Ambas reconocidas y respetadas actrices, dos mujeres con talento que se han hecho un hueco en el panorama cultural de nuestro país, Carmen Machi y Silvia Abril presentaban distintos trabajos cada una en distintos medios y ambos estaban de un modo u otro, relacionados con la maternidad en el más amplio sentido del concepto.
Cada una opinó sobre cómo lo veían ellas, cada una en un sitio distinto y en un día diferente y curiosamente, las dos coincidieron en poner luz en la zona menos luminosa y sencilla de la maternidad.

Silvia Abril, la sombra cuando eres madre
La conocida actriz y presentadora es madre de una niña y comentaba en la presentación de su último libro que para ella, convertirse en madre la colocó en “un lugar de sombra” y la obligó a “luchar por un espacio que te arrebatan los hijos”.
Una sensación muy común para muchas mujeres. Convertirse en madre implica ponerse en un segundo plano de importancia y recuperar ese espacio propio, esa sensación de ser de nuevo una misma, es una tarea complicada y a veces conflictiva. No se trata de dejar de ser madre sino de no dejar de ser persona, algo que no siempre es fácil de conseguir.
Abril ha hablado sobre las presiones y la sensación de sentirse juzgada continuamente por cómo enfocaba su maternidad, cómo cuidaba de su hija, “todo el mundo se acerca y se atreve a darte lecciones” con buena intención en la mayoría de los casos y con ganas de ayudar, al final el efecto es justo el contrario, una sensación de agobio, de inseguridad, de estar haciendo las cosas mal todo el tiempo que no ayudan ni lo más mínimo.
“La maternidad no es tan maravillosa, está sobrevalorada” añadía Silvia Abril sobre este asunto en el habitual tono de broma al que nos tiene acostumbrados.
Carmen Machi, cuando se es madre sin quererlo
Una reflexión complicada pero que habla de una realidad perfectamente posible es la que planteaba la actriz en la presentación de la obra de teatro que acaba de estrenar en Madrid.
Machi hablaba sobre la presión que existe para muchas madres que realmente no tuvieron nunca la intención de tener hijos y que jamás se van a atrever a reconocerlo. “Un hijo puede odiar a su madre, pero que una madre odie a su hijo no se concibe o al menos te choca mucho”, añadió ante los medios de comunicación.
Es innegable que no podemos hablar de una única y maravillosa maternidad para todas las mujeres del mundo que son madres, lo hayan decidido o no porque las circunstancias de cada una son las propias y no siempre las sabemos, en muchas ocasiones ni las intuimos si quiera.

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