¿Qué es el fenómeno vamping en adolescentes? Descubre cómo afrontarlo

Cuando parece que todo está en calma, llega el fenómeno vamping. Y puede estar afectando a la salud de tu hijo sin que te des cuenta.
El vamping de adolescentes, también conocido como "vamping digital" o "vamping tecnológico", se refiere a la práctica, principalmente entre adolescentes, de permanecer despiertos hasta altas horas de la noche utilizando dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles, tabletas u ordenadores. / Fuente: Gemini

“Voy a dormir, buenas noches”. Eso te dice tú hijo, le das un beso, apagas la luz y a los cinco minutos… ¡Luz bajo las sábanas! Una sesión de scroll, memes, vídeos, partidas o mensajes hasta las tantas. Si esta escena te suena, es muy posible que estés conviviendo con un pequeño vampiro digital, o mejor dicho: con un adolescente que practica vamping.

¿Pero qué tiene de malo estar un rato con el móvil antes de dormir?

La respuesta rápida: mucho más de lo que parece. El sueño no es un lujo, ni algo que se pueda posponer sin consecuencias. Es una necesidad biológica, especialmente en la adolescencia, una etapa en la que el cerebro se está reorganizando, consolidando aprendizajes, gestionando emociones y preparando el cuerpo para crecer. Y todo eso… ocurre mientras duermen.

El problema del vamping no es solo que se acuesten más tarde. Es que la exposición a las pantallas justo antes de dormir interfiere directamente en la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño. Esto hace que el cuerpo “no entienda” que es hora de descansar. Resultado: se duermen tarde, descansan poco y mal, y se despiertan agotados.

Según diversos estudios, más del 60% de los adolescentes duermen menos de 8 horas durante los días lectivos. Lo ideal serían entre 9 y 10, pero si a eso le sumamos que muchos se duermen con el móvil en la mano, que reciben notificaciones a mitad de la noche o que sienten la necesidad de revisar redes sociales a las 2 a.m., el descanso se convierte en una misión imposible.

Asimismo, dormir lo suficiente no es solo necesario para adolescentes, sino para niños pequeños, por eso, te explicamos en el siguiente artículo lo que implica que un niño de 4 años trasnoche más de la cuenta.

Los adolescentes que practican vamping suelen conectarse a internet, redes sociales, jugar videojuegos o enviar mensajes durante las horas en las que deberían estar durmiendo. / Fuente: Gemini

¿Por qué lo hacen?

Porque es su forma de desconectar del mundo… pero conectándose. Los adolescentes viven conectados: socializan, se informan, se entretienen y hasta se relajan a través de sus pantallas. Muchos tienen la sensación de que, si se van a dormir, se pierden algo. Temen quedarse fuera de una conversación, no ver el último vídeo viral, no responder a tiempo. Es lo que se conoce como FOMO o “fear of missing out”, y es real.

Además, la noche es el único momento en el que sienten cierta privacidad. Nadie les mira por encima del hombro, no hay deberes, no hay horarios, no hay padres preguntando. Es su “rato para ellos”, aunque a costa de su salud.

Efectos del vamping: lo que cuesta ver a simple vista

Uno de los primeros signos de alerta es la fatiga diurna. Cuesta levantarlos por la mañana, están lentos, distraídos, se despistan con facilidad y su rendimiento escolar empieza a caer sin que nadie sepa muy bien por qué. Lo que ocurre es que su cerebro no ha descansado lo suficiente para procesar y consolidar lo aprendido el día anterior, y eso se nota en clase, en casa y en su estado de ánimo.

Y hablando de estado de ánimo… dormir poco y mal también los vuelve más irritables. Están más susceptibles, reaccionan con más intensidad y tienen menos tolerancia a la frustración. Es el típico “está insoportable” que a veces se achaca a las hormonas, pero que muchas veces tiene más que ver con la falta de sueño que con la edad. La conexión entre descanso y emociones es directa: sin el sueño necesario, el cerebro emocional se desregula y se desborda con facilidad.

Pero esto no es solo una cuestión de malhumor. Diversos estudios han asociado el sueño insuficiente y desordenado con un mayor riesgo de ansiedad y depresión en adolescentes. Y no es casualidad: el insomnio, el uso excesivo de pantallas y la hiperconexión nocturna afectan a la regulación de neurotransmisores como la serotonina, y eso tiene impacto en cómo se sienten, cómo piensan y cómo se relacionan con los demás.

A nivel físico, el cuerpo también paga su precio. Dormir mal puede generar alteraciones en el apetito, dolores de cabeza frecuentes, caída de defensas o mayor propensión a resfriados. Incluso se ha visto que puede interferir con el crecimiento o con la regularidad hormonal. Y si a eso le sumamos que muchos adolescentes no desconectan ni para comer ni para moverse, el resultado es un cuerpo al límite… aunque tenga 14 años.

Cansancio y fatiga diurna pueden ser causas relacionadas con el vamping. / Fuente: Gemini

¿Y qué podemos hacer como padres sin convertirnos en cazavampiros?

Lo más importante: no se trata de espiar, controlar, ni cortar el WiFi.

El vamping no se combate con castigos ni persecuciones, sino con confianza, diálogo y pequeños hábitos que ayuden a construir una rutina de descanso realista y saludable. Y sí, sin dramas. Aquí van algunas ideas que pueden marcar la diferencia:

¡Hablar del sueño sin que parezca una charla de ciencia!
Puede parecer obvio, pero muchos adolescentes no saben realmente por qué dormir bien les hace bien. Hablar del sueño como un superpoder, que mejora la memoria, el humor, la piel, el deporte, el ánimo, es más eficaz que repetir que "hay que dormir ocho horas". Dar ejemplos claros, conectar con lo que a ellos les importa: ¿te has sentido más cansado hoy? O ¿te costó concentrarte en clase?, y vincular el descanso con su bienestar puede abrir la puerta a una reflexión más profunda.

Estableced rutinas de desconexión (sin convertirlo en castigo)
Una hora antes de dormir, lo ideal es apagar pantallas. Lo sabemos: parece imposible. Pero no tiene que ser radical ni aburrido. Se puede negociar una transición suave: dejar el móvil fuera del dormitorio, leer algo corto, poner música suave, hacer estiramientos, incluso hablar un rato en lugar de solo decir “buenas noches”. El cuerpo y la mente necesitan pistas para ir bajando la velocidad. Si todo el día están en modo scroll, el botón de off no funciona tan fácil.

Fuera móviles de la habitación (sí, incluso el nuestro)
Esta medida es, probablemente, la más eficaz y también la más resistida. Pero dormir sin el móvil al lado reduce la tentación de mirar “solo cinco minutos más”. Lo ideal es que el dormitorio sea una zona libre de pantallas, para todos. No como una norma punitiva, sino como un gesto de autocuidado compartido. Incluso dejar todos los móviles cargando en la cocina o en una base común puede enviar un mensaje muy potente: aquí dormimos, no navegamos.

Dar ejemplo (porque ellos ven todo, aunque no lo digan)
Si nosotros revisamos el correo a medianoche, contestamos WhatsApps en la cama o nos dormimos con la tablet encendida, perdemos credibilidad. Lo más poderoso que podemos hacer es mostrar que también nos cuesta desconectar, pero que lo intentamos. Dormir bien no debe ser una obligación para ellos, sino un valor familiar. Y eso se transmite más con gestos que con discursos.

Usar herramientas de control parental, pero con diálogo
Hay aplicaciones que permiten limitar el uso de pantallas en horarios concretos, y pueden ser útiles. ¡Pero la clave está en cómo se aplican! Si se imponen sin más, se perciben como castigo o vigilancia. Si se explican con honestidad, incluso se puede pactar un horario en conjunto y revisarlo cada cierto tiempo.

Escuchar antes de intervenir: el vamping es una señal, no una traición
Es fácil pensar que el vamping es desobediencia, falta de límites o simple vicio digital, pero muchas veces es una forma de buscar intimidad, desconectar del día, evitar pensamientos incómodos o llenar huecos emocionales. Antes de cortar el cable, conviene preguntarse qué hay detrás.

¿Cuánto tiempo pasa tu hijo usando el móvil, la tablet o el ordenador antes de dormir? ¿A qué hora se sueles acostar y levantar? / Fuente: Gemini

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