos a prueba, por lo que en algunos momentos cuestionarán tus palabras. Es una manera para autoafirmarse, y ser consciente de ello te permitirá abordar esta situación con más paciencia.
Las malas contestaciones suelen ser una manifestación de las emociones del niño, como la frustración o el deseo de independencia, y no un ataque personal. Mantener esta perspectiva puede ayudar a los padres a abordar la situación con más empatía y menos reactividad emocional. Preguntarse qué puede estar causando esa reacción puede ser más útil que simplemente castigar el comportamiento. Además, estar abierto a la conversación hace que exista una relación más abierta y honesta con los niños. Esto fomenta un ambiente de confianza.
Descubriendo las causas detrás de las malas contestaciones
Cada mala contestación suele tener una causa detrás. Puede ser tan simple como que el niño esté cansado, tenga hambre o estrés. Preguntar al niño sobre sus sentimientos y observar su comportamiento puede darnos pistas de por qué puede ser la mala contestación. Esto no solo ayuda a resolver el problema inmediato, sino que también enseña al niño a ser consciente de sus propios sentimientos y a expresarlos de manera más adecuada. Además, al descubrir las causas de las malas contestaciones se pueden trabajar en soluciones que aborden el problema desde la raíz. Esto puede incluir establecer rutinas más consistentes, pasar más tiempo de calidad juntos o enseñar al niño técnicas de gestión emocional. ¡Todo es bueno para su desarrollo!
No dar demasiada importancia a las conductas inadecuadas
En muchos casos, las malas contestaciones son una fase pasajera en el desarrollo del niño. Darles demasiada importancia puede reforzar el comportamiento negativo, ya que el niño puede percibir que al responder de esa manera obtiene atención de los padres (al final con la atención se refuerza la conducta). Por lo tanto, es recomendable no reaccionar de manera exagerada ante estas conductas. Ignorar las malas contestaciones ocasionales puede ser una estrategia efectiva para desalentarlas. Sin embargo, esto no significa que los padres deban tolerar la falta de respeto. Es importante encontrar un equilibrio entre no prestar demasiada atención a las conductas inadecuadas y establecer límites claros sobre lo que es aceptable. Además, al no dar demasiada importancia a las malas contestaciones, los padres pueden centrarse en reforzar el comportamiento positivo.

Técnicas para fomentar una comunicación respetuosa
Entonces, ¿cómo fomentamos la comunicación respetuosa?
Ofrecer alternativas de comportamiento para una mejor expresión
Cuando un niño responde de manera inadecuada, es importante ofrecerle alternativas de comportamiento que le permitan expresar sus emociones de manera más adecuada. Enseñarles frases que sean respetuosas puede ayudarles a expresar sus sentimientos sin recurrir a malas contestaciones. Por ejemplo, si un niño está molesto, los padres pueden sugerirle que diga: "Estoy enfadado porque..." en lugar de responder con gritos o insultos.
Al demostrar cómo expresar emociones de manera respetuosa, los niños aprenden a replicar estas conductas en sus propias interacciones. De hecho, nuestro ejemplo en la respuesta es lo más importante.
Predicar con el ejemplo: comunicación respetuosa
Y en la línea de lo anterior, sabemos que los niños aprenden observando a los adultos de su entorno. Si los padres desean que sus hijos se comuniquen de manera respetuosa, deben ser un modelo de ese comportamiento. Esto significa tratar a los demás con respeto, incluso en momentos de conflicto o desacuerdo, y mostrar cómo manejar las emociones de manera constructiva.
La comunicación respetuosa implica: escuchar activamente, hablar con calma y evitar el uso de un lenguaje agresivo. Un entorno donde se valora y practica la comunicación respetuosa es el mejor ejemplo de comportamiento para los niños.
Criticar el comportamiento, no a la persona
Cuando se trata de corregir las malas contestaciones, es importante centrarse en el comportamiento específico en lugar de etiquetar al niño. Criticar al niño como persona puede afectar negativamente su autoestima y llevar a una rebeldía mayor. En cambio, señalar el comportamiento inapropiado ayuda al niño a entender qué acciones son inaceptables. Por ejemplo, en lugar de decir "eres muy desagradable", es más constructivo decir "esa respuesta fue desagradable".
Esto separa la acción del niño de su identidad, permitiéndole ver que puede cambiar su comportamiento sin que esto le afecte como persona. Los padres pueden discutir con sus hijos por qué ciertas acciones son inapropiadas y trabajar juntos en estrategias para evitar que se repitan. Centrarse en el comportamiento, vaya.
Expresar cariño incluso al disciplinar
Al disciplinar, los padres deben asegurarse de que el niño entienda que la corrección es una parte del cuidado y no una retirada del amor o la aceptación. Expresar cariño durante el proceso disciplinario puede incluir afirmaciones de amor, como "te quiero mucho, pero no puedo permitir este comportamiento". Este enfoque ayuda al niño a sentirse seguro y apoyado, incluso mientras aprenden sobre las consecuencias de sus acciones. Además, al combinar la disciplina con el cariño, los padres pueden fortalecer el vínculo emocional con sus hijos. Esto crea un ambiente donde los niños se sienten seguros para aprender de sus errores.

Desarrollando habilidades emocionales en los niños
La gestión emocional es una habilidad que los niños deben aprender para manejar sus sentimientos de manera saludable y que evita las malas contestaciones.
Enseñar a los niños a gestionar sus emociones
Podemos enseñar a los peques técnicas de autocontrol (como respirar profundamente o contar hasta diez antes de responder) para ayudarles a calmarse en momentos de frustración. Ayudar a los niños a poner nombre a sus sentimientos les permite entender mejor sus reacciones y encontrar maneras apropiadas de expresarlas. Esta habilidad es esencial para el bienestar emocional y social del niño a lo largo de su vida.
Fomentar la reflexión sobre las propias palabras y acciones
Un paso importante para mejorar la comunicación y reducir las malas contestaciones es enseñar a los niños a reflexionar sobre sus palabras y acciones. Esto implica ayudarles a considerar cómo sus respuestas pueden afectar a los demás y qué consecuencias pueden tener sus acciones. Los padres pueden fomentar esta reflexión pidiendo al niño que se ponga en el lugar de la otra persona y piense en cómo se sentiría si alguien le hablara de la misma manera.
Cuándo buscar ayuda profesional
Aunque las malas contestaciones son una etapa normal del desarrollo infantil, en algunos casos pueden indicar la necesidad de intervención profesional.
Identificar patrones persistentes y necesidades de intervención
Si el comportamiento persiste a pesar de los esfuerzos de los padres por corregirlo, o si afecta significativamente la dinámica familiar, puede ser útil buscar la orientación de un profesional. Los psicólogos infantiles o los terapeutas familiares pueden ofrecer estrategias personalizadas para abordar el comportamiento desafiante y trabajar con la familia para mejorar la comunicación y la relación. Estos profesionales pueden ayudar a identificar problemas que puedan estar contribuyendo a las malas contestaciones, como problemas emocionales o de comportamiento más profundos. Es importante que los padres no vean la búsqueda de ayuda profesional como un fracaso, sino como un recurso valioso para apoyar el desarrollo saludable de su hijo (y para toda la familia).