Ser Padres

Cómo es el parto en distintas culturas

Todas las mujeres parimos igual aunque la forma de afrontarlo depende de las vivencias culturales. Te contamos cómo dan a luz las madres de China, Ecuador, Holanda y Marruecos.

España es por historia un país que acoge a inmigrantes de todos los rincones del planeta y más en un mundo global como el actual. Por eso, aunque el parto es un hecho fisiológico y, por tanto, todas las mujeres parimos igual, con independencia de nuestro origen, la forma de afrontarlo depende de nuestra cultura.

Según nos cuenta la matrona y asesora de Ser Padres, Gema Magdaleno, conocer sus costumbres ayuda a que se sientan más cómodas cuando dan a luz tan lejos de sus países de origen. Ella habla desde su experiencia.

Las latinas, las más parecidas a las españolas

América Latina es un enorme territorio con grandes desigualdades y variedades sociales y económicas. Hay grandes ciudades con modernísimos hospitales, donde el parto está muy tecnificado (de hecho, el mayor índice de cesáreas se da en algunos países de Latinoamérica, como Brasil, México o Chile), que conviven con grandes territorios muy deprimidos económicamente, donde la asistencia sanitaria al embarazo y parto es muy básica y las madres dan a luz en su hogares, atendidas por una partera tradicional.

Culturalmente, las latinoamericanas no son muy diferentes a las españolas: compartimos idioma y nuestra raíz es la misma. Resisten bien el dolor, y lo expresan sin dificultad. Cuando vienen a España, utilizan los servicios sanitarios sin problemas. Suelen ser madres jóvenes, y sanas, aunque algunas tienen enfermedades propias de sus países y costumbres diferentes a las nuestras (alimentación, higiene, sexualidad…).

Las musulmanas expresan con vehemencia su dolor

En el continente africano, por desgracia, las diferencias socioeconómicas y la falta de medios condicionan mucho la forma de vivir el parto.

En algunas ciudades del Norte de África las mujeres pueden parir en un hospital, especialmente si se prevé que puedan aparecer complicaciones, pero es raro que les pongan la epidural.

En las zonas rurales más deprimidas a nivel social, los partos se desarrollan en las casas, asistidos por parteras con experiencia. Generalmente, la mujer se encuentra acompañada por mujeres de su familia, que ayudan en el nacimiento, y no es habitual que la pareja asista. En los países de religión musulmana, el hecho de que nazca un nuevo ser está impregnado de una fuerte religiosidad. Por ello, en cuanto el bebé llega al mundo, los padres le cantan versos del Corán.

Las mujeres musulmanas expresan con vehemencia el dolor. Es habitual que griten y repitan letanías religiosas durante la dilatación y el expulsivo. Es su forma de expresarse y no debemos reprimirla. Las emigrantes que han venido a España suelen aceptar la analgesia epidural.

Su sentido del pudor es diferente al de las mujeres occidentales y por ello, pueden sentirse mal si un hombre (aunque sea un médico) las ve desnudas, o si se ven despojadas de sus prendas de ropa (incluyendo las que cubren su cabello). Generalmente, cuando les explicamos las cosas con respeto, aceptan nuestra actuación profesional y entienden que intentamos buscar su bienestar y el de sus bebés, aunque a veces pueden surgir malentendidos por no entender bien nuestro idioma.

Las chinas son poco expresivas

Los países orientales son unos grandes misterios para nosotros. Desconocemos casi todo acerca de su cultura y además, existen muchas variaciones de culturas y etnias dentro del continente. Por ejemplo, ya solo China es un país enorme, con múltiples diferencias socioeconómicas dentro su territorio, que condicionan mucho la asistencia a la mujer embarazada.

Existen modernas ciudades con hospitales gigantescos dotados con la última tecnología que conviven con inmensas zonas rurales con una mínima dotación sanitaria. En general, las mujeres dan a luz en los hospitales, excepto en zonas rurales más pobres, donde tienen que parir en sus casas.

La maternidad en Oriente es una vivencia muy influenciada por sus culturas milenarias. En Occidente sabemos poco de ellas, pero hay algunas evidencias que nos diferencian. Muchas veces es complicado acceder a las mujeres orientales, por ciertas cosas que nos llaman la atención:

  • Son mujeres que resisten muy bien el dolor y son poco expresivas. Parecen distantes con su recién nacido, pero en realidad, no es así. Su cultura considera que una mujer que acaba de parir debe permanecer en reposo para poder recuperarse, por lo que los cuidados del recién nacido los asume otro miembro de la familia para que ella descanse. En su cultura, al menos durante un mes, la nueva mamá no debe salir de casa y procurar moverse lo menos posible.
     
  • También la alimentación de la mujer que va a parir o que ha parido es diferente: consumen sobre todo bebidas calientes (caldos, sopas, infusiones….), para equilibrar su energía de cara al parto, y alimentos ricos en proteínas para afrontar el parto y el posparto sin perjudicar su salud. Y además, procuran evitar tomar alimentos fríos y entrar en contacto con agua fría. 

Las nórdicas, por un parto lo más natural posible

En muchos países del Norte de Europa (por ejemplo Holanda), la mayoría de los partos son en casa, atendidos por una matrona cualificada y preparada para ello. Cuando el parto transcurre con normalidad, la mujer no tiene que acudir a ningún centro sanitario. Y si algo se complica en algún momento, existe la posibilidad de trasladarse a un hospital para solucionar los problemas que se presenten.

En todo momento la mujer está acompañada por las personas que ellas decide, incluso por los niños que haya en la familia.

Habitualmente no se emplea ningún tipo de analgesia farmacológica, aunque se puede utilizar óxido nítrico inhalado (Entonox), pero sí se recurre a otras técnicas como la relajación, control de respiración, música, masajes…

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