Los abrazos, las palabras cálidas y el cariño cotidiano que un niño recibe pueden dejar una huella duradera que moldea quién será en la adultez. Un nuevo estudio publicado en American Psychologist demuestra que el afecto materno durante la infancia tiene un impacto duradero en la personalidad de los hijos, incluso entre gemelos idénticos criados en el mismo hogar. Los investigadores hallaron que los niños que recibieron más afecto entre los 5 y 10 años crecieron siendo más abiertos, amables y responsables a los 18, comparado con sus hermanos genéticamente idénticos que recibieron menos calidez emocional.
Este hallazgo refuerza la idea de que la personalidad no está determinada exclusivamente por la herencia o el entorno compartido, sino que puede verse moldeada por experiencias sutiles y diferenciadas en la infancia. Aunque las diferencias fueron pequeñas, los autores sostienen que incluso pequeñas mejoras en el estilo de crianza podrían tener efectos significativos a nivel poblacional.
El estudio representa una de las pruebas más sólidas hasta la fecha sobre el impacto del estilo parental en el desarrollo de la personalidad adulta.

Un diseño longitudinal con 2.200 gemelos británicos
La investigación forma parte del Environmental Risk (E-Risk) Longitudinal Twin Study, que ha seguido a 2.232 pares de gemelos británicos desde su nacimiento hasta los 18 años. La mitad de los gemelos eran monocigóticos, es decir, compartían el 100% de su ADN y crecieron en el mismo entorno familiar.
Entre los 5 y 10 años, las madres fueron entrevistadas con una metodología estandarizada conocida como Five-Minute Speech Sample, en la que describían a cada hijo. Los investigadores codificaron el tono afectivo de las madres, registrando indicadores de calidez, entusiasmo y expresiones de insatisfacción.
A los 18 años, los investigadores evaluaron la personalidad de los participantes según el modelo de los "Cinco Grandes" rasgos: apertura, conciencia, extraversión, amabilidad y neuroticismo.
Las calificaciones fueron otorgadas por entrevistadores entrenados y también por miembros de la familia, garantizando más fiabilidad en los resultados.
Amabilidad, conciencia y apertura: los rasgos moldeados por el afecto
El análisis reveló que los gemelos que habían recibido más afecto materno en la infancia mostraban niveles más altos de apertura a nuevas experiencias, responsabilidad personal y cooperación social en la adultez temprana.
Estas diferencias se mantenían incluso cuando se comparaban entre gemelos idénticos, eliminando así la influencia del ADN y del ambiente familiar compartido.
La extraversión y el neuroticismo no mostraron diferencias significativas, lo que sugiere que estos rasgos podrían estar más fuertemente influenciados por la genética o por factores externos no relacionados con la crianza.
Los investigadores concluyen que la calidez materna tiene un efecto pequeño, pero persistente sobre los aspectos de la personalidad que están más relacionados con la empatía, la organización y la apertura mental.

Resultados consistentes tras múltiples controles
El estudio incorporó numerosos controles para garantizar la validez de los resultados. Se descartaron explicaciones alternativas como el maltrato infantil, problemas de comportamiento previos, apoyo familiar en la adolescencia o el hecho de que un niño más "fácil" pudiera recibir más afecto naturalmente.
Incluso después de ajustar por todos estos factores, el vínculo entre el afecto materno y los rasgos de personalidad se mantuvo, lo que respalda la hipótesis de una relación causal.
Además, los resultados fueron replicados cuando se utilizaron las evaluaciones de personalidad realizadas por miembros de la familia, que tenían un conocimiento más profundo de los participantes.
Implicaciones para las políticas públicas y la crianza
Aunque los efectos individuales fueron modestos, los autores sostienen que, aplicados a nivel poblacional, podrían traducirse en mejoras importantes en educación, salud mental y relación social.
La apertura, la amabilidad y la conciencia son rasgos que predicen una mejor adaptación escolar y laboral, así como mayor bienestar emocional.
Estas conclusiones respaldan programas de apoyo a la crianza que fomenten la expresión emocional positiva, la estabilidad familiar y la participación afectiva, especialmente durante la infancia media.
Políticas que mejoren el acceso a apoyo psicológico, educación parental o estabilidad económica podrían tener un impacto a largo plazo no solo en la infancia, sino también en el carácter de los adultos que esos niños llegarán a ser.

La personalidad no está escrita en piedra
Este estudio aporta una perspectiva optimista: aunque los genes influyen, la personalidad también puede moldearse por experiencias relacionales significativas, como el afecto que un niño recibe de sus cuidadores.
Si bien los investigadores reconocen limitaciones, como no haber evaluado el rol del padre o el posible sesgo de medición, los resultados son robustos y coherentes con teorías previas sobre el apego y el desarrollo socioemocional.
El mensaje central es claro: el cuidado afectivo recibido en los primeros años deja huellas duraderas. Incluso entre hermanos idénticos, la forma en que se sienten tratados por sus padres puede influir en quiénes llegarán a ser.
Referencias
- Wertz J, Moffitt TE, Blangis F, et al. Parenting in Childhood Predicts Personality in Early Adulthood: A Longitudinal Twin-Differences Study. Am Psychol. (2025). doi:10.1037/amp0001508