De las rabietas lo hemos dicho todo, pero para los padres que se tienen que enfrentar a ellas en el día a día, todo lo que se explique es poco. La duda sobre cómo gestionarlas con calma es, sin duda, una de la que más importa a todas las familias que tiene un niño de entre dos y cinco años en casa.
Los berrinches ponen a prueba la paciencia, la calma y todo lo que los padres puedan aprender sobre disciplina positiva y crianza positiva en su vida y, sin embargo, os podemos confirmar que sobrellevarlas con buen pie y con paciencia es posible.
Así se calman las rabietas según el Método Montessori
Para entender cómo se calman las rabietas según María Montessori, primero debes conocer los pilares en los que se basa su método educativo. Este fue definido a lo largo de todos los libros que publicó y están relacionados con acompañar al niño desde el respeto y la calma, dándole siempre espacio para la libertad.
Según su método, en la crianza de un niño el adulto se convierte en un guía que le acompaña en su camino de aprendizaje, desde el amor y el respeto que merecen los niños: aboga por darles espacio para calmarse y para explorar el entorno que los rodea (pues pone siempre en primer lugar a la curiosidad innata de los peques), para que aprendan por sí mismos. Eso sí, a través de sus recursos y la exploración, pero siempre con un guía detrás que le ‘corrija’ o le ayude a mejorar cuando sea necesario.
Sabemos que las rabietas son uno de los mayores retos a los que se enfrentan los padres de niños pequeños. Suelen aparecer cuando el peque no es capaz de hacer frente a emociones nuevas que está empezando a sentir; cuando no tiene las herramientas necesarias para enfrentarse a esa frustración o ese miedo que le atormenta. Algo normal entre los dos y los cinco años de edad (cuando comienza el desarrollo emocional más complejo).

Esto es lo que argumenta María Montessori sobre el papel que el adulto debería desempeñar en medio de una rabieta infantil.
Gestionar el berrinche desde el respeto
Desde el respeto que merece la infancia y cualquier ser humano, María Montessori recuerda la importancia de no gritar, no sujetar y no agarrar a un niño que está teniendo una rabieta. Con este desborde emocional no quieren ponernos a prueba y tampoco buscan que acabamos cediendo a ellas. Simplemente, es una muestra de no saber cómo gestionar lo que están sintiendo.
Por lo tanto, debemos tratarlo con el respeto que merecen. Sabemos que es difícil conseguirlo, porque los gritos, las pataletas y los ‘No’ continuados son muy complicados de sobrellevar, pero hemos de tener siempre presentes que si nosotros no nos calmamos, ellos no se van a calmar.
Ponerse a su altura
Si hay algo en lo que María Montessori incidía mucho eso es en la importancia de la escucha activa, entendida esta a escuchar activamente y con conciencia (sin distracciones). En este sentido, abogada por ponerse a la altura del niño, para hablarle desde una posición de igualdad, mirándole a los ojos de manera fija.
Algo que puede ayudar mucho a que el peque se calme cuando esté emocionalmente desbordado.
Darle libertad para calmarse
La autonomía es, como hemos visto, uno de los pilares fundamentales del método Montessori. Por eso, en un momento de rabieta es necesario que demos al niño su espacio para que se calme.
“Muy fácil de decir”, pensaréis. Pero nada más lejos de la realidad: en esto, el rincón de la calma puede ser vuestro mejor amigo. Se trata de un rincón físico en el que pongáis diferentes estímulos que le ayuden a calmarse: papel que puedan romper o rayar con pinturas, un bote de la calma Montessori, una pelota para que puedan apretarla…
Ofrecerle un abrazo
“A veces, los niños más enrabietados piden a sus padres que los tomen en brazos y sus padres les niegan el abrazo pensando que es otro capricho que no se merecen hasta que estén más calmados. Sin embargo, es una petición de socorro para intentar unir los cables que la rabieta ha cortocircuitado y, si el niño lo pide o se deja, es tremendamente útil”, explica el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.
Eso sí, es importante incidir en no obligarle a abrazarnos: simplemente le preguntaremos si le gustaría recibir un abrazo por nuestra parte.
Anticiparse a las rabietas en la medida de lo posible
Algunas son totalmente inesperadas pero otras, si conocemos los suficiente al niño, las podemos predecir sin problema. ¿Cuáles son las situaciones más susceptibles a desencadenar una rabieta? Aquí te las contamos:
No intentar dialogar con él hasta que no esté calmado
Intentar que un niño que está emocionalmente desbordado razone o entienda algo es totalmente inútil: no lo va a hacer. Es necesario intentar que saquen enseñanzas de las rabietas, pero siempre intentaremos dialogar sobre lo que ha pasado una vez que se calme.