Mi hijo es un borde: aplica las 3 F´s para ayudar a un niño antipático

Puede haber múltiples razones detrás de un niño antipático. Lo cierto es que sus actitudes generan un ambiente desagradable. ¿Cómo hacer para abordar esta situación?
niño rabieta

Contestan mal, con monosílabos, están de morros… Cuando son más pequeños suelen llorar por todo, les parece mal lo que se les propone, a priori sueltan una negativa… A veces en casa, a veces sólo con extraños, a veces en el colegio. Muchas veces nuestros hijos son antipáticos, desagradables, bordes… ¿existe una razón por la que se comportan así? ¿cómo abordarlo?

Portrait of adorable little boy sitting on the windowsill and crying. Upset child covering his face at home. Barefoot kid hiding behind palms of his hands. Close up, copy space, background. - Getty Images/iStockphoto

¿Por qué mi hijo es así?

Un niño antipático muestra una actitud desagradable y poco amigable con los demás. Suele tener comportamientos como ignorar o rechazar a los demás, mostrar faltas de respeto, ser agresivo verbal o físicamente y tener una actitud negativa. Pero, ¿por qué un niño puede llegar a ser antipático? Existen varias razones por las cuales nuestro peque puede ser muchas veces un niño “borde”.

  • Falta de habilidades sociales: durante la niñez, los menores están aprendiendo a relacionarse con los demás. Algunos pueden tener dificultades en comprender las normas sociales y pueden comportarse de manera inapropiada sin darse cuenta.
  • Baja autoestima: un niño que tiene una autoestima baja puede manifestar actitudes a la defensiva para protegerse. Pueden sentirse inseguros, desconfiados, temerosos, por lo que muchas veces pueden llegar a ser antipáticos con los demás.
  • Influencias externas: el entorno familiar y las experiencias vividas pueden influir en la actitud y el comportamiento de un niño. Si un niño ha experimentado situaciones difíciles es posible que desarrolle una actitud no adecuada como mecanismo de defensa.
  • Dificultades a nivel emocional: algunos niños pueden tener problemas emocionales no resueltos, lo que puede manifestarse en su conducta.
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  • Falta de empatía: la empatía es la capacidad de entender y compartir los sentimientos de los demás. Algunos niños pueden tener dificultades para ponerse en el lugar de los demás, lo que puede llevar a que parezcan antipáticos o insensibles.

Comprender y analizar la situación

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No se trata de tolerar el aislamiento y las malas contestaciones, si no de entender por qué se está comportando así y qué lo está fomentando. Para ello, se recomienda a los padres valorar si los niños están copiando algún modelo que en casa y observar si hay modeladores externos que estén influyendo en ese comportamiento: ¿Está consiguiendo algo positivo (nuestra atención, algún tipo de chantaje, ceder ante castigos…)?

Aplicar las 3 Fs

Como siempre, hay que tener en cuenta la individualidad de cada niño. No obstante, existe un método que puede aplicarse generalmente a todos los casos para que los padres puedan fomentar un mejor ambiente en sus hijos y ayudarlos a disminuir estas actitudes:

  • Facilitar la comunicación. Establece un ambiente familiar donde haya espacio para la comunicación abierta y respetuosa. Habla también sobre su comportamiento y cómo afecta a los demás. Es importante variar de temas, no hablar solo de una cosa y no sacar temas si está haciendo tareas o jugando. Cuantos menos estímulos externos haya (móvil, tv...) mejor.
  • Fomentar el refuerzo positivo. Asegúrate de que tu hijo se sienta escuchado y comprendido. Préstale toda tu atención, dile cosas como “me encantaría saber”, “me parece muy interesante”, “qué buena idea”, “me gusta mucho cuando hablamos”...
  • Formarles. Los niños aprenden mucho al observar el comportamiento de sus padres. Asegúrate de ser un ejemplo de amabilidad, respeto y empatía en tus interacciones diarias. Si tu hijo ve cómo te relacionas de manera positiva con los demás, es probable que imite ese comportamiento. Los padres tienen que ser su modelo de referencia pero aceptando siempre la forma de ser de su hijo.

Recuerda que cada niño es único y lo que funciona con uno puede no funcionar con otro. Podemos emplear todas estas recomendaciones y tener paciencia y comprensión mientras abordamos esta situación. A pesar de todo ello, si ves que el comportamiento de tu peque no cambia y causa dificultades significativas en su vida diaria, considera buscar la ayuda de un profesional de la salud mental. 

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