Por qué la psicología recomienda que no ocultemos a los niños que estamos tristes

Ocultar las emociones negativas a los niños como la tristeza no es una buena idea. Lo aseguran los expertos en psicología y también estudios recientes. Te explicamos por qué.
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¿Eres de los que esconde a sus hijos emociones negativas como la tristeza? Esto es algo más o menos extendido todavía, aunque nada que ver con lo que ocurría tiempo atrás, en generaciones pasadas. Seguro que tienes en tu cabeza alguna (o muchas) vez en la que te pidieron que no lloraras o, más duro si cabe, en la que viste a tu madre secarse las lágrimas corriendo para evitar que le vieras así. Pues bien, la psicología tiene claro que esto es un error. Te explicamos por qué.

La educación emocional es una de las labores esenciales como padres y madres. Somos en buena parte responsables, junto al personal docente en el colegio y al resto de nuestros seres queridos cercanos a nuestros peques, de guiarles y acompañarles para que aprendan a reconocer y gestionar sus emociones.

Para ello, como en tantas otras cosas de la vida, la experiencia es un oportunidad muy potente para aprender. Y la experiencia, en el caso de las emociones, pasa también por ver cómo personas cercanas las tienen. Las consideradas positivas, como la alegría o la calma, pero también las, a menudo mal llamadas, negativas. Especialmente, la tristeza, que es la que los adultos más solemos tender a esconder a nuestros hijos e hijas, porque la rabia, por ejemplo, no dudamos en mostrarla… y no siempre de la forma más adecuada.

La psicología, tanto los expertos en esta ciencia como algunos estudios recientes, sugieren, por lo tanto, que es un error ocultar nuestros sentimientos negativos a nuestros hijos e hijas. “La tristeza es solo una emoción más. Basta de demonizarla y de bloquearla”, dice la psicóloga Carmen Esteban, divulgadora también en redes sociales como @mipsicólogainfantil.

Mujer triste - OLIVER ROSSI

Por qué debemos compartir la tristeza

Los expertos y expertas en psicología como Carmen Esteban tienen claro que no debemos ocultar la tristeza a nuestros hijos e hijas. “Tal y como haríamos con cualquier otra emoción, podemos expresarla delante de nuestros hijos. Eso sí, teniendo en cuenta su madurez emocional y sin cargarles a ellos con la responsabilidad de tu emoción”, argumenta la especialista.

En opinión de la psicóloga, es importante no hacerlo porque los niños y niñas aprenden de sus padres “a gestionar sus emociones“ y lo que conseguimos cuando se les ocultamos las negativas como la tristeza es a que ellos y ellas hagan lo mismo. “Así solo le enseñar a ocultar su tristeza”, dice. Además, para Carmen Esteban es importante tener en cuenta que esos momentos en los que estamos tristes “son oportunidades para que tu hijo aprenda a gestionar la tristeza”.

Eso sí, advierte de la importancia de no adjudicar a nuestro hijo o hija “un rol de cuidador emocional”, y también de no excedernos con la información que les damos sobre el motivo de nuestra tristeza. “Puede generar ansiedad”, asegura.

Para no cometer estos errores, la psicóloga recomienda comunicarnos con ellos y ellas reconociendo nuestra emoción, aprovechar la oportunidad para hablarle de los recursos para gestionar la tristeza, decirle si esa emoción nos ha perjudicado en nuestra relación con él o ella, transmitirle también que las emociones son temporales y, por último. agradecerle su empatía e inteligencia emocional para reforzarle.

Tampoco es positivo simular emociones

La psicología no solo nos advierte de los efectos negativos de no mostrar emociones negativas a nuestros hijos e hijas; también lo hace sobre la simulación de falsas emociones delante de ellos y ellas.

Así se desprende de un estudio de la universidad de Toronto publicado en Sage Journals, cuya investigadora asegura que ocultar emociones negativas a nuestros hijos y simular aquellas que no sentimos puede tener consecuencias negativas para el bienestar emocional de los peques. “Tratar de ocultar las emociones negativas puede llevar a los padres a sentirse peor con ellos mismos”, explica la citada investigadora. 

El estudio en cuestión analiza el efecto de la simulación de las emociones de padres a hijos. Para ello, realizaron una primera investigación en la que se pidió a 195 padres que citaran tres experiencias recientes con sus hijos, todos ellos y ellas con edades comprendidas entre 4 y 12 años. “La primera debía ser a una experiencia cualquiera, mientras que las otras dos debían corresponder a una situación de ocultación de emociones negativas y otra de exageración de emociones positivas”, explica la doctora Zapata Rojas, que se hace eco del estudio.  Posteriormente, las investigadoras realizaron un test sobre estas acciones para evaluar su situación emocional.

Por otro lado, el estudio incluye un segundo experimento que se realizó a 118 familias que debían responder a un cuestionario online acerca de sus experiencias con los niños durante 10 días consecutivos.

“Los resultados de ambos experimentos mostraron que los padres sentían que las relaciones con sus hijos eran de menor calidad y que tenían menos capacidad para responder a las necesidades de los niños cuando recordaban experiencias en las que habían reprimido las emociones negativas o habían amplificado las positivas”, concluye la doctora Zapata Rojas.

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