“No quiero ir a ese sitio porque no me gusta como huele”. Desde muy pequeña a Ainhoa le afecta el olor de los lugares a los que acude : un restaurante, una tienda de ropa, un supermercado, el cine… y a sus padres les llama mucho la atención ese tipo de comentarios. Además, algunas películas también le provocan un fuerte impacto emocional y un desasosiego que no sienten los amigos con los que las ha visto. Y cuando uno de estos amigos tiene un problema lo vive como propio y sufre por ello.
A Ainhoa le detectaron altas capacidades en 3º de Educación Primaria y, además, es una persona altamente sensible o PAS, que es como se denomina a las personas que poseen una sensibilidad fuera de lo común.
Existe una estrecha relación entre las altas capacidades y la hipersensibilidad. Según las investigaciones, el 90% de los niños superdotados tienen una sensibilidad muy alta. A esta conclusión ha llegado la investigadora estadounidense especializada en superdotación, Leta Hollingsworth, en un estudio que en España ha sido difundido por la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST).
Desde esta misma asociación remiten a otras investigaciones realizadas sobre el tema, como las elaboradas por el psicólogo y psiquiatra polaco Kazimierz Dabrowski que le ayudaron a determinar que “los niños superdotados tienen una capacidad de emocionarse profundamente y desarrollan fuertes vínculos con personas, lugares y cosas. Debido a su intensidad emocional, a menudo se les acusa de melodramáticos. Sin embargo, las emociones que sienten son reales y para ellos, un grano de arena es realmente una montaña”.
En la misma línea, la psicóloga francesa Jeanne Siaud-Facchin, que ha escrito varias obras sobre esta cuestión, afirma que “los niños con altas capacidades no son solo personas dotadas de una inteligencia aguda e hiperactiva, son también y sobre todo, personalidades con una sensibilidad extrema, con una realidad emocional hipertrofiada. Sorprendentmente hiperestésicos (todos sus sentidos están desarrollados) estos niños y adultos perciben lo que se les ha escapado a otros, entienden lo que no se ha comprendido, ven lo que los demás no verán jamás y oyen como nadie ha oído nunca…”

Esa permeabilidad con el entorno les produce reacciones y comportamientos (lágrimas repentinas, ira y comportamientos violentos, miedo exacerbado) que a los otros pueden parecerles desmesurados o extraños.
Ese mundo interior lleno de emociones en el que se desenvuelven los niños con altas capacidades, puede resultarles complicado de gestionar. Por ejemplo, la empatía que les hace ser capaces de ponerse en el lugar del otro y comprenderlo también les hace sufrir sus problemas como propios. El vivir como propias las injusticias que ven en el mundo les provoca sentimientos de tristeza y angustia.
Por todo ello, los expertos coinciden a la hora de señalar que es muy importante tener en cuenta el contexto afectivo de los niños con altas capacidades. Desde la AEDT señalan, por ejemplo, que en el colegio es importante que estos niños se sientan comprendidos por el profesor: “Estos niños necesitan el apoyo y valoración de sus maestros y profesores. Necesitan sentir su mirada de aprobación y contacto físico. Si entendemos que todos los alumnos tienen estas mismas necesidades, el sensible superdotado las tiene aún más desarrolladas. Por eso, todo es más fácil si los educadores consideran al alumno simpático y afectuoso”.
En esa línea el investigador Jeanne Siaud-Facchin apunta que “un superdotado depende siempre del contexto afectivo, no sabe ni puede funcionar sin tener en cuenta la dimensión y la carga emocional “.
Consejos prácticos para padres
Por otra parte, la socióloga, Ana María Hernández Fernández, afirma en el artículo “Las posibles dificultades de ser un PAS con altas capacidades” publicado en LinkedIn que la sobreexcitabilidad y la intensidad que suelen padecer los niños con alta sensibilidad debe ser canalizada para que resulte positiva: “Así, en la familia ha de ofrecerse un modelo correcto donde la sensibilidad no sea considerada como un defecto, sino como una cualidad a desarrollar”.
Hernández además comparte las siguientes recomendaciones que ha recopilado de varios psicólogos expertos en NAS (Niños Altamente Sensibles) que pueden ayudar a los padres para que sus hijos puedan gestionar de la mejor forma ese mundo interior lleno de emociones:
- Contactar con un psicólogo o especialista que les ayude a definir con precisión y de manera individual la mejor forma de ayudar al niño. Aunque Hernández matiza que no hay que entender la alta sensibilidad como una enfermedad, sino como un rasgo más de la personalidad.
- Dialogar con el niño sobre su manera de sentir aceptándolo tal y como es. Contar con momentos de calidad en compañía
- Favorecer el sueño y el descanso evitando agendas con muchas actividades y el exceso de las nuevas tecnologías.
- Ser pacientes y proteger pero sin llegar a la sobreprotección.
- Favorecer y acompañar las características positivas de su alta sensibilidad como la creatividad y la imaginación.
- Tener presente y entender las molestias que el niño puede sentir ante estímulos como el ruido o la intolerancia con ciertos tejidos que irriten la piel sensible.
- Considerar su necesidad de momentos de soledad, sin impulsar conductas antisociales.
TAMBIÉN LEE: