Hay centros escolares que apuestan cada vez más por la atención de las altas capacidades como la ley indica, ya que están consideradas una necesidad educativa especial. Entre las medidas que toman los colegios e institutos que trabajan esta neurodivergencia destaca no solo la adaptación curricular al alumnado que la presenta, sino también el agrupamiento de los niños y niñas con altas capacidades. Se suele hacer en grupos de enriquecimiento que trabajan fuera del aula al menos durante una sesión a la semana, aunque varía mucho en función del centro y los recursos de los que dispone. También las instituciones están potenciando el agrupamiento de alumnado con altas capacidades fuera del aula a través de programas específicos como el PEAC de la Comunidad de Madrid, que se celebra dos sábados al mes en distintas sedes.
Los casos citados son ejemplos de agrupamiento y educación diferenciada en niños y niñas con altas capacidades. Este tipo de medidas están proliferando en la educación española —con cuentagotas, pero lo están haciendo— en base a la evidencia científica, que ha demostrado que los agrupamientos del alumnado con altas capacidades funcionan porque encuentran personas que tienen los mismos intereses, entre otros detalles.
Dentro de la evidencia científica existente destaca el ejemplo, aunque nos quede un poco lejano, al otro lado del charco, del CEPAC, una escuela en Guadalajara (México) que agrupa exclusivamente a niños y adolescentes con altas capacidades intelectuales. No nos interesa tanto por este hecho en sí mismo, que en España no es la política aplicada en los colegios e institutos, sino porque se aprovechó un entorno como este, alejado del convencional, para desarrollar un estudio experimental cuyas conclusiones son muy interesantes.
En este entorno, como decíamos, un grupo de investigadores quiso medir con lupa los efectos reales de este tipo de agrupación: ¿de verdad mejora el rendimiento? ¿Estimula la creatividad? ¿Influye el tiempo de permanencia en los resultados?
Lo que hallaron fue revelador: tanto el rendimiento académico como la creatividad aumentaban, especialmente cuando los alumnos llevaban más tiempo en el centro. El estudio, publicado en la revista Sustainability, ofrece datos muy concretos y plantea una pregunta crucial para padres y docentes: ¿estamos aprovechando todo el potencial de los niños y niñas con altas capacidades?
Niños y niñas que aprenden más rápido, que resuelven problemas complejos con facilidad o que muestran una curiosidad insaciable necesitan una respuesta educativa a su altura. De lo contrario, se aburren, pierden motivación y hasta bajan su rendimiento. La agrupación por habilidades, lejos de ser excluyente, puede ser una herramienta clave para que estos alumnos no se apaguen.

En qué consistió el estudio
El estudio se realizó con 87 alumnos de primaria y secundaria del CEPAC, un centro público de tiempo completo. Todos ellos fueron evaluados al entrar en la institución y al finalizar el curso (2019). Se midieron tanto sus calificaciones en lengua, matemáticas y promedio general, como sus niveles de creatividad narrativa y gráfica, usando pruebas estandarizadas: el test de Imaginación Creativa PIC-N y PIC-J.
Los investigadores aplicaron un análisis estadístico riguroso, utilizando ANOVA y correlaciones de Pearson, para comparar los resultados según el tiempo de permanencia en el centro (1, 2 o 3 años). Además, se comprobó la fiabilidad de las herramientas utilizadas y se contrastaron los efectos en cada área de aprendizaje y creatividad.
Cabe señalar que el modelo educativo del centro que sirvió de base para el estudio, el CEPAC, se caracteriza por un enfoque innovador: aprendizaje basado en proyectos (PBL), integración de metodologías STEAM+H (ciencia, tecnología, ingeniería, arte, matemáticas y humanidades) y un laboratorio de creatividad e innovación. En este espacio, los niños desarrollan habilidades como la fluidez, la flexibilidad y la originalidad, y aprenden a aplicar el pensamiento crítico y creativo en situaciones reales.
Es, por tanto, un espacio que comparte la esencia de programas específicos de altas capacidades como el citado PEAC de la Comunidad de Madrid, sostenido con fondos públicos y totalmente gratuito para las familias, y también con el modelo que aplican academias privadas en España pensadas para agrupar y potenciar el talento de los niños y niñas con altas capacidades.

Lo que demuestra el estudio (y cómo se aplica a la infancia y educación)
Los resultados mostraron mejoras significativas en el rendimiento académico, especialmente en lengua y promedio general. Los alumnos que llevaban tres años en el centro mejoraban notablemente respecto a su punto de partida, mientras que los recién llegados mostraban una ligera bajada inicial, atribuida a la adaptación a un nuevo modelo de enseñanza más exigente y desafiante. Este fenómeno, conocido como "efecto de ajuste", ya había sido observado en estudios previos.
En creatividad, los avances también fueron claros. La creatividad narrativa (compuesta por fluidez verbal, flexibilidad y originalidad de ideas) mostró un crecimiento consistente, especialmente entre quienes habían estado más tiempo en el centro. En el caso de la creatividad gráfica, los resultados fueron más dispares: algunas áreas como la elaboración y los detalles especiales tuvieron mejoras, mientras que en otras, como la originalidad gráfica, se observó incluso un ligero descenso en algunos grupos.
Uno de los datos más llamativos es que al inicio del curso no había correlación entre creatividad y notas (resultados académicos). Sin embargo, tras un tiempo de permanencia en el centro, se aprecia una relación significativa. Es decir, fomentar la creatividad también repercute positivamente en el rendimiento escolar. Esta transformación apunta a que cuando la creatividad se trabaja de forma estructurada, su impacto trasciende el ámbito artístico y mejora también las competencias académicas.
El estudio se centra sobre todo en las capacidades y no tanto en la parte emocional, donde otras investigaciones que profundizan en las altas capacidades también ponen en valor los beneficios de los agrupamientos en las altas capacidades, un perfil donde suele darse la asincronía en el desarrollo, una cuestión que tiene un impacto notable a nivel social.

En cualquier caso, el estudio experimental protagonista de estas líneas, para las familias abre una ventana de reflexión: los niños y niñas con altas capacidades no solo necesitan más contenidos, sino una manera distinta de aprender. Entornos donde puedan explorar, equivocarse, debatir, crear. Donde su ritmo no sea un problema, sino un motor. La educación diferenciada no es un privilegio, sino una necesidad para asegurar que todos los niños y niñas, también los más capaces, puedan desarrollarse plenamente.
Y para los educadores, refuerza la idea de que la creatividad no es un extra, sino un componente esencial del aprendizaje. Cuando se le da espacio, no solo florece: también mejora las notas. Incorporar metodologías activas, tecnología, retos reales y pensamiento divergente en el aula no es una moda, es una estrategia con evidencia.
Porque agrupar a los más capaces no es segregar: es darles un espacio para desarrollar todo su potencial. Por eso, son interesantes los agrupamientos puntuales en colegios e institutos como los españoles, donde los grupos de enriquecimiento son una herramienta que cada vez, en base a la evidencia científica, se utilizan más y con mejores resultados. Y es que, la ciencia demuestra que cuando la educación se adapta al niño o niña, este responde con todo su potencial.
Referencias
- Dolores Valadez, Julián Betancourt, Juan Francisco Flores Bravo, Elena Rodríguez-Naveiras, África Borges. Evaluation of the Effects of Grouping High Capacity Students in Academic Achievement and Creativity. Sustainability, 2020. DOI: 10.3390/su12114513.