El blog divulgativo de la universidad de Harvard es una fuente de información de primera categoría para todas aquellas personas que tengan interés en la crianza, tanto desde el punto de vista de la educación como de la psicología. Se pueden encontrar en él artículos tan interesantes como este en el que los expertos de la prestigiosa institución recalcan cuáles son las claves más importantes en el desarrollo infantil que los adultos no debemos olvidar.
Harvard ha dado forma a esta lista a partir de los recientes avances en la ciencia del desarrollo infantil, cuestión capital en este informe de la universidad titulado De las mejores prácticas a los impactos innovadores, un documento elaborado por su Centro para el Desarrollo del Niño.
En opinión de esta entidad de la universidad de Harvard especializada en la infancia, hay otro cuestiones que son “más importantes” que el resto sobre el desarrollo de los niños y niñas. “Los recientes avances en la ciencia del desarrollo infantil temprano y su biología subyacente proporcionan una comprensión más profunda de que puede informar y mejorar las políticas y prácticas existentes, así como ayudar a generar nuevas formas de pensar sobre las soluciones”, explica la universidad.
Las ocho claves que destaca Harvard
Estas son las ocho claves del desarrollo de la infancia que los expertos de la universidad de Harvard recomiendan tener presentes a los adultos:

El impacto de las tensiones en sus entornos familiares y de cuidado.
Para la universidad de Harvard, tanto las experiencias fetales como en la primera infancia “pueden provocar alteraciones físicas y químicas en el cerebro que pueden durar toda la vida”. Señalan desde la universidad que “los cambios biológicos asociados con estas experiencias pueden afectar múltiples sistemas orgánicos y aumentar el riesgo no solo de deterioros en la capacidad de aprendizaje y el comportamiento futuros, sino también de malos resultados de salud física y mental”.
El impacto de los factores ambientales
Siguiendo con el punto anterior, la universidad de Harvard recuerda que “el entorno en el que uno se desarrolla antes y poco después del nacimiento proporciona experiencias poderosas que modifican químicamente ciertos genes de manera que luego definen cuánto y cuándo se expresan”. Por ello, recalca que los factores genéticos, si bien ejercen una “potente” influencia en el desarrollo humano, “los factores ambientales tienen la capacidad de alterar la herencia familiar”. La universidad de Harvard pone el siguiente para explicarlo: “los niños nacen con la capacidad de aprender a controlar los impulsos, centrar la atención y retener información en la memoria, pero sus experiencias desde el primer momento año de vida sienta las bases de qué tan bien se desarrollan estas y otras habilidades de función ejecutiva”.
El apego más allá de los padres
Para los expertos de Garbarino, “si bien el apego a sus padres es primordial, los niños pequeños también pueden beneficiarse significativamente de las relaciones con otros cuidadores receptivos tanto dentro como fuera de la familia”. De hecho, destacan desde la universidad que “tener varios cuidadores puede promover el desarrollo social y emocional de los niños pequeños”. Eso sí, también advierten de que “las frecuentes interrupciones en la atención, la alta rotación del personal y las interacciones de mala calidad en los entornos de los programas para la primera infancia pueden socavar la capacidad de los niños de establecer expectativas seguras sobre si se satisfarán sus necesidades y cómo”.
El desarrollo a partir de los tres años continúa
Es cierto que aspectos básicos del cerebro como la capacidad de ver u oír con eficacia se desarrollan especialmente con las experiencias tempranas, pero los expertos de Harvard recuerdan que el desarrollo cerebral continúa más allá de los tres años de vida. “Aunque en general se aplica el principio básico de que ‘cuanto antes es mejor que más tarde’, la ventana de oportunidad para la mayoría de los ámbitos del desarrollo sigue abierta mucho más allá de los 3 años, y seguimos siendo capaces de aprender formas de ‘evitar’ los impactos anteriores hasta bien entrada la edad adulta. años de edad adulta”, argumentan desde Harvard.

El impacto del maltrato psicológico
Si quitar un gramo de importancia a la violencia y los abusos físicos, la universidad de Harvard afirma que “la negligencia grave parece ser una amenaza para la salud y el desarrollo al menos tan grande como el abuso físico, y posiblemente incluso mayor”. Los niños y niñas que sufren períodos prolongados de negligencia, añaden desde la universidad norteamericana, “exhiben deterioros cognitivos más graves, problemas de atención, déficits del lenguaje, dificultades académicas, comportamiento retraído y problemas con la interacción con sus compañeros a medida que crecen”.
Ser un niño maltratado no significa que vaya a ser un adulto violento
Hay una tendencia a dar por hecho que el niño que sufre en sus carnes la violencia física y psicológica será un adulto violento. Desde Harvard afirman al respecto que “los niños pequeños que han estado expuestos a la adversidad o la violencia no siempre desarrollan trastornos relacionados con el estrés ni se convierten en adultos violentos” Estos peques, remarcan desde la universidad, sí corren “mayor riesgo de sufrir impactos adversos en el desarrollo del cerebro y problemas posteriores de agresión”, pero no es algo definitivo. “De hecho, se les puede ayudar sustancialmente si se establecen lo antes posible relaciones confiables y enriquecedoras con cuidadores que los apoyen y se les brindan los tratamientos adecuados según sea necesario”, afirman desde Harvard.
Aislar de un entorno peligroso es el primer paso pero no garantiza acabar con el riesgo
“No hay duda de que los niños en peligro deben ser retirados inmediatamente de situaciones peligrosas”, subrayan los expertos de Harvard. “De manera similar, los niños que sufren negligencia grave deben recibir cuidados receptivos lo antes posible”, añaden. Pero, dicho esto, desde la universidad recuerdan que para la mayoría de los menores que han vivido este tipo de experiencias traumáticas no basta con retirarles de dicho entorno, sino que es necesario que estén en entornos “de seguridad, control y previsibilidad”, y que reciban atención extra. “Normalmente requieren atención terapéutica y de apoyo para facilitar su recuperación”, apuntan desde Harvard.
La resiliencia requiere personas de apoyo y seguridad
Las relaciones sociales sanas son esenciales para el desarrollo infantil. “La capacidad de adaptarse y prosperar a pesar de la adversidad se desarrolla a través de la interacción de relaciones de apoyo, sistemas biológicos y expresión genética”, afirman desde Harvard.
La universidad califica de errónea la creencia generalizada de que “las personas solo necesitan recurrir a alguna fuerza heroica de carácter”. Harvard asegura que la ciencia avala “que es la presencia confiable de al menos una relación de apoyo y múltiples oportunidades para desarrollar habilidades efectivas de afrontamiento los elementos esenciales para fortalecer la situación” lo que marca la diferencia en este sentido.