Se dice habitualmente que los bebés nos oyen incluso cuando están aún en el útero materno. Recomiendan que les hablemos, tanto las madres como los padres, para que se vayan acostumbrando a nuestras voces. Se recomienda incluso que pongamos música tranquila para que la escuchen y, si elegimos una pieza en concreto y la repetimos a menudo mejor, para que cuando salgan la reconozcan y les ayude a calmarse.
Pero, ¿qué oyen los bebés dentro de la barriga exactamente? ¿Nos oyen? ¿Cuándo empiezan a oírnos? ¿La música que le ponga, tiene que ser música clásica?
Los estudios científicos revelan que el feto puede percibir sonidos procedentes de la madre o del exterior desde la semana 16 de embarazo, aunque los oídos no se desarrollan completamente hasta el sexto mes de gestación. No es que oigan claramente lo que está sucediendo, ni mucho menos, porque están dentro del útero, flotan en líquido amniótico y eso, quieras que no, amortigua mucho el sonido.
A partir del momento en el que empiezan a oír, los bebés escuchan continuamente el latido del corazón de mamá, la palpitación de las arterias y, cuando se producen, los ruidos de las “tripas”, la voz de la madre y en menor medida lo que sucede en el exterior. Se calcula que al bebé le llegan, más o menos, unos 20 decibelios menos de lo que sucede fuera. Si entramos en una discoteca, con la música a unos 100 decibelios, le llegarán unos 80, que equivalen a tener un equipo de música muy alto de volumen.
Desde la semana 28ª se pueden diferenciar las fases de sueño en el feto: intercala momentos de calma, en los que su corazón late más lentamente y su cuerpo reposa, con otros de movimiento.
Estos tiempos de actividad y calma van y vienen sin que exista una regularidad en esta alternancia.
Se considera que las secreciones hormonales de la madre, la cantidad de glucosa que le aporta su sangre e incluso su ritmo de vida influyen en esos periodos de tranquilidad y agitación.
¿Cuándo empieza a tener sueño activo?
El ambiente intrauterino debe ser tan oscuro como silencioso. Aun así, se sabe, por ejemplo, que puede apreciar si un fuerte estímulo luminoso atraviesa la pared uterina, ya que reacciona cambiando de posición para protegerse de la luz. Entre las semanas 30ª y 34ª, ya distingue de dónde procede esa luz, puesto que reacciona si el ecografista pone un foco junto a la tripa de la madre y lo cambia de posición.
- A partir de la semana 30ª ya existe el sueño activo, equivalente al sueño REM del adulto, que es la fase en la que se desarrollan la mayoría de los sueños.
- Alrededor del octavo mes, el feto comienza a alternar con regularidad fases de sueño agitado y de sueño relajado. Durante las primeras sus ojos «revolotean» bajo los párpados y gesticula repetidamente. El registro de estos fenómenos eléctricos confirma que su cerebro está en plena actividad.
Esta circunstancia permite afirmar que en el útero el feto tiene todos los instrumentos necesarios para soñar: una actividad eléctrica cerebral adecuada y la presencia de estímulos que constituirían sus contenidos.