Han sido dos profesoras, Ángela Sánchez-Pérez y Natalia Jiménez, las que cada una de forma individual pero ambas al mismo tiempo, pusieron en marcha sendas peticiones de firmas para solicitar, como petición popular, una legislación que prohíba los teléfonos inteligentes a los niños y niñas por debajo de los 14 años de edad.
Ambas, movidas por los efectos perjudiciales en la atención y el desarrollo que han ido observando a lo largo de los años en sus alumnos, arrancaron con sus peticiones que después, han unificado en una sola para sumar fuerzas ya que el objetivo de ambas era el mismo: proteger a los menores.

Protección a la infancia
Ambas están muy satisfechas de la repercusión que han tenido sus iniciativas y están esperanzadas en que el hecho de haber movido conciencias tenga su respuesta en una legislación que proteja a los menores del problema y el perjuicio que para ellos supone tener un smartphone en sus manos y en sus vidas.
La preocupación de las dos profesoras ha sido la que ha motivado que pasaran a la acción, ambas reconocen que han ido observando en su alumnado durante los últimos años, comportamientos muy graves que deben conocerse y sobre todo limitarse.
Ambas señalan que con un teléfono móvil con el que realizar llamadas es suficiente para un menor de 14 años si sus padres consideran que existe esa necesidad, incluso apuntan la existencia de relojes con los que se pueden realizar llamadas y que además tienen localización GPS.
La respuesta de los responsables
Las declaraciones de la ministra de educación, Pilar Alegría sobre esta iniciativa popular, en las que hablaba de la imposibilidad de “poner puertas al campo” no eran lo que esperaban.
Ángela Sánchez-Pérez señalaba a los medios ante esa respuesta que “si el campo tiene precipicios hay que pensarlo” porque tienen claro que la recogida de más de 63.000 firmas es un paso previo a la negociación con los actuales grupos parlamentarios para tratar de solucionar un problema que están viviendo los niños y las niñas de este país.
Hablamos de ciberbullying, depresión, insomnio o déficit de atención en los centros educativos, como algunos de los comportamientos que estas dos docentes y muchos otros profesionales del ámbito educativo en España están viendo cada día en sus aulas y muchas veces potenciados por el mal uso que los menores dan a un teléfono móvil que les abre las puertas a un mundo para el que aún nada ni nadie parece que les ha preparado.

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