En la Universidad de Harvard hablan de la construcción del cerebro infantil a través del juego, ya que desde que somos bebés, las interacciones lúdicas y sencillas con los adultos, se ha demostrado que van trabajando en el desarrollo de una arquitectura cerebral sólida.
Mediante el juego los niños fortalecen y practican habilidades que les van a ser de gran ayuda a lo largo de su vida, cuando sean adultos. Aprenden a centrar su atención, fortalecen su memoria de trabajo e incluso desarrollan su autocontrol.
Desde bebés hasta adultos
Obviamente para que jueguen los bebés, los investigadores de la Universidad de Harvard en equipo con la Fundación LEGO, aplauden aquellas actividades en las que participan los adultos con los niños.
Cuando estos crecen es cuando los adultos se retiran del tiempo de juego para que así desarrollen su independencia al jugar con sus iguales, con sus compañeros.
Desde los primeros juegos de ocultación, de imitación, los juegos con contenedores, son actividades que están enseñando a los bebés a centrar su atención, a practicar un autocontrol inicial muy básico y a utilizar la llamada memoria de trabajo.
Cuando van creciendo van desarrollando su lenguaje y sus habilidades físicas, empiezan a frustrarse si no tiene las palabras o la forma con la que expresar sus necesidades y sus deseos. Podemos apoyar ese crecimiento y desarrollo con juegos entretenidos como las canciones, el emparejamiento, la clasificación, los rompecabezas.
Cada niño se va a desarrollar a su propio ritmo aunque hay unos hitos más o menos comunes, por eso es importante elegir juegos adecuados para las habilidades individuales de los niños. Deben ser desafiantes pero no frustrantes y el adulto debe tener siempre claro que no es quien lidera el juego, sino todo lo contrario.
Anime a los niños y a las niñas a concentrarse en juegos nuevos y no tanto en ganar o en perder, potencia la posibilidad de hacer nuevos amigos para que aprendan a convivir, a tolerar y a llevarse bien con otros niños y niñas.

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