Una mirada optimista al Programa de Enriquecimiento Educativo para alumnos con altas capacidades de la Comunidad de Madrid

Este sábado 21 de octubre ha arrancado el curso del PEAC, el recurso gratuito que la Comunidad de Madrid ofrece al alumnado con altas capacidades intelectuales de la región.
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Este sábado 21 de octubre arrancó el nuevo curso dentro del Programa de Enriquecimiento Educativo para alumnos con altas capacidades (intelectuales) de la Comunidad de Madrid, el famoso PEAC. Da mucho que hablar entre familias y docentes este recurso gratuito, financiado por el Gobierno regional, que este año ha sido ampliado y reforzado con un aumento del presupuesto. Como padre de una alumna del PEAC, he leído con atención las críticas recientes de las familias hacia esta actividad —publicadas, por ejemplo, en un reportaje en Madrid Diario—, y me veo en la obligación de aportar una mirada optimista al respecto.

Vaya por delante que estas líneas reflejan una opinión personal en primera persona. No es anónima porque es la mía, pero sí muy subjetiva, ya que está construida en base a unas expectativas personales, las mías, hacia el PEAC, y la experiencia de mi hija en su primer año completo en la actividad.

El PEAC no es una actividad extraescolar. Esto es, no podemos compararla con los partidos de fútbol de los sábados por la mañana, o con ir a la escuela de música a tocar el violín, por citar dos ejemplos dispares. Algunas familias lo equiparan, y creo que están equivocadas. No solo porque se trata de un recurso gratuito, sino por lo que es y para qué es. Esta es una actividad diseñada para ampliar recursos a una parte del alumnado que tiene necesidades educativas especiales muy específica y, como el equipo de orientación del cole de nuestras peques nos dijeron antes de pedir la plaza de nuestra hija, es una oportunidad para regar la curiosidad en los niños con altas capacidades intelectuales, para que sigan descubriendo cosas nuevas y para que se relacionen y conozcan a otras personas de su edad que piensas de una forma similar por una cuestión puramente neurológica, sus cerebros funcionan de forma similar.

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Pero el Programa de Enriquecimiento Educativo para alumnos de la Comunidad de Madrid no es la panacea. Es importante acudir, en mi humilde opinión como padre, con unas expectativas por crear. Tampoco bajas, ojo. Pero sí dejando a un lado prejuicios y expectativas altísimas, porque nadie sale siendo un genio o genia del PEAC. En cambio, sí pueden salir niños y niñas más curiosos, motivados, realizados y, en definitiva, felices, porque se lo han pasado muy bien, han disfrutado de la compañía y un tipo de aprendizaje lúdico y muy experiencial. Y encima, han ampliado sus relaciones sociales. Por ejemplo, el año pasado nuestra hija descubrió la magia, conoció mucho más de las aves que habitan los cielos y tejados de Madrid y por qué su función es tan importante en el ecosistema, aprendió de la obra de Sonia Delauney o Alberto Giacometti y profundizó en la figura de Jane Goodall a través de distintas actividades. Y la semana que viene, en la primera clase del nuevo curso, descubrirán cómo funciona la técnica del Carbono 14, que ha cambiado, por ejemplo, el mundo de la arqueología, y por ende, de la historia.

Todo suma, y el PEAC lo hace de forma gratuita. Y dado que es un recurso limitado, en el que no tienen plaza todos los niños y niñas con altas capacidades de la Comunidad de Madrid, si un peque no lo disfruta, cosa que es completamente normal, o si no cumple con las expectativas de los adultos, quizá lo mejor sea dejar paso al siguiente peque de la lista. Puede que, como nuestra hija, se levante sola sin despertador dos sábados al mes, a la misma hora que para ir al cole, con una sonrisa y el depósito de energía lleno, con ganas de abrir nuevas ventanas de conocimiento en el PEAC.

Evidentemente, como en cualquier otro ámbito educativo y formativo, hay profes que encajarán mejor o peor con tu hijo o hija, pero yo, desde aquí, rompo una lanza a favor de este tipo de programas públicos que tanto ayudan y atienden a los peques con altas capacidades intelectuales. Eso sí, un programa que nunca debe suplir, sino complementar, a la atención personalizada que los niños y niñas con altas capacidades intelectuales deben recibir en sus respectivos colegios. Porque no vale eso de “como ya les atienden en el PEAC…”. Que no te la cuelen.

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