Familias bilingües: ¿cómo introducir los dos idiomas?

¿Eres de una nacionalidad y tu pareja de otra y habéis tenido un hijo? ¿Tenéis claro en qué idioma le vais a hablar? Usad los dos. Te contamos cómo una educación bilingüe ayuda a un mejor desarrollo intelectual y emocional en los niños.

Cuando en una familia, el padre tiene una lengua materna diferente de la de la madre se puede plantear la duda de qué idioma elegir para hablar con el pequeño. La respuesta a esta pregunta es los dos. Cada uno el suyo. Además, no hay por qué esperar a que el niño crezca para que cada progenitor use su lengua materna con su hijo. De hecho, lo ideal es que lo hagan desde el nacimiento, desde el nacimiento de su bebé.

Lejos de ser negativo, el aprendizaje de dos lenguas de forma simultánea ayudará al pequeño a mejorar su conciencia lingüística, su capacidad de concentración y su habilidad para socializar y resolver conflictos. Razones más que de sobra para que las parejas bilingües no tengan miedo de educar en el bilingüísmo.

Un bilingüísmo que muchas parejas de la misma nacionalidad buscan en la escuela. Según Candy Hernández Albarrán, psicóloga del departamento de orientación del grupo Brains International Schools, “una educación bilingüe puede aportar grandes beneficios a los niños, no solo a nivel educativo, sino también en su desarrollo intelectual y emocional".

Cinco beneficios de educar en el bilingüismo

Según Brains International Schools, aprender dos idiomas desde la infancia tiene en concreto cinco beneficios.

Uno de ellos es que los cerebros de los niños expuestos al bilingüísmo desde edades tempranas presentan una mayor densidad de materia gris en la superficie cortical y en el lóbulo parietal inferior. Es más, cuando se ejercita el cerebro de los niños a través del aprendizaje de idiomas desde la primera infancia se consigue mayor estimulación en la capacidad de regenerar las conexiones entre neuronas. De esta forma y según recientes estudios se evita el desarrollo de enfermedades degenerativas del cerebro.

Otra ventaja del bilingüísmo es que la educación en dos idiomas promueve la flexibilidad cognitiva y la focalización de la atención. “Un alumno expuesto a un contexto bilingüe realizará estas tareas no sólo en la interacción social, sino también ante los diferentes contextos del lenguaje. Por ejemplo, la lectura en diferentes soportes, el cine, televisión y ante diferentes estímulos, como por ejemplo, los profesores o los amigos. Y todo ello conlleva mejoras en el rendimiento desde el punto de vista del desarrollo cognitivo”, matizan desde Brains.

La educación bilingüe es también, según esta entidad, la responsable de una mejora de la comunicación de los niños que la tienen, quienes además estarán desde pequeñitos ejercitando su memoria, lo que a largo plazo supondrá una ventaja en su vida cotidiana, mejorando su capacidad de relacionarse con otras personas.

Además, cuando los niños desarrollan su conciencia lingüística también desarrollan su pensamiento crítico implementando la capacidad de pensar y actuar desde otro punto de vista.

Brains también subraya que la educación bilingüe mejora las habilidades creativas y matemáticas.

No forzar ni obligar

Pese a todas estas ventajas, nunca se debe forzar a los niños a hablar una u otra lengua. De hecho es posible que al principio muestren predilección por una o incluso se niegue a hablar en la otra. Si así fuera no hay que regañarles ni obligarlos a hablar la que no quieren. Es una cuestión de tiempo y llegará el momento en que se comuniquen en las dos. De hecho, aunque al principio las mezclen, pronto las distinguirán claramente así como en qué situaciones y con qué personas han de usar una y otra.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar