El Bachillerato es el comienzo de la etapa educativa post-obligatoria. La perspectiva de la orientación académico-profesional contempla un panorama en el que gran parte de las profesiones están por aparecer: consumer manager, científicos de datos, broker de las redes sociales…
Además, otros aspectos del desarrollo personal y profesional están cambiando: duración y requerimientos de los empleos, competencias de la persona del siglo XXI, movilidad… Intuimos que esté presente demanda educar inmersos en pleno proceso de transformación.
Y para ese escenario futuro (aunque aspectos como el proceso de acceso a estudios superiores o el núcleo de asignaturas centrales no hayan variado mucho en los últimos años) tenemos el reto de hacer una propuesta relevante que vaya más allá de la mera preparación para la superación de la prueba de acceso e incluya aspectos globales/integrales de la persona.
Tres pilares fundamentales en los alumnos de bachillerato
Son necesarios tres pilares en el acompañamiento a los alumnos de esta etapa. Primero, el conocimiento de uno mismo (sus intereses, habilidades, marca personal); segundo, el conocimiento de la oferta de estudios y del escenario de presente/futuro; y tercero, la ayuda en los momentos puntuales (o longitudinales) de toma de decisiones.
Conceptos como ilusión, talento, capacidad de trabajo, iniciativa, autonomía, creatividad, capacidad de aprender, destrezas básicas del currículo (capacidad de comunicación, de pensamiento…), gestión de las emociones, etc. parecen valiosos y prometedores en este escenario.

Quizá en breve sea posible un Bachillerato donde los alumnos gestionen parte de sus asignaturas de manera remota o en coordinación con planes de otros países, que puedan presentar iniciativas empresariales como parte de su formación (y calificación), o que puedan realizar un desempeño profesional real dentro de sus asignaturas.
En suma, al Bachillerato de nuestro sistema educativo le toca ajustarse con cierto esfuerzo e inventiva al campo gravitacional de los tiempos que corren. En definitiva, acompañar a los alumnos de bachillerato de manera efectiva requiere un enfoque integral que abarque diversos aspectos de su desarrollo académico, emocional y personal.