Hablar de las emociones básicas con los niños puede ser a veces un campo complicado, porque no sepan bien definir lo que sienten, porque no encuentran las palabras o porque no tienen claro si es un sentimiento o es otro, pueden estar confusos ante la novedad en algunas ocasiones. Ante esas situaciones, los niños necesitan sentirse acompañados y conectados emocionalmente con los adultos que les cuidan y les dan seguridad.
Las emociones básicas son aquellas que reconocemos independientemente de nuestra cultura porque tienen una base biológica. Son esas emociones que todo el mundo siente y percibe, las que no necesitan de idiomas para que las entendamos cuando miramos a otra persona, las que son fundamentales para la supervivencia porque nos ayudan a responder de manera adecuada en cada situación.
Para Paul Ekram, uno de los investigadores más reconocidos en este campo, las emociones básicas son: alegría, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa. Trabajar las emociones con los niños es una necesidad y forma parte de su educación y crecimiento.
Mafalda y la alegría
Mafalda es un personaje optimista aunque a veces sea quizás más irónico de lo que podría esperarse de una niña. Para Elsa Punset entrenar el optimismo es vital en la educación y el desarrollo de los niños.
- El momento perfecto para cumplir sueños es ahora.
- Disfruta lo que tienes, mientras llega lo que quieres.
Mafalda y la tristeza
Hasta una niña optimista y positiva como ella tiene momentos en los que la invade la tristeza, porque es una sensación que hay que vivir y hay que entender, sobre todo buscar qué nos produce esa tristeza y cómo podemos gestionarla y nosotras como madres y padres, tratar de ayudarles a sobre llevarla, como hace ella cuando dice:
- ¡Mamá! ¿Qué te gustaría ser si vivieras?
- Promesas y promesas, hay gente que lo único que cumple son años.
Mafalda y el miedo
Sabemos que ninguna emoción debería reprimirse durante la infancia, ni siquiera esta, lo que podemos es aprender a identificarla, gestionarla y enseñárselo a nuestros hijos poco a poco.
Lo que más caracteriza a Mafalda es su capacidad de reflexionar sobre lo que la rodea, sobre su entorno más cercano pero también sobre lo que pasa en el mundo y a veces, muestra su miedo y su temor con pensamientos tan interesantes como estos:
- La violencia es el miedo a los ideales de los demás.
- ¿Ven? (refiriéndose a la porra de un policía) Este es el palito de abollar ideologías.
Mafalda y la rabia
No puede negar Quino que a su niña le produce mucha rabia la intolerancia humana, la sin razón, la violencia y la desigualdad social. Igual que cuando un niño o una niña tiene una rabieta que los expertos recomiendan pararse y respirar, Mafalda hace eso mismo pero además reflexiona en voz alta. Frases como estas lo dejan muy claro y nos lo ponen muy fácil para hablar de esta sensación con los niños:
- El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.
- Claro, lo malo es que la mujer en vez de jugar un papel, ha jugado un trapo en la historia de la humanidad.
Mafalda y la sorpresa
Es una niña, la sensación de sorprenderse cada día por miles de cosas, comportamientos o situaciones en las que se ve de alguna forma involucrada, es una constante. Se sorprende escuchando a sus propios amigos, se sorprende de lo que hacen o dicen los adultos y también se sorprende con las pequeñas cosas del día a día, quizás las más importantes:
- ¿No es increíble todo lo que puede tener dentro un lápiz?
- ¿No se han puesto a pensar que, si no fuera por todos nadie sería nada?
Mafalda y el asco
¡Palabras mayores!
Si hay algo a lo que Mafalda tiene un profundo asco y le produce una tremenda repulsión es la sopa. Odia este plato por su simbología, a modo de crítica social, como desafío a la tradición, es un odio que ella tiene muy claro y que no disimula en frases como estas:
- ¡Sopa!¡Qué asco!
- Si la sopa fuese un ser humano, sería una persona deleznable.

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