Ser Padres

El cólico del lactante no existe

Cuando un bebé sano y bien alimentado llora de forma inconsolable durante al menos: tres horas al día, tres días a la semana y tres semanas o más se dice que tiene cólico del lactante. Pero puede llorar por muchos motivos.

La mayoría de los problemas que hacen que el bebé llore mucho son muy comunes, pero suelen aparecer de forma leve y por tanto es difícil identificarlos. Veámos qué puede tener el niño:

Sus necesidades no están cubiertas

Los bebés necesitan comer, dormir y estímulos. Cuando tenemos unas pautas de crianza rígidas y no atendemos esas necesidades de forma adecuada, el niño siente ansiedad. Y lo expresa llorando. Pero, en este caso, el llanto no es inconsolable. El bebé se calma si le damos lo que necesita: le permitimos dormirse cuando tiene sueño, le alimentamos cuando quiere comer o le proporcionamos estímulos. Cuando damos al bebé lo que necesita en cada momento, notamos una clara mejoría.

Es de alta demanda y le faltan estímulos

Los bebés de alta demanda duermen muy poco durante el día y en cuanto se despiertan, quieren estímulos que no pueden conseguir por sí mismos; comen muchas veces al día, cantidades pequeñas, y en cuanto sacian su hambre, piden estímulos nuevos. Estos bebés tienen tanta necesidad de estímulos que pueden resultar agotadores. Ayuda mucho llevarles en algún sistema de porteo y repartir su cuidado entre varios cuidadores.

Alergia a las proteínas de la leche de vaca

Pueden sufrirla los bebés alimentados con leche artificial y también los bebés que solo toman pecho y tienen alergia a las proteínas de la leche de vaca que toma la madre. Los síntomas son: el niño vomita al tomar el biberón o tiene dermatitis atópica, y en las formas leves solo tiene dolor abdominal con gases y a veces leve irritación de la piel alrededor del ano. Esta alergia se puede detectar con análisis de sangre, pero no siempre son eficaces. En muchas ocasiones, la forma más fiable de diagnosticarla consiste en eliminar la leche de vaca durante unas semanas (si el bebé toma leche adaptada, darle una leche hidrolizada; si toma el pecho, la madre dejará de tomar lácteos) y luego reintroducirla y valorar si afecta al bienestar del bebé.

Reflujo gastroesofágico ácido

Cuando el bebé nace, el estómago produce muy poco ácido. Conforme pasan las semanas, va aumentando la producción para que pueda cumplir su tarea en la digestión de alimentos. A veces el estómago produce más de la cuenta, en ese caso, entre la segunda y la octava semana de vida, el bebé suele interrumpir las tomas con dolor, llorando y arqueándose hacia atrás. Además, tolera mal estar tumbado; cuanto se le deja en la cuna llora o, si está dormido, de repente se despierta llorando y arqueándose de dolor; con frecuencia hace muecas de asco; tiene irritación de garganta y tos con mucosidad y la lengua tiene color blanco-amarillento. En algunos casos, este problema se resuelve solo, pero cuando es intenso y no desaparece, hay que dar al niño un fármaco antiácido. El problema cede entre tres y diez días después de iniciar el tratamiento, pero este hay que mantenerlo durante al menos dos meses.

Intolerancia a la lactosa

Aparece en los bebés que toman biberón y no pueden digerir la lactosa (el azúcar de la leche). El niño tiene muchos gases, dolor de tripa y una diarrea verdosa y ácida que irrita la piel alrededor del ano y con frecuencia produce dermatitis del pañal. El niño mejora al cambiar la leche normal por una sin lactosa.

Pseudo  estreñimiento

Cuando un bebé nace, su ano no tiene fuerza, de forma que cada vez que come y se mueve el intestino, hace caca. Pero poco a poco el esfínter va cogiendo tono y ya solo se relaja si el bebé lo relaja, pero él todavía no sabe que es necesario hacerlo. Así, de repente, el niño pasa varios días sin expulsar las heces y le cuesta eliminar los gases. El día que consigue hacer caca está mejor y a medida que pasan los días y se van acumulando las heces su malestar va aumentando. Cuando está muy molesto, hay que ayudarle a relajar el ano con microenemas de glicerina. Al cabo de pocas semanas aprenderá a relajar el esfínter solo.

Alteraciones de la flora intestinal

Cuando el bebé nace, no hay flora en su intestino, pero desde el primer día este empieza a ser colonizado por gérmenes. La mayoría son beneficiosos, pero algunos pueden generar problemas. Podemos ayudar a que la flora del bebé sea más beneficiosa dándole probióticos (suplementos que aportan gérmenes buenos). Aunque por sí solos no resuelven el problema, sí contribuyen a su desaparición.

Lo más habitual es que un bebé con cólico tenga varios problemas a la vez. Si solo tratamos alguno de ellos, seguirá llorando.

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