Los beneficios que aporta la comprensión lectora son numerosos. No sólo es la base para el aprendizaje y necesaria para un buen rendimiento escolar (puesto que la mayor parte del desarrollo cognitivo se basa en la lectura), sino que también resulta positiva en el aspecto social, emocional e intelectual.
Cuando un niño lee estimula su imaginación, mejora la memoria, potencia su inteligencia y desarrolla su capacidad de análisis y reflexión. Si, además, disfruta haciéndolo, seguramente la lectura se convertirá en un hábito que le acompañará toda su vida.

En este contexto, también conviene prestar atención al desarrollo de las habilidades de escritura, pues la caligrafía ayuda en el proceso de aprendizaje de la lectura, como demuestra un estudio publicado en EEUU por Karin Harman James, investigadora del departamento de Ciencias Cerebrales y Psicológicas de la Universidad de Indiana.
A la hora de adquirir esta capacidad lectora y destreza en la escritura, los padres y maestros desempeñan un papel fundamental. Para ayudarte en este proceso, puedes seguir las siguientes pautas
Ocho técnicas para ayudar a los niños con la lectura y la escritura
¡A practicar todos los días!: Como cualquier destreza o habilidad, la comprensión lectora no surge de la nada. Si creas un hábito diario con tu hijo (leer un cuento juntos antes de dormir, por ejemplo) seguramente despertarás su interés por la lectura. Es importante que le acompañes en sus inicios y que lo vea como una actividad divertida e interesante. Así es más probable que lo vea como una afición y fuente de placer y no como una tediosa obligación.
Leer en voz alta: La lectura en voz alta es una técnica básica para mejorar la fluidez y la comprensión lectora. Si tu hijo se acostumbra a leer en voz alta, aumentará su velocidad de lectura, a la vez que su eficacia lectora. Además, también le ayuda a asociar la pronunciación de las palabras habladas con como están escritas y mejorará su capacidad de memoria e imaginación.
Tú también, lee en voz alta: A los niños les ayuda mucho escuchar a un adulto leer el mismo texto. El ejercicio consiste en que el niño lea un texto primero, después te escuche a ti y, finalmente, el niño lo repita de nuevo. Después de escucharte, lo más probable es que su segunda lectura sea más fluida, tenga más matices y la comprenda mejor.
Enfatiza las palabras clave: En tu lectura en voz alta es recomendable enfatizar las palabras clave para que cuando el niño haga su segunda lectura las recuerde y comprenda así mejor el texto. También recalca las palabras más difíciles y que requieran de una explicación para su significado.
Para empezar, mejor en papel: Cuando un niño está empezando a aprender a leer es mejor que lo haga en papel. En este sentido, recuerda la recomendación de la OMS que aboga por la restricción absoluta de las pantallas antes de los 30 meses. Y a partir de esta edad recomienda usarlas lo menos posible. Además, la letra impresa ayuda a retener mejor el texto y el ritmo que impone es más relajado que si se hace en una tablet u ordenador.
A la hora de escribir, ayúdale a familiarizarse con lápices y cuadernos desde pequeño: Lleva siempre contigo un pequeño estuche con lápices de colores, además de un cuaderno y anímale a dibujar lo que desee. De esta forma, se familiariza con los instrumentos y no los relaciona con una actividad tediosa.
Utiliza cuadernillos de caligrafía: Los cuadernillos especializados de caligrafía por edades son uno de las mejores herramientas para mejorar y desarrollar una buena escritura. Busca cuál es el adecuado según el nivel de tu hijo y que incluya ejercicios divertidos y lúdicos para mejorar su aprendizaje de escritura.
Anímale a escribir: Si ya domina la caligrafía, no dudes en animarle a escribir sus propias historias y haz que eche a volar su imaginación. Para arrancar, puedes ayudarle a inspirarse proponiéndole tú los temas sobre los que puede narrar. Por ejemplo, puedes proponerle que plasme en papel lo que ha hecho durante el día o qué le gustaría hacer.