Para esta conocida psicóloga el ejemplo es muy claro, “el cerebro es como velcro para lo negativo y teflón para lo positivo”. Estamos demasiado acostumbrados a recordar mucho más tiempo y con más intensidad lo que nos duele que las experiencias positivas que vamos viviendo.
Elsa Punset defiende que en la inteligencia emocional lo que se busca es trabajar el optimismo, con el fin de mejorar “las habilidades sociales y emocionales”. Ella defiende en sus charlas que el pasado siglo XX ha sido “el de la supervivencia física” y el siglo XXI es “el de la salud mental” algo en lo que tenemos que involucrarnos para conseguir que nuestros hijos crezcan emocionalmente sanos.
Elisabeth Kubler-Ross tiene una frase muy conocida que dice que “en cada momento tenemos la opción de elegir entre el amor y el miedo” y Elsa Punset nos anima a elegir el amor, a apostar por el optimismo en nuestras vidas.
Cada día hacemos una elección, elegimos las emociones que nos alimentan y si elegimos el amor en su sentido más amplio, como amistad, como ternura, como una manera de vincularnos con el mundo, para Elsa Punset estamos apostando por superar el miedo, por no transmitir nuestros miedos a nuestros hijos, por ignorar ese miedo “del cerebro del Paleolítico” que buscando protegernos para sobrevivir nos impulsa a ser indiferentes, codiciosos e incluso crueles en ocasiones.
En modo positivo
Elsa Punset considera que “es fundamental mirar al futuro con esperanza” porque como ella misma comenta en sus conferencias “ahora la ciencia nos dice que la gente optimista tiene más amigos, mejores trabajos, suele ganarse mejor la vida y resuelve más problemas” en su día a día y ese optimismo se puede trabajar o entrenar.
A veces con pequeños detalles, aprendemos a ser optimistas con Mafalda por ejemplo, leyendo algunas de sus ideas y sus reflexiones, igual que aprendemos a ser optimistas cuando nos damos cuenta de la importancia de celebrar los errores y los fracasos nuestros o de nuestros hijos, apreciando más el esfuerzo que el resultado obtenido.
En una de sus canciones, Leonard Cohen dice que “hay una grieta en todo, así es como entra la luz”, para Elsa Punset esta idea explica por qué “solemos cambiar solo cuando las cosas se ponen realmente incómodas. Por eso cambiamos desde el dolor.”
La neurociencia nos ha demostrado que nuestro cerebro es plástico, que nos permite adaptarnos y cambiar para poder sobrevivir, por lo que “¡qué magnífico sería aprender a mover el mundo desde la alegría!” señala Elsa Punset que además, reconoce estar convencida de que algún día el ser humano lo logrará.
Por eso es tan importante tener en cuenta distintas recomendaciones para criar niños felices que nos llegan desde expertos de la Universidad de Harvard por ejemplo o hábitos y costumbres de otras culturas distintas a la nuestra con los que también se busca criar niños felices que podemos aplicar sin demasiado esfuerzo por nuestra parte.
Meditar, el entrenamiento positivo
Nuestro cerebro tiene la capacidad de mirar al futuro pero “recordar el pasado con el sesgo negativo”, nos recuerda Elsa Punset. A lo que hay que añadir que el cerebro humano no se considera realmente maduro hasta que no cumple los 23-24 años, lo que explica el hecho de que “a los adolescentes les cuesta mirar al futuro con esperanza, no controlan sus impulsos y se desesperan”.
Los niños tienen la enorme capacidad de vivir el presente de forma muy consciente, más que los adultos, y por eso “son los grandes meditadores que tenemos en el mundo”, señala la psicóloga Elsa Punset y añade que además, los niños sonríen “una media de 300 veces al día, cuando los adultos sonreímos al día 17 veces de media”.
Somos más felices teniendo plena consciencia de lo que estamos viviendo, dejando de pensar en lo que está por venir y conviene aprender “a ser conscientes de ello y a limitar las obligaciones que nos vamos cargando en nuestra vida”, señala Elsa Punset. La meditación “nos enseña con la respiración a calmar todo el cuerpo” a estar centrado en el momento en el que estás, sin pensar en el futuro ni en el pasado.

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