Historia de las altas capacidades: así nació el primer test para medir la inteligencia desde la infancia

El primer método para medir la inteligencia infantil apareció en 1904: esta es la historia del conocido como Test Binet-Simon.
Ilustración moderna de una niña con altas capacidades: curiosidad, creatividad y pensamiento brillante desde la infancia
Ilustración moderna de una niña con altas capacidades: curiosidad, creatividad y pensamiento brillante desde la infancia (Midjourney - RG) - Ilustración moderna de una niña con altas capacidades: curiosidad, creatividad y pensamiento brillante desde la infancia

Hoy las altas capacidades están cada vez más visibilizadas. La evidencia científica y las voces expertas coinciden en la necesidad de acompañar desde edades tempranas a los niños y niñas con esta neurodivergencia para que puedan desplegar su potencial sin que eso suponga una carga ni una fuente de aislamiento. 

Conceptos como la sobreexcitabilidad de Dabrowski o el modelo de los tres anillos de Renzulli, formulados en el siglo XX, siguen siendo hoy referencias fundamentales en la comprensión de las altas capacidades. De ambas aportaciones hemos hablado largo y tendido en Ser Padres. 

Pero el origen de todo este conocimiento tiene una raíz común que se remonta a muchos años antes, En concreto, a 1904, año en el que Alfred Binet y Théodore Simon publicaron el primer estudio científico riguroso para evaluar la inteligencia infantil: ‘Méthodes nouvelles pour le diagnostic du niveau intellectuel des anormaux’.

Llamado Test Binet-Simon, es el punto de partida de la psicología del desarrollo moderno. Y teniendo claro que el foco se pone en el estudio en las personas con una inteligencia menor de la media, ya que los autores se centran en la identificación del déficit de inteligencia, en cierto modo, también es el origen pretérito de la historia de las altas capacidades, aunque no es un concepto que se aborde como tal hasta muchos años después.

La inteligencia infantil en acción: una representación visual del talento y el descubrimiento en edades tempranas.
La inteligencia infantil en acción: una representación visual del talento y el descubrimiento en edades tempranas (Midjourney - RG)

Así nació el primer test para medir la inteligencia infantil

El estudio en cuestión fue publicado en 1904 en la revista L'année psychologique por Alfred Binet y Th. Simon. Su objetivo era claro y revolucionario: encontrar un método objetivo y fiable para determinar si un niño o niña estaba en el nivel intelectual esperado para su edad, o si presentaba una desviación significativa. Estaba pensando, inicialmente, para detectar casos por debajo de la media. 

A diferencia de los enfoques médicos de la época, centrados en causas biológicas o hereditarias, Binet y Simon proponían una forma de observación directa centrada en el estado presente del niño o niña. No buscaban diagnósticos estigmatizantes ni explicaciones patológicas. Querían simplemente medir, comparar y entender el nivel de desarrollo intelectual en función de la edad cronológica.

Para ello, crearon una escala métrica de la inteligencia, basada en una batería de pruebas o "tests" que medían funciones como la memoria, la comprensión verbal, la capacidad de comparación o el juicio. El menor debía realizar tareas muy concretas, de dificultad creciente, que habían sido previamente testadas con niños considerados normotípicos. Esto permitía establecer un "nivel mental" comparable entre individuos.

El punto más innovador fue introducir el concepto de "edad mental": un niño de 6 años que resolvía las mismas pruebas que la media de niños de 8 tenía una edad mental de 8. Este concepto, sustituido por otras herramientas como el coeficiente intelectual —ahora el test de altas capacidades tampoco se centra solo en el CI—, supuso un cambio de paradigma en la educación y en la forma de entender el desarrollo infantil.

Fig. 1. - Grabado utilizado para saber si el niño, normal o anormal, descubre y señala correctamente los objetos que se le nombran.
Fig. 1. - Grabado utilizado para saber si el niño descubre y señala correctamente los objetos que se le nombran. Fuente: L’année psychologique

1904, el año en que la inteligencia se volvió medible

El estudio de Binet y Simon proponía tres enfoques para evaluar la inteligencia: uno médico, centrado en el cuerpo y la salud;  uno pedagógico, centrado en los aprendizajes escolares;  y uno psicológico, el que ellos consideraban más directo. Este último es el que desarrollaron con más detalle.

La escala de pruebas incluía ejercicios de imitación, comparación de tamaños, definición de palabras, memoria de cifras, reconocimiento de imágenes, o completación de frases. Se consideraba que un niño podía "pasar de nivel" si resolvía la mayoría de pruebas correspondientes a una determinada edad. En total, se definieron niveles desde los 3 años hasta los 13.

Fig. 6. - Dibujo a reproducir de memoria, tras un estudio de diez segundos.

Fig. 6. - Dibujo a reproducir de memoria, tras un estudio de diez segundos. Fuente: L’année psychologique

Aunque el estudio estaba enfocado a identificar a niños con "atraso intelectual", concepto totalmente desfasado en el contexto actual —como el de “anormal”, que lo lleva incluso en el título—, en la práctica, la herramienta sirvió también para detectar a aquellos que estaban claramente por encima del nivel esperado para su edad. Binet fue cuidadoso en no usar la inteligencia como etiqueta fija: para él, era una función susceptible de desarrollo, de entrenamiento, y su evaluación debía usarse como herramienta de ayuda, no de exclusión.

El impacto fue inmediato. A partir de 1905, el gobierno francés comenzó a utilizar esta escala para seleccionar a los niños que necesitaban educación especial. En Estados Unidos, la escala fue adaptada por Lewis Terman en la Universidad de Stanford en 1916: nació el famoso Stanford-Binet Intelligence Scale (Escala de la Inteligencia Stanford-Binet), y con él, el concepto de CI (coeficiente intelectual), que dominó la psicometría escolar durante el siglo XX y buena parte de lo recorrido del siglo XXI.

Fig. 2. - Grabado utilizado para saber si el niño, normal o anormal, puede nombrar los objetos que se le muestran en una imagen.
Fig. 2. - Grabado utilizado para saber si el niño puede nombrar los objetos que se le muestran en una imagen. Fuente: L’année psychologique

En definitiva, el estudio de Binet y Simon cumple 120 años, y sigue siendo una referencia en la historia de la educación y la psicología infantil. Aunque hoy su alcance está ampliamente superado, y su enfoque está obsoleto, su legado en la disciplina se mantiene intocable, y seguirá siendo así de forma perenne: tiene un hueco reservado de por vida en los libros de psicología y el estudio de la inteligencia.

Por ello, insistiendo en que no es un estudio que midiera las altas capacidades —se centraba en todo lo contrario—, es innegable la influencia en la historia de la psicología en general y de la mediación de la inteligencia en particular del Test Binet-Simon.

Ahora que las altas capacidades están más presentes que nunca en el debate educativo y social es justo reivindicar y reconocer el camino recorrido por la ciencia y la divulgación especializada en esta neurodivergencia, despojada ya (¿o no?) de las miradas que la estigmatizan. 

Referencias

  • Fred Binet, Th. Simon. Méthodes nouvelles pour le diagnostic du niveau intellectuel des anormaux. L’année psychologique, vol. 11, 1904, pp. 191-244.DOI: 10.3406/psy.1904.3675

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