Cuando un niño o niña contesta mal, muchos padres y madres sienten la urgencia de reaccionar de inmediato, y no siempre de la forma más apropiada. Al menos, de la manera en la que recomiendan los expertos en educación y neuropsicología. Por eso, para corregir este hábito negativo en los peques (y adolescentes), según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, el silencio y una breve pausa pueden ser las mejores respuestas para abordar este comportamiento.
En un reciente post en su cuenta de Instagram, donde miles de familias siguen (seguimos) sus consejos de crianza, Álvaro Bilbao explica cómo actuar ante una mala contestación o un insulto de un niño o niña, destacando tres poderosas razones para dejar pasar al menos cinco segundos antes de intervenir.
En su opinión, no hay solución más efectiva que el silencio. Con su enfoque basado en la neurociencia y la educación emocional, Bilbao propone un cambio de perspectiva que ayuda tanto a los niños y niñas como a los padres a gestionar mejor la frustración y el autocontrol.

Las tres razones para esperar antes de responder a una mala contestación
Para argumentar por qué el silencio es la mejor manera de corregir y responder al hábito de los niños y niñas de hablar mal a sus padres (u otros adultos de referencia), Álvaro Bilbao da tres razones. Las detallamos de forma individualizada a continuación:
1. Evitar que el niño asocie el hablar mal con calmar su frustración
Álvaro Bilbao señala que cuando un niño o niña da una mala contestación, generalmente está reaccionando a un cambio inesperado en sus expectativas: "Cuando un niño da una mala contestación suele ser porque esperaba hacer una cosa y no se lo estás permitiendo. Ese cortocircuito en su sistema de expectativas hace que se sienta frustrado", dice.
Esa respuesta impulsiva busca provocar una reacción en el adulto que le proporcione una dosis de dopamina, asociada con el control de la situación. Por eso, responder inmediatamente puede reforzar un patrón inadecuado: enseñar al niño o niña que hablar mal o insultar es una vía eficaz para gestionar su frustración.
Guardar silencio y esperar, explica Álvaro Bilbao, permite que el niño o niña no obtenga esa "recompensa", contribuyendo a que desarrolle otras estrategias emocionales más saludables.

2. Desactivar nuestra propia respuesta emocional
El segundo motivo que destaca Álvaro Bilbao está relacionado con la necesidad de los padres de gestionar sus propias emociones: "Esos 5 segundos me dan tiempo para desactivar mi respuesta emocional y esto es importante porque no quiero hacer daño al niño y porque no le voy a enseñar a ganar autocontrol perdiendo los papeles", expone.
Esa breve pausa permite al adulto actuar desde la calma y no desde el impulso. Cuando un niño o niña está frustrado, necesita ver en el adulto un modelo de autocontrol, no una reacción impulsiva que pueda escalar el conflicto.
La pausa de cinco segundos ayuda a proteger el vínculo y enseña, con el ejemplo, a regular las emociones de manera adecuada.

3. Recordar que no siempre hay que "devolver la pelota"
Por último, Álvaro Bilbao introduce una idea a contracorriente en la sociedad actual: no todo requiere una respuesta inmediata. "Esto no es un partido de tenis. No tengo que responder a todos los comentarios de los niños con los que trabajo o de mis hijos cuando se frustran", apunta.
Cuando los niños o niñas protestan, se resisten o dicen algo inapropiado, los padres no están obligados a entrar en cada interacción como si fuera un intercambio de golpes. Su función es ayudarles a seguir adelante, incluso si eso significa ignorar ciertos comentarios provocadores. Aprender a no "devolver la pelota", siguiendo el ejemplo tenístico que propone el neuropsicólogo, enseña a los peques que la comunicación respetuosa es la vía para lograr avances, y no la confrontación.
En definitiva, el consejo de Álvaro Bilbao nos invita a repensar nuestra reacción inmediata ante el mal humor o la falta de respeto de los niños y niñas. Con cinco segundos de silencio, podemos cambiar radicalmente la dinámica, protegiendo la relación y enseñándoles, desde la serenidad, habilidades emocionales que les serán útiles durante toda su vida. ¿Te animas a intentar seguir el consejo del experto?