Lo que sí y lo que no debes hacer si tu hijo saca malas notas

El boletín de notas llega más o menos en unos días y puede que algunos padres y madres nos llevemos una sorpresa no muy agradable ante la que es mejor ir preparándonos con tiempo porque hay reacciones que es mejor evitar y otras que son para tener muy en cuenta.
Madre e hija

Las primeras calificaciones del curso, los resultados de los exámenes del primer trimestre, las notas que en algunos hogares se convierten en un mal trago están a punto de hacer su aparición estelar.

Y conviene tener en cuenta lo que podemos hacer, cómo es conveniente que reaccionemos y sobre todo, lo que debemos evitar, lo que no es nada aconsejable que hagamos o digamos a nuestro hijo cuando ponga el boletín en nuestra mano.

Álvaro Bilbao tiene claro que es necesario marcar unos límites y debemos recriminar un mal comportamiento siempre sin hacer sentir mal a nuestra hija o hijo y tratando de que aprendan de la experiencia.

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Corregirles sí pero que esa corrección nunca les haga dudar de su valía porque los niños, nuestros hijos, aprenden cuando la persona que les enseña les muestra amor y actitud positiva y se van a bloquear cuando lo que encuentran en nosotros es rabia o descontrol, así que eso mejor vamos a tratar de evitarlo. Por su bien y por el nuestro también.

La reacción impulsiva mejor la evitamos

No nos van a llevar a ningún sitio cómodo ni constructivo así que mejor “el pronto” que nos pueda provocar el momento, lo vamos a modular todo lo que podamos.

Hace solo unos días conocíamos el caso de una madre que había sido denunciada por su hija ante la justicia por haberla regañado en distintas ocasiones ante su actitud entre otros aspectos con los estudios y las bajas calificaciones que había conseguido en los exámenes. Finalmente el Juzgado de lo Penal Número 2 y la Audiencia Provincial de Burgos determinaron absolvieron a la madre de esas acusaciones.

La cuestión es que teniendo razón, las formas puede que no fueran las más correctas para tratar de solucionar el problema, así que mejor el estallido incontrolado lo dejamos a un lado y si estamos demasiado enfadados vamos a darnos un tiempo para reflexionar e incluso para hacer autocrítica que no es lo mismo que asumir responsabilidades que no nos correspondan.

Es bueno pararse a pensar e incluso es el momento de escribir al profesor, al tutor o al colegio para agendar una cita y poder hablar con ellos cuando sea sobre lo que ha ocurrido y cómo vamos a afrontar la solución entre todos.

Es el momento de pensar que quizás no pasa nada si bajamos un poco el nivel de exigencia, que quizás lo que esperamos de ellos esté suponiendo una presión desmedida y un punto injustificada.

A partir de ahora, déjale claro que te interesa cómo van sus estudios, sin presionar y sin enfados, de una forma amable y tratando de ayudarle y de mostrarle dos aspectos muy importantes, primero localizar juntos cuanto antes si hay alguna dificultad y segundo, demostrarle que tiene tu apoyo incondicional.

Foto: Istock

Vamos a hablar y a escuchar un poco todos

Pasado el primer impacto, ya hemos reflexionado sobre lo que tenemos en las manos, llega el momento de hablar y sobre todo el momento de escuchar. Hay que preguntar y buscar respuestas más para entender que para culpabilizar.

Vamos a conocer su versión, no se trata de darla por buena sin más, sino de saber por qué y qué información va a poner encima de la mesa, cuáles son sus motivaciones, qué ha pasado, cuáles son sus objetivos, cómo es su día a día, cuál es su punto de vista, por qué piensa que se han producido estos resultados que nos han traído hasta aquí.

Piensa que la actitud del niño o la niña ante los malos resultados académicos te va a dar pistas sobre dónde puede estar el problema y en definitiva, para poder solucionarlo es imprescindible localizarlo, identificarlo.

Dale más importancia a su esfuerzo y a su tiempo de estudio que a los resultados obtenidos, premia la perseverancia y muéstrale la importancia que tiene lo que se llama la “cultura del esfuerzo” porque eso va a ser uno de los mayores aprendizajes que haga en toda su vida.

También puede ser un buen momento para hablar de planes de futuro, qué le motiva, cuáles son sus preferencias, dónde están sus intereses, sobre todo sin influir tú en ellos.

Dale protagonismo real a sus intereses para que sienta que él o ella, son los dueños de su aprendizaje, que ellos son los que deciden y que por eso mismo, ellos son los responsables de lo que ocurre, de los avances y también de los desatinos.

Llega el momento de tomar medidas

Es necesario e inevitable y lo primero que es conveniente es que tu hijo o hija acepte la responsabilidad que ha tenido en estos resultados. Los suspensos no llegan porque sí, lo habitual es que el alumno o la alumna no ha estudiado lo suficiente por lo que sea.

Los malos resultados deben tener consecuencias, como es lógico pero no pueden llegar a desmotivarles y sobre todo no pueden llegar a debilitar los vínculos que existen entre hijos y padres.

Hay que plantear soluciones realistas, sensatas y constructivas que se puedan asumir.

  • Ayúdale a programar los tiempos de estudio creando un horario que le ayude a estructurar la semana.
  • Anímale a aprender de un modo autónomo, con herramientas mediante las que pueda investigar por su cuenta y le sirvan de apoyo a lo que explica el profesor en clase.
  • Recuérdale el valor del esfuerzo y la importancia de la recompensa a medio o a largo plazo.
  • Estimula el aprendizaje en casa, el aprendizaje de lo cotidiano con temas que esté estudiando o estén explicando en clase, es una forma de que encuentre sentido a lo que estudia.
  • Práctica juegos o retos en casa que se basen en pruebas de conocimiento, esto va a estimular su aprendizaje y va a suponer un plus de motivación muy positivo.
  • Genera debates o deja que surjan en casa de modo espontáneo y permite que participe de forma activa, que exprese sus dudas y sus opiniones porque es una forma de que se interese por aprender más de esos temas o de los que puedan estar relacionados.

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