Así condicionan las etiquetas el comportamiento del niño

Las etiquetas pueden tener un impacto significativo en la conducta de nuestros hijos y en su desarrollo. ¿Quieres saber más sobre ello? Te lo contamos en el siguiente artículo.
Cómo educar a tu hijo sin etiquetas

Casi sin darnos cuenta ponemos a nuestro hijo una etiqueta que repetimos como una coletilla ante conocidos y ajenos: “¿Cómo está tu niño?”, nos preguntan. “Ya sabes, es un trasto”, contestamos. La etiqueta impulsa a los padres a interpretar las acciones de niño en función de ella. Por ejemplo, como nuestro hijo es un trasto, cuando rompe la servilleta en mil trocitos, su madre se enfada. Sin embargo, su tía, que siempre lo ha considerado muy inteligente, exclama: “Míralo, qué precisión, siempre está investigándolo todo”. ¿Cómo influye esto en su educación?

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Cómo funcionan las etiquetas negativas

Normalmente pensamos que al llamar “malo” al niño le estamos dando un ejemplo de lo que debe ser. No es así. En realidad, le estamos diciendo lo que vemos de él, lo que ya es. Al definirlo no le transmitimos que puede o debe cambiar, sino que él es así. Es la imagen que le mostramos: eres egoísta, no se puede confiar en ti, no piensas en los demás.

La mirada del otro nos estructura. ¿Cómo de competentes somos capaces de mostrarnos ante un jefe con el que empezamos con mal pie y parte de la idea de que somos estúpidos? ¿No nos volvemos más torpes, más lentos e incluso nosotros mismos nos vemos más estúpidos? Cuanto más pequeños, más nos estructura la mirada del otro. Sobre todo si proviene de esas personas cuyos juicios no nos vamos a cuestionar jamás, al menos durante la infancia: los padres.

Las etiquetas son eso, un juicio de valor que coarta la personalidad al focalizarla en una sola (y aparentemente definitiva) característica. La etiqueta no permite el movimiento. Bien… si no debemos llamarlo “malo”, ¿por qué no destacar sus virtudes, por qué no llamarlo bueno?

Cómo funcionan las etiquetas “positivas”

niño feliz verano - Marko Pekic

“Es muy responsable”, dice la madre de Alberto continuamente. ¿Cómo puede esta palabra influir negativamente en la configuración de su personalidad? Pues sí, puede. Ser “responsable” supone una presión enorme en la vida de un niño. “Voy a estudiar mucho, si me pegan no lo voy a devolver, voy a hacer caso a mis padres…” serán pensamientos de Alberto conforme crezca, preso de la etiqueta.

¿Acaso no es bueno esto, que se esfuerce por ser mejor?, nos podemos preguntar. No. Lo que vive un niño con una etiqueta “buena” es que para conseguir el amor de los que le rodean ha de ser siempre así. Un niño puede renunciar a otras parcelas de sí mismo para conseguir aprobación y su autoestima se va a sostener en función de los juicios que recibe de fuera.

Es cierto que alentar a un niño a esforzarse y ser responsable es importante para su desarrollo. Sin embargo, es fundamental equilibrar las etiquetas con la aceptación de sus diferentes facetas. Los niños deben sentirse amados y valorados por lo que son en su totalidad, no solo por cumplir con una etiqueta específica.

Etiquetas con doble sentido

Descripción de la imagen - Getty Images

¿Y cómo funcionan esas etiquetas en las que una palabra de supuestas connotaciones negativas es dicha con orgullo? Por ejemplo, “granuja, trasto, cotilla”. Son los peores porque llevan un mensaje contradictorio: algo clasificado como negativo es valorado por los padres. “Mira qué granuja, siempre se queda con la pelota”, decimos ante nuestros hijos que no permite que los demás jueguen en el parque. “Esta no deja que nadie le tosa”, dice la madre de Julia, considerándolo un halago. Pero no nos damos cuenta del daño que hacemos a nuestros hijos al transmitirle dichos “valores”. Por un lado, porque… ¿hasta cuando es divertido ser granuja? ¿Hasta los 10, los 15, los 35? ¿Cuándo dejará de hacernos gracia que nadie le tosa, cuando nos levante intransigente la voz?

¿Qué es la profecía autocumplida?

La profecía autocumplida, también conocida como efecto Pigmalión o profecía autorrealizada, es un concepto psicológico que se refiere a una creencia o expectativa que influye en el comportamiento de una persona de tal manera que la expectativa inicial se convierte en realidad, aunque originalmente no lo era.

Las etiquetas pueden convertirse en profecías autocumplidas, lo que significa que cuando un niño es etiquetado de cierta manera, puede comenzar a comportarse de acuerdo con esa etiqueta. Por ejemplo, si un niño es etiquetado como "maleducado", podría comenzar a actuar de manera disruptiva debido a que se espera que lo haga.

¿Qué pasa con el autoconcepto de un niño etiquetado?

Las etiquetas también pueden afectar la percepción que un niño tiene de sí mismo. Si constantemente se le etiqueta de manera negativa, puede desarrollar una baja autoestima y una percepción negativa de sus capacidades.

La etiquetas pueden afectar a la actitud de los adultos

Las etiquetas no solo afectan al niño directamente, sino que también pueden influir en la forma en que los adultos interactúan con él. Por ejemplo, si a nuestro hijo le ponemos la etiqueta de "problemático", en algunos momentos podemos ser menos pacientes o comprensivos con él, lo que puede empeorar su comportamiento.

Palabras que funcionan

Lo cierto es que a un hijo hay que verlo con todas sus capacidades, dificultades, luces y sombras, y aceptarlo tal cual es. Y para eso, claro, no sirve la etiqueta, que es como una sentencia. La forma de utilizar el lenguaje es haciendo referencia exclusivamente a las conductas, no a la persona, y escuchando y poniendo palabras a la emoción que hay detrás, especialmente a esa edad.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar