Por qué no hay que llamar superdotados a los niños con altas capacidades

Etiquetar a los niños con el adjetivo "superdotados"  puede perjudicarles y afectarles negativamente, según los expertos
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Aunque en muchas ocasiones se utilizan los conceptos de “superdotados” y “altas capacidades” como si tuvieran el mismo significado, lo cierto es que ambos términos no son sinónimos. Además, utilizar la definición de superdotados puede ser perjudicial para los niños.

Desde la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST) aclaran, en primer lugar, lo que significan ambas definiciones.

“Los niños/as de altas capacidades son aquellos que tienen una capacidad de aprendizaje muy superior y una forma de aprender radicalmente distinta, que los diferencia del resto de niños de su edad”, afirman desde la AEST.

Las altas capacidades, según apuntan estos mismos expertos, engloban tres conceptos diferentes: superdotados, talento y precocidad intelectual. Por tanto, utilizar el adjetivo superdotado sería muy reduccionista pues se refiere sólo a un porcentaje en concreto de ese amplio grupo de niños, adolescentes o adultos con altas capacidades.

Niña trabajando en un proyecto electrónico - Getty Images

El error tiene su origen porque durante muchos años se ha medido la inteligencia atendiendo exclusivamente al coeficiente intelectual (CI). De hecho, la Organización Mundial de la Salud define a las personas superdotadas como “aquellas con un cociente intelectual igual o superior a 130 o cuando se alcanzan percentiles superiores al 75 en distintas áreas de la inteligencia”.

Pero de un tiempo a esta parte y basándose en investigaciones que demuestran que la inteligencia humana es demasiado compleja para reducirla a un simple número, los expertos abordan la capacidad de aprendizaje superior desde un punto de vista más amplio y que va más allá del CI.

Como explican desde al AEST: “Hoy en día los especialistas en el diagnóstico de la Alta Capacidad no tienen en cuenta únicamente el dato de CI, ya que no creen que exista un punto de corte igual para todos. Por eso, valoran esta medida (el CI) como un indicador más, dando lugar a una evaluación multi-dimensional (no sólo psicométrica), que tiene en cuenta otros indicadores cuantitativos y cualitativos como son la creatividad, el estilo de aprendizaje, el desarrollo evolutivo, y otras características propias de la alta capacidad”.

Las razones que justifican por qué es mejor utilizar el término altas capacidades que superdotados

Por todas las consideraciones expuestas, en el ámbito académico se utiliza habitualmente el concepto “altas capacidades" o “altas capacidades intelectuales” o “alto potencial de aprendizaje”. De esta forma, se hace referencia al conjunto amplio de habilidades y talentos excepcionales de la persona en áreas específicas.

Las altas capacidades, recuerdan desde la AEST, engloban tanto a los superdotados, como a los talentosos, como a los niños con precocidad intelectual, por lo que es más apropiado utilizar esta definición más general.

No hay que olvidar la importancia de atender y estimular a un niños con altas capacidades, según los expertos - Getty Images

Pero además, etiquetar a los niños con el término superdotados puede perjudicarles enormemente según los expertos por las siguientes razones:

1. Dejamos de enfocarnos en la diversidad de habilidades para centrarnos únicamente en un CI. Cada vez está más asumido que la inteligencia y las habilidades sobresalientes son diversas y abarcan diferentes áreas, como las habilidades sociales, emocionales, creativas o prácticas. Pero el término "superdotado" tienden a sugerir una visión limitada de la inteligencia, al centrarse únicamente en (CI) y las habilidades académicas.

2. Genera estigma y presión. El término "superdotado" a menudo ha llevado a estigmatizar a las personas que se identifican como tales. Puede generar expectativas excesivas y presiones, tanto para los estudiantes como para los padres, lo que puede afectar negativamente su bienestar emocional y su desarrollo general. Es por ello, que se prefiere optar por términos más inclusivos y con menos prejuicios asociados.

3. Olvidamos la importancia de estimular y atender al niño Desde la misma Asociación también alertan del error que supone dar por hecho que la alta capacidad va asociada con un alto rendimiento escolar:

“A menudo, se suelen confundir las altas capacidades con el “alto rendimiento académico”. Pensamos que se trata de niños precoces, responsables, que muestran un especial interés por seguir la clase. Esperamos un niño silencioso y aplicado, que todo lo sabe, escribe perfectamente y lee sin parar. Sin embargo, muchas veces la inteligencia implica justo lo contrario: inquietud (tanto física como mental), rebeldía y dificultad para aceptar las normas cuando no son razonadas. De hecho, puede confundirse con el controvertido TDA-H (‘Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad’)”, sostienen desde la AEST y apuntan que la principal diferencia entre un alumno brillante y uno de altas capacidades suele estar en la gran sensibilidad demostrada por éste último.

En definitiva, desde la AEST recalcan que lo que expresan las altas capacidades es un potencial para desarrollar: “Sin embargo, para que este potencial sobresalga convirtiéndose en un talento tangible es necesario que escuela y familia trabajen juntas, fortaleciendo el carácter y la personalidad del niño, y ofreciéndole los estímulos y retos necesarios”.

Y también hay que tener en cuenta, apuntan, que algunos niños dotados con aptitudes excepcionales pueden no mostrar niveles excepcionales de rendimiento debido a circunstancias ambientales, como pobreza, discriminación, barreras culturales, discapacidades, trastornos de aprendizaje, problemas de motivación, emocionales etc…

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