Los niños y niñas con altas capacidades suelen destacar por su pensamiento crítico, su curiosidad insaciable, su creatividad y su capacidad para aprender de forma autónoma. Entre otras muchas cuestiones, porque hay más características propias de esta neurodivergencia: desde el sentido de la justicia desarrollado de forma precoz a la hipersensibilidad pasando por la asincronía de su desarrollo. Sin embargo, contar con un alto potencial no garantiza, por sí solo, un desarrollo pleno de sus habilidades.
Así lo demuestran numerosas evidencias científicas, de ahí que los expertos insistan en tomar medidas (adaptaciones), a nivel educativo. No en vano, las altas capacidades están reconocidas como necesidad educativa especial, de ahí que las familias con niños con altas capacidades puedan acceder a una ayuda anual de 400 euros, por ejemplo.
Entonces, si el potencial no basta, ¿qué necesitan realmente estos niños y niñas con altas capacidades para florecer?, se preguntan muchas familias. La respuesta no está únicamente en su talento innato, sino en el entorno educativo y emocional que les rodea.

El entorno importa mucho más de lo que creemos
Una revisión científica publicada en Frontiers in Education arroja luz sobre esta cuestión. Aunque el estudio se centra en estudiantes universitarios, sus hallazgos sobre el desarrollo de habilidades genéricas —como el pensamiento crítico, la autorregulación, la creatividad o la colaboración— resultan muy valiosos para padres, madres y educadores que acompañan a niños y niñas con altas capacidades desde la infancia, a lo largo de su etapa en el colegio y posteriormente en el instituto.
Los resultados ofrecen pistas muy útiles para entender qué tipo de entornos ayudan (o dificultan) a que estas habilidades se desarrollen desde etapas tempranas, especialmente en niños y niñas con altas capacidades (alto potencial), tanto en casa como en el ámbito educativo.
Una de las principales conclusiones del estudio es que los factores contextuales —el tipo de enseñanza, la metodología, el clima del aula— tienen más peso que los factores individuales en el desarrollo de habilidades. Esto cobra especial relevancia para los niños y niñas con altas capacidades, quienes muchas veces se enfrentan a entornos poco estimulantes o demasiado homogéneos que no se adaptan a su ritmo ni a su forma de aprender.
La investigación señala que los métodos de aprendizaje activo, como el aprendizaje basado en proyectos, el trabajo cooperativo o las experiencias prácticas y reales, favorecen la adquisición de habilidades esenciales. En cambio, una enseñanza rígida, centrada solo en contenidos, con poco margen para la exploración o la participación activa, puede frenar su desarrollo.

Más allá del cociente intelectual: habilidades para la vida
Los autores del estudio analizaron 41 estudios realizados entre 2000 y 2020, centrados en cómo se aprenden las llamadas habilidades genéricas o transversales en contextos educativos.
Estas habilidades son clave en el ámbito social y también en el universo laboral pero también son fundamentales para la vida cotidiana y el bienestar emocional de cualquier niño o niña. Y son habilidades que a menudo no tienen los niños y niñas con altas capacidades.
Dentro de las habilidades transversales destacan las siguientes:
- Pensamiento crítico y creatividad: cuestionar, conectar ideas, imaginar nuevas soluciones.
- Autorregulación: saber gestionar el tiempo, el esfuerzo, las emociones.
- Habilidades sociales: colaborar, comunicarse con claridad, negociar.
- Sentido ético y responsabilidad: actuar con conciencia y respeto por los demás.
En niños y niñas con altas capacidades, estas habilidades pueden estar muy desarrolladas… o no. Y es ahí donde el estudio citado incide: el entorno y las experiencias que vivan marcarán una gran diferencia.

Principales hallazgos del estudio: factores que ayudan y perjudican a las altas capacidades
Lo que funciona
Entre los principales hallazgos del estudio adaptados al contexto vivencial de los niños y niñas con altas capacidades destaca la identificación de los factores que favorecen el desarrollo de las habilidades transversales:
- Enseñanza centrada en el estudiante, no en el profesor. Esto significa dar voz a los niños, permitirles tomar decisiones, explorar, equivocarse y aprender desde la experiencia. Y significa también crear adaptaciones para evitar el fracaso escolar.
- Aprendizaje activo y basado en proyectos. Cuando los alumnos se implican en retos reales, colaboran, investigan y crean, se activan todas las habilidades que los niños con altas capacidades suelen tener muy potentes: curiosidad, pensamiento complejo, creatividad.
- Clima emocional positivo en el aula. Un ambiente donde se fomente la confianza, el respeto y el diálogo ayuda a que el niño se sienta seguro para expresar ideas, arriesgarse y aprender de los errores.
- Relación significativa con el docente. La conexión emocional con el educador influye directamente en el compromiso y el desarrollo del alumno. Para los niños con alta capacidad, que a veces se sienten incomprendidos o desmotivados, esto es clave.
Además, el estudio también identifica varios elementos que favorecen el desarrollo de estas competencias o habilidades transversales. Algunos son especialmente útiles para padres y madres porque se pueden potenciar y reproducir en el ámbito familiar. Son los siguientes:
- Espacios donde el error es parte del aprendizaje, no motivo de juicio. Los niños con altas capacidades pueden ser muy autoexigentes y temer equivocarse.
- Proyectos con sentido, donde el niño pueda aplicar sus ideas a situaciones reales. Esto potencia su motivación y su pensamiento creativo.
- Tiempo para pensar y reflexionar, más allá de la rapidez en dar una respuesta correcta.
- Actividades en grupo, que les enseñen a colaborar, escuchar y ceder, habilidades que no siempre son su punto fuerte. En el caso de las altas capacidades, además, los agrupamientos entre iguales funcionan especialmente bien, como demuestra otro estudio experimental.
Lo que no funciona
En cambio, el estudio también alerta sobre factores que dificultan el desarrollo de estas habilidades. Por ejemplo:
- Enseñanza pasiva y despersonalizada, que no se adapta al ritmo ni al estilo de aprendizaje del niño.
- Falta de interacción auténtica entre profesor y alumno, algo esencial para que el niño se sienta reconocido y retado.
- Poca conexión con la vida real: si el aprendizaje no tiene un propósito claro, pierde sentido para ellos.

Si te preguntas qué puedes hacer en casa para potenciar y enriquecer el entorno en el que se desarrollan las altas capacidades, el estudio incide en cuestiones como fomentar el diálogo abierto y profundo —los niños con altas capacidades muestran un interés precoz por temas trascendentales—, trabajar en la gestión de la frustración y fomentar el tiempo libre de calidad.
Estos pequeños granitos que ponemos desde la crianza cultivarán el entorno propicio para un niño o niñas con altas capacidades. Y es que tenerlas no significa tenerlo todo hecho: como demuestra la ciencia educativa, el desarrollo de su talento depende, en gran medida, de cómo les acompañamos.
Referencias
- Nina Schönborn, Egle Mikalauskiene, Sari Lindblom-Ylänne. Systematic Review of Learning Generic Skills in Higher Education—Enhancing and Impeding Factors. Frontiers in Education, 2022. DOI: 10.3389/feduc.2022.888447.