Durante décadas, se ha sugerido que exponer a los fetos a música —especialmente música clásica— podría estimular su desarrollo cognitivo. Ahora, además, un reciente estudio revela que la música no solo podría calmar al bebé en el útero, sino que también puede llegar a modular su ritmo cardíaco de formas medibles, ofreciendo pistas sobre su impacto en el sistema nervioso autónomo.
Este hallazgo revitaliza el debate sobre cómo los estímulos sonoros moldean la vida intrauterina, alejándose de mitos como el "efecto Mozart" para centrarse en cambios fisiológicos concretos y sobre todo, verdaderamente medibles.
Un equipo multidisciplinario de México reclutó a 36 embarazadas y expuso a sus fetos a dos piezas clásicas: El lago de los cisnes de Saint-Saëns y Arpa de oro de Abundio Martínez. A través de monitores cardíacos externos y análisis no lineales de variabilidad, descubrieron que ambas melodías indujeron patrones cardíacos más estables y predecibles en los fetos, con efectos inmediatos pero temporales.
Aunque estos hallazgos no avalan que puedan llegar a producirse CDs milagrosos ni garantizan niños más inteligentes, sí subrayan que el ambiente sonoro materno no es un ruido de fondo pasivo para el futuro bebé. "Los cambios en la dinámica cardíaca ocurren en fluctuaciones a corto plazo, por lo que los padres podrían considerar exponer al feto a música suave", propone Eric Alonso Abarca-Castro, coautor del estudio.
Además y no menos importante, este estudio ofrece un mensaje tranquilizador, que las nanas, las playlist relajantes o incluso una canción favorita no solo conectan a los padres con su hijo antes de nacer, sino que podrían estar esculpiendo silenciosamente los ritmos vitales de un nuevo corazón.

¿Por qué importa la variabilidad cardíaca?
A diferencia de la frecuencia cardíaca promedio, la variabilidad entre latidos refleja la maduración del sistema nervioso autónomo, que regula funciones vitales como la respiración y la digestión. Una mayor variabilidad suele asociarse con un desarrollo saludable, pero los investigadores notaron que la música aumentaba la regularidad de estos patrones. "Especulamos que este efecto momentáneo podría estimular la autonomía del sistema nervioso fetal", explica Claudia Lerma, coautora del estudio.
Curiosamente, Arpa de oro —una pieza mexicana para guitarra— mostró un impacto más marcado que la composición francesa. Los científicos sugieren que factores como el ritmo, la estructura melódica o incluso la familiaridad cultural podrían explicar esta diferencia entre los efectos que provocan cada una de estas piezas clásicas.
Música prenatal: ¿herramienta para el neurodesarrollo?
Investigaciones paralelas apuntan a que la exposición musical en el útero podría aumentar la capacidad del cerebro para procesar sonidos. Un estudio de 2023 de la Universidad de Barcelona halló que los bebés expuestos diariamente a música en el tercer trimestre mostraban respuestas neurales más robustas ante estímulos del habla, facilitando potencialmente la adquisición temprana del lenguaje.
"Los componentes rítmicos de baja frecuencia en la música entrenan al sistema auditivo para organizar la plasticidad neuronal", señala Sonia Arenillas-Alcón, autora principal del estudio.
No obstante, a diferencia de los músicos adultos —cuya velocidad de procesamiento auditivo aumenta por la mielinización—, estos bebés no mostraron cambios en la velocidad de transmisión neural, sugiriendo que los beneficios se limitan a aspectos específicos.
Si estás embarazada
La música siempre es una buena compañía tanto si estás como si no estás embarazada, pero en el caso de que quieras compartir música con tu futuro bebé puedes tomar en consideración las recomendaciones de los investigadores:
- Opta por piezas con estructuras rítmicas variadas y tempo moderado, el estudio sugiere que la música culturalmente familiar podría potenciar los efectos.
- Los investigadores enfatizan el uso de música tranquila para evitar sobreestimulación y en sesiones cortas (20-30 minutos), porque son tiempos suficientes para observar cambios.
- Algunos fetos se mueven al escuchar música, mientras otros se calman. Igual que hay bebés a los que la música les ayuda a dormir profundamente. Monitorear estas reacciones ayuda a personalizar la experiencia.

Más allá del mito
En 1993, un estudio afirmó que escuchar a Mozart elevaba temporalmente el razonamiento espacial en adultos, dando origen al fenómeno "efecto Mozart". La prensa popularizó la idea de que escuchar a Mozart durante el embarazo hacía que el bebé fuera más inteligente, lo que obviamente sirvió para impulsar las ventas de CDs y hasta políticas públicas, como en Georgia (EE.UU.), donde se propuso distribuir música clásica a recién nacidos.
Sin embargo, meta análisis posteriores han desmentido estas afirmaciones. Pietschnig y colegas (2010) revisaron 39 estudios y encontraron efectos insignificantes, atribuyendo los hallazgos iniciales a sesgos metodológicos. Frances Rauscher, autora del estudio original, aclaró que su trabajo nunca sostuvo que Mozart aumentara la inteligencia general, sino que mejoraba brevemente tareas espaciales específicas.
El nuevo estudio mexicano marca un contraste: en lugar de prometer beneficios cognitivos, evidencia cambios fisiológicos concretos —aunque transitorios—, ofreciendo una base más sólida para explorar cómo la música modula el desarrollo fetal.
Referencias
- José Javier Reyes-Lagos; Hugo Mendieta-Zerón; Migdania Martínez-Madrigal; Juan Carlos Santiago-Núñez; Luis Emilio Reyes-Mendoza; Ximena Gonzalez-Reyes; Juan Carlos Echeverría; Eric Alonso Abarca-Castro; Ana Karen Talavera-Peña; Sara Avilés-Hernández; Claudia Lerma . 2025. “Response to music on the nonlinear dynamics of human fetal heart rate fluctuations: A recurrence plot analysis”. Chaos 35. https://doi.org/10.1063/5.0236416

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