Los expertos recomiendan educar y poner límites sin gritos

Educar desde la serenidad y el diálogo, pero sin perder de vista la necesidad de vivir con normas es posible. Los niños se sienten más seguros y los padres más serenos.
La técnica del disco rayado con niños para no recurrir a los gritos

Los límites son necesarios para el desarrollo emocional de los niños. Les da seguridad, les ayuda en la convivencia y las relaciones con los demás, y aumentan su autoestima porque sienten la atención del adulto por ellos.

Gracias a los límites y las normas, los niños adquieren hábitos y rutinas, crecen cognitiva y emocionalmente y aprenden a adelantarse a ciertas situaciones.

Según la psicóloga clínica Rebeca Vidal, gracias a los límites “también aprenden a gestionar las emociones negativas como tristeza, enfado o frustración” por lo que evitar las normas hará que los niños “no adquieran las habilidades necesarias para afrontar ese tipo de emociones”.

Pero las normas, muchas veces, les aburren. ¿Cómo hacer, entonces, para que los niños acepten los límites? Según ha explicado la experta a Ser Padres, a la hora de establecer estos límites y para facilitar su cumplimiento debemos tener en cuenta diez aspectos indispensables.

10 aspectos indispensable para poner límites sin gritos

  • Acuerdo. Las normas deben ser consensuados por la pareja y respetadas por ambos. También han de ser acordes a las circunstancias familiares y a la edad y capacidad del niño.
  • Claros y concretos. Los límites deben estar claramente especificados. El niño no puede adivinar qué esperamos de él si no se lo decimos con claridad. El “portarse bien” es un concepto muy amplio, por lo que debemos ser muy claros y decirle qué conductas en concreto esperamos.
  • Explicar el porqué. Si el niño lo comprende es más probable que lo cumpla. “No muerdas a tu hermano porque eso le hará daño”.
  • Advertir sobre las consecuencias. El niño tiene que entender que es responsable de sus actos y que no cumplir una norma o saltarse un límite puede suponer la retirada de un privilegio o un castigo.
Hay que poner límites a nuestros hijos, pero sin gritar, según los expertos. - Liza Summer - Pexels
  • Firmeza. La norma se debe cumplir siempre, independientemente de lo cansados que estemos o de que no tengamos ganas. Si se aplican unos días, pero otros se pasan por alto el niño aprenderá que a veces no es necesario que lo haga y será más fácil que intente resistirse. No hay que dar opción al no.
  • Seguridad en el tono y el no. El tono utilizado debe ser seguro, sin gritos y rostro serio. Se puede ser algo flexibles en el modo de ejecución de la norma, pero nunca en si se ejecuta o no. Es indispensable que el adulto controle sus emociones. Hay que evitar perder el control.
  • Ofrecer alternativas. Que el niño pueda tener diferentes alternativas para cumplir la norma y que él elija la que prefiera la aporta cierto control y ayuda a evitar resistencias. “Es hora de ir a la cama, ¿qué cuento quieres que leamos hoy?”
  • Reprobar la conducta, nunca al niño. Explicarle que lo que estamos desaprobando es esa conducta, no a él. En vez de decirle “eres malo” debemos decirle “eso que has hecho está mal”.
  • Plantear las órdenes en positivo siempre que sea posible. Las reciben mejor. Es siempre mejor decir “habla bajito” que “no chilles”.
  • Tener paciencia. Cuando se pone una norma o se establece un límite hay que dar un margen de tiempo para que el niño la acabe interiorizando. Necesita de cierto entrenamiento. Debemos ser un poco pacientes y al principio recordársela cuando sea necesario hasta que la asuma.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar