Mi hijo me reta constantemente, ¿qué puedo hacer?

¿Cuál es la verdadera razón por la que los niños retan a sus padres? A continuación, te contamos esto y cómo superar este desafío común en la crianza.
niño enfadado

Es relativamente frecuente que los niños pequeños desafíen o desobedezcan a sus padres en ciertas etapas de su desarrollo. En muchos casos, también lo hacen los adolescentes, por lo que esta conducta, con los padres, se puede prolongar a lo largo de toda la minoría de edad si no se trabaja con ellos de la manera adecuada. Y ni siquiera así se puede tener la certeza de que no ocurrirá, si bien es cierto que es mucho más probable que consigamos al menos limitar este tipo de reacciones. Y lo más importante de todo, de hacerlo de la manera correcta, les estaremos ayudando a ellos.

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¿Por qué los niños desafían a los padres?

Durante el crecimiento, los niños suelen experimentar cambios a nivel emocional, social y cognitivo que, muchas veces, pueden llevarlos a desafiar a los adultos. A medida que los niños crecen, buscan establecer su identidad y su independencia. Retar a los padres puede ser una forma de expresar su deseo de tener mayor control sobre sus decisiones y comportamientos. Además, los niños pueden poner a prueba los límites establecidos por sus padres para comprender hasta dónde pueden llegar y qué consecuencias hay. Es parte de su proceso de aprendizaje y exploración del mundo que les rodea.

En la adolescencia, el motivo del desafío varía un poco, aunque tampoco demasiado. Las tensiones entre los adolescentes y sus padres pueden intensificarse debido a varios factores relacionados con el desarrollo y el entorno social. Además de los cambios hormonales y emocionales, durante esta etapa, los adolescentes están en un proceso de desarrollo de su identidad, buscan establecer autonomía, se cuestionan las reglas y límites, y exploran su propio sentido de control y toma de decisiones

Asimismo, los adolescentes valoran cada vez más la opinión y la aceptación de sus pares: esto puede llevar a un comportamiento desafiante en un intento de establecer su propia identidad social. 

Entonces, ¿es normal?

 

Es importante recordar que los retos son parte del desarrollo natural del niño, por lo que un desafío o un comportamiento de oposición en ciertas ocasiones por parte de un niño no necesariamente indica un problema grave. Sin embargo, si el desafío es realmente constante, extremadamente disruptivo o va más allá de los límites normales, deberíamos solicitar ayuda profesional.

Cómo gestionar la situación

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Los desafíos no pueden cortarse por lo sano, tirando de jerarquía o imposición. Este no es el camino recomendado por los expertos en psicología y educación. O que se aconseja es aprender a resolverlos de forma adaptativa, ya que las conductas de los padres condicionan mucho las conductas de los hijos.

Estas son algunas de las claves más recomendadas para tener una gestión adecuada cuando nuestros hijos nos reten:

  • Cuida la forma en que te diriges a él o ella: es necesario cuidar la forma en la que nos comunicamos y también ser claros y concisos, dando las órdenes o explicaciones de una en una. Y, sobre todo, algo importante, debemos comprobar que el niño o niña nos está escuchando y atendiendo.
  • En positivo: podemos explicarle qué puede ganar si obedece en lugar de qué perderá. El objetivo es reducir las posibilidades de que presente el niño una actitud desafiante. Debemos prestar atención en cómo nos expresamos: no es lo mismo decirle que si recoge su cuarto tendrá más tiempo para ver la tele a amenazarle con no dejarle ver la tele si no recoge su cuarto.
  • Facilitarle la tarea: ayudarle en aquello que le cuesta es fundamental para que pueda cambiar ese hábito o conducta inadecuado. Así facilitaremos que nos obedezca y tendremos la oportunidad de reforzar su conducta para fomentarla y que haya más probabilidades de que se repita en un futuro.
  • Lenguaje no verbal: debemos cuidarlo tanto como el lenguaje verbal para evitar que fomente desconfianza o cualquier otra sensación negativa en el pequeño. Es fundamental que mantengamos la calma, hablemos de forma tranquila y pausada. Siendo firmes pero, a la vez, cariñosos y afectivos.
  • No a las discusiones interminables: una vez explicada la razón de la orden o recomendación, no se puede discutir de manera prolongada con los niños en caso de que replique. Respuestas sencillas y claras y solo en una ocasión siempre y cuando haya entendido las razones el niño.
  • Refuerza su conductas positivas: es muy importante reconocer aquello que sí hace bien y no solo enfocarnos en sus conductas no adecuadas. 

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