Cuando los padres nos quedamos huérfanos: el poema que te hará disfrutar cada instante con tus hijos

Aunque a los padres no nos guste pensar en ello, la infancia es fugaz y hay que disfrutarla al máximo. Este bonito poema te hará querer disfrutar cada instante con tus hijos como si fuese eterno.
abrazo padre hijo

Vídeo Ramiro Angulo

El frenético ritmo del día a día muchas veces no nos deja ser conscientes de que el tiempo pasa, de que la infancia dura muy poco y de que esos bebés y niños pequeños están creciendo, están desarrollándose dando pequeños pasos en su camino a convertirse en adultos. La infancia es fugaz, lo sabemos y lo decimos muchas veces, pero a veces cuesta darse cuenta, tenerlo presente y ser capaces de disfrutar y vivir cada momento.

Las noches de insomnio por los llantos del bebé, las preocupaciones por sus desvelos, las dudas sobre si se estará alimentando bien, los primeros virus...todos estos aspectos menos "bonitos" de los primeros meses de la maternidad y de la paternidad tienen algo en común: pasan y más rápido de lo que pensamos, lo que, por un lado a veces puede ser un alivio, pero si pensamos que son momentos únicos, que no se repiten, quizá anime a vivirlos de otra manera. Los niños crecen muy rápido y, a veces, nos gustaría adelantar el tiempo, pero otras, sobre todo a medida que se van haciendo mayores, nos gustaría poder detenerlo o incluso atrasarlo.

cuando los padres nos quedamos huerfanos - Fuente: iStock

Ver como un hijo se va convirtiendo en adulto, va mostrando su personalidad, cómo va tomando decisiones y va cogiendo el volante de su vida es una sensación abrumadora para la mayoría de los padres, una mezcla de orgullo, satisfacción y felicidad, pero también nostalgia, añoranza por ese bebé que un día se tuvo en brazos, por ese niño que un día caminó de la mano.

La adolescencia es una etapa del desarrollo muy temida por muchos padres, llena de retos, pero que también deja oportunidades maravillosas de conocer más a esa "personita" que va forjando su vida adulta a base de primeras experiencias, de pulsos y de un aprendizaje constante. Conocer a los hijos, cómo piensan, cómo sienten...cómo el tiempo ha pasado.

Pero, antes de que llegue la adolescencia, con sus más y con sus menos, hay que disfrutar de cada instante que nos brinda la infancia de nuestros hijos. Instantes que no se volverán a repetir y que, aunque nos saquen de nuestras casillas (como el aburrimiento o las rabietas) son cosas que viviremos como padres y con las que aprenderemos a serlo. A veces se nos olvida y la rutina nos invade, por eso, queremos recordarte todo lo que nos brinda la infancia de nuestros pequeños.

La infancia es fugaz: hay que disfrutarla al máximo

Hay un poema que algunos atribuyen a Gabriel García Márquez, aunque todo parece apuntar a que pertenece a un autor desconocido, que expresa a la perfección toda esa nostalgia y esa melancolía de ver el paso de los niños a adultos, de observar cómo se van haciendo grandes ante la atenta mirada de unos padres que solo quieren lo mejor para ellos. Cómo hay una etapa en la que los padres quedan huérfanos de sus hijos, pero con un mensaje claro: hay que disfrutar cada instante de los hijos, hay que vivir cada etapa de su desarrollo porque todas pueden ser maravillosas. Y apunta algo más: la segunda oportunidad que dan los nietos. Un poema lleno de sentimiento, nostalgia y emoción. Aquí dejamos el texto completo:

Poema: Cuando los padres nos quedamos huérfanos

Hay un período

cuando los padres

quedamos huérfanos

de nuestros hijos.

Es que los niños crecen independientemente de nosotros,

como árboles murmurantes

y pájaros imprudentes.

Crecen

sin pedir permiso a la vida.

Crecen

con una estridencia alegre

y, a veces,

con alardeada arrogancia.

Pero

no crecen todos los días,

crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti

y con una naturalidad increíble

te dicen cualquier cosa

que te indica que

esa criatura de pañales,

¡ya creció!

¿Cuándo creció

que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron

las fiestas infantiles,

el juego en la arena,

los cumpleaños con payasos?

El niño crece

en un ritual de

obediencia orgánica

y desobediencia civil.

Ahora estas allí,

en la puerta

de la discoteca

esperando no sólo que no crezca,

sino que aparezca.

Allí están

muchos padres al volante

esperando que salgan.

Y allí están

nuestros hijos,

entre hamburguesas y gaseosas.

Con el uniforme

de su generación

y sus incómodas

y pesadas mochilas

en los hombros.

Allá estamos nosotros,

con los cabellos canos.

Y esos son

nuestros hijos,

los que amamos

a pesar

de los golpes de los vientos,

de las escasas cosechas de paz,

de las malas noticias

y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados,

observando y aprendiendo

con nuestros errores

y nuestros aciertos.

Principalmente

con los errores

que esperamos no se repitan.

Hay un periodo

en que los padres

vamos quedando

huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más

en las puertas de las discotecas

y del cine.

Pasó el tiempo del piano,

el fútbol,

el ballet,

la natación.

Salieron del asiento de atrás

y pasaron

al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más

junto a su cama,

al anochecer,

para oír su alma respirando

conversaciones y confidencias

entre las sábanas de la infancia,

y a los adolescentes,

cubrecamas de aquellas piezas

con calcomanías,

afiches,

agendas coloridas

y discos ensordecedores.

Pero crecieron

sin que agotáramos con ellos

todo nuestro afecto.

Al principio

fueron al campo,

la playa,

navidades,

pascuas,

piscinas

y amigos.

Sí,

había peleas en el auto

por la ventana,

los pedidos de la música de moda.

Después llegó el tiempo

en que viajar con los padres

comenzó a ser un esfuerzo,

un sufrimiento,

no podían dejar a sus amigos

y primeros enamorados.

Quedamos los padres

exiliados de los hijos.

Teníamos la soledad

que siempre deseamos,

y nos llegó el momento

en que sólo miramos de lejos,

oramos mucho

(en ese momento

se nos había olvidado)

para que escojan bien

en la búsqueda de la felicidad

y conquisten el mundo

del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar.

En cualquier momento

nos darán nietos.

El nieto

es la hora del cariño ocioso

y la picardía no ejercida

en los propios hijos.

Por eso,

los abuelos

son tan desmesurados

y distribuyen

tan incontrolable cariño.

Los nietos

son la última oportunidad

de reeditar nuestro afecto.

Así es.

Los seres humanos

sólo aprendemos

a ser hijos

después de ser padres;

sólo aprendemos

a ser padres

después de ser abuelos.

En fin,

pareciera que

sólo aprendemos a vivir

después de que la vida

se nos va pasando. Disfrutemos de nuestros hijos en cada una de sus etapas mientras duremos vivos!!

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