Nuestros hijos crecen, adquieren cada día nuevas habilidades y nos asombran con su gigantesca evolución y sus capacidades de desarrollo. Pero, ¿cómo podemos saber si su crecimiento se adecúa a los cánones de un niño de su edad?
Nos dedicamos, durante toda la infancia de nuestros hijos, a compararle con sus compañeros de clase, a repasar la literatura científica y a devorar revistas que nos puedan ayudar. Aquí encontrarás unas pistas que pueden serte útiles.
Las tres etapas del desarrollo
Si atendemos a su desarrollo cognitivo, los niños pasan por tres etapas desde que aprenden a hablar hasta llegar a la adolescencia.
A partir de ese momento el término “niños” empieza a quedarles un poco pequeño y comienza el auténtico reto. Porque, como dijo la escritora estadounidense Hellen Keller, “no hay atajos para cualquier lugar al que merezca la pena llegar”.

Primera etapa: los dos años
La evolución de los niños a esta edad es espectacular. Es un auténtico carrusel para los sentidos, que se desarrollan plenamente y se empiezan a dominar.
Hasta los 24 meses el crecimiento de los pequeños es asombroso. Lógicamente esa progresión ha de detenerse en algún momento y es en esta edad cuando la curva ralentiza su progresión y empieza a suavizarse según pasan los meses.
Pero no son estos los cambios más fascinantes, con dos años se dan un par hechos conmovedores: los niños ya son capaces de andar con un movimiento estable y comienza el proceso del habla, comprendiendo lo que decimos.
Segunda etapa: de tres a cinco años
Con tres años los niños se incorporan a la escuela infantil por lo que necesitan conseguir dominar los esfínteres. Hay niños más precoces y niños que se toman su tiempo. No hay que hacer un drama si tu hijo va un poco despacio, lo único que harás será añadir presión al pequeño.
Poco a poco el niño se integrará en el colegio y se regularizará su situación. Además, es en esta etapa en la que se define la lateralidad (si el niño va a ser diestro o zurdo).
Pero aún falta lo más interesante. A partir de los tres años nuestros hijos empiezan a distinguir el bien del mal. Comprenden las normas sociales, adoptan conceptos morales y son capaces de empatizar.
No estaría mal en esos momentos recordar la frase del padre de la novela rusa, Nikolai Gogol: “El ejemplo tiene más fuerza que las reglas”. En cuanto al proceso del habla, el vocabulario de nuestros hijos aumentará hasta llegar a las dos mil palabras.

Tercera etapa: de seis a once años
Esta etapa está enmarcada por los acontecimientos escolares. Y el protagonismo se lo lleva la adquisición del lenguaje escrito.
No va a ser una época fácil para nuestros hijos: el desarrollo de la motricidad fija y el aumento de la atención se convertirán en procesos de aprendizaje más complicados que la lectura.
Además, aumenta la importancia del entorno y querrán ir ganando amistades. La familia perderá importancia y los amigos y compañeros de clase serán apoyos esenciales en la preadolescencia.
Estas etapas no son compartimentos estancos inamovibles. Cada niño es un mundo. Lo único que has de recordar es la máxima del profesor Howard Hendricks: “La enseñanza que deja huella no es aquella que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.
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