La vida, desde que nace el primer hijo, es distinta. Una nueva etapa arranca y es mejor concienciarse de antemano porque los cambios existen. Pero no es un sacrificio, simplemente es un nuevo contexto, con unas nuevas necesidades y también nuevos deseos.
Hay que desterrar de una vez por todas esa idea de que un bebé es un sacrificio porque no puedes hacer aquello que solías hacer antes de su llegada. Lógicamente, hay muchos detalles que cambian, pero a mejor, no solo a peor, que son los que más se ven porque el ser humano tiende siempre a destacar más lo negativo que lo positivo.
Estos son los cambios más habituales con la llegada de un bebé a casa más allá de los físicos en la mamá, que son evidentes y también, en muchos casos, pasajeros porque poco a poco el cuerpo vuelve a su estado habitual:
Cambio de mentalidad
De repente, como por arte de magia, tu prioridad número uno ya no eres tú, sino tu pequeño. Y eso, aunque pueda parecer que no, tiene consecuencias inmediatas: dejarás de planificar y actuar en base a lo que a ti te convenga, dando prioridad a lo que sea mejor para el bebé.
Descubrirás lo que es “estar cansado”
Muchas mamás y muchos papás reconocen que descubrieron una nueva dimensión del concepto “estar cansado” con la paternidad. Es una realidad que el sueño es casi siempre peor a cómo era antes y que apenas hay momentos en el día para bajar la guardia, pero no es menos cierto que el cuerpo (y la mente) se adaptan de maravilla con la práctica, así que pronto descubrirás que tienes una fuerza interior que desconocías para seguir remando.
Acercamiento a tus padres
Es verdad que el ser humano entiende mucho mejor las cosas cuando las experimenta, por eso es muy habitual que se produzca un acercamiento y un mayor entendimiento entre padres e hijos cuando estos últimos tienen un bebé. La comprensión y la empatía hacia lo que ellos, especialmente las mamás, hicieron en su día con muchos menos recursos, aumenta con la llegada de un bebé.
Cambio de horarios
Esto es una realidad incluso en quienes dicen antes de tener el bebé que seguirán haciendo las mismas cosas cuando nazca. Puede ser, más o menos, pero lo que está claro es que los horarios serán otros, y también los ritmos. Pero es mejor que lo compruebes por ti misma. Simplemente, hay que adaptarse al bebé y a lo que sus necesidades conllevan, y eso es incompatible con el tren de vida de una pareja que no tiene hijos. Pero, insistimos, no debe verse como un sacrificio, sino como una nueva etapa enriquecedora.
Nuevas definiciones de amor e incertidumbre aparecen en tu vida
Hayas amado o lo sigas haciendo, con la maternidad se redescubre el concepto de amor, porque el que se siente por un hijo no se puede comparar a los demás. Son cosas distintas y, de hecho, es mejor no compararlas. Así se disfrutan todas en plenitud. Además, también redefinirás el concepto de incertidumbre y duda, ya que cada decisión que tomas ya no es por y para ti, sino para el bien de tu hijo, y eso genera siempre un plus de miedo al error. Es natural.
¿Qué era el asco?
Este es un cambio del que se habla poco, pero conviene visibilizarlo porque tener niños es maravilloso… pese a las cosillas asquerosas que eso conlleva. Una caca por aquí, un vómito por allá… Ya verás cómo, de repente, nada te afecta en este sentido. Lo haces y punto. El cambio de actitud ante este tipo de cosas es tan natural como la maternidad y paternidad.
El placer del silencio y de los ratos para ti
Como las necesidades del pequeño absorben tanto tiempo, una de las grandes maravillas de la maternidad y paternidad es la capacidad que desarrolla en el ser humano para valorar aspectos que en épocas anteriores no son prioritarios. Hablamos, sobre todo, del tiempo y del silencio. Poder controlar tu tiempo durante un ratito para hacer aquello que te plazca, sola o en pareja, es un placer tal que disfrutarás como nunca de cada segundo. Y lo mismo ocurre con el silencio.
Ya no todo es planificado
Este es otro de los cambios más habituales, aunque se da sobre todo en las personas más organizadas. Si eres de ellas, verás que en la maternidad no todo son matemáticas. Le cogerás gusto, aunque sea poco a poco, a la improvisación. Todo es entrenarlo, no te preocupes.