Los niños y niñas pequeños tienen rabietas. Es una obviedad, pero por mucho que suene como tal todavía hay padres y madres inexpertos que piensan que pueden evitarlas siempre o que son cabreos típicos de niños mimados, otro mito extendido sobre este tema. Las rabietas, como explican una y otra vez expertos en psicología infantil, se pueden limitar aplicando estos consejos de Álvaro Bilbao que puedes poner en práctica cuando tu hijo te pega, reacción habitual en una rabieta, pero tarde o temprano te tocará experimentarla. Y ese día, que llegará si tienes o vas a tener hijos, créeme, es importante lo que hagas durante y, sobre todo, después de la rabieta.
Los hábitos de crianza son esenciales a la hora de ayudar a nuestros hijos e hijas cuando lo necesiten. La crianza significa acompañamiento y guía, en las buenas… y en las malas. Y una rabieta encaja en el saco de las malas porque, te lo anticipo si no lo has vivido todavía, no es plato de buen gusto. Y gestionarla es todo un reto.
Lo puedes hacer a base de aprender y documentarte. A lo primero te ayudará la experiencia y lo segundo depende en buena medida de ti. Si estás leyendo estas líneas es que te interesa hacerlo, así que permíteme que te recomiende un par de noticias previas publicadas en Ser Padres al respecto: cómo manejar las rabietas de nuestros hijos y el método de la Universidad de Yale para "acabar" con las rabietas.
Dicho esto, en estas líneas nos vamos a centrar en cómo reaccionar a la rabieta de tu hijo o hija. Es evidente que controlar los nervios y las ganas de dejarnos llevar por la tensión acumulada es importante, pero también lo es ser capaces de mostrar a nuestro hijo o hija que estamos ahí, que seguimos a su lado después de lo que ha ocurrido.
Y para ello es esencial el hábito de la comunicación, clave a lo largo de toda la crianza para fortalecer el vínculo positivo con los hijos e hijas.

Hazle saber estas cinco cosas
Si tu hijo o hija tiene una rabieta, cuando se calme y consiga recuperar el equilibrio emocional, es recomendable que habléis de lo sucedido, con ánimo constructivo, para que él o ella aprenda a reconocer lo que ha sentido de cara a situaciones futuras.
Además, según Álvaro Bilbao, es muy importante que le hagáis saber algunas cosas que no debéis dar por hechas. Son las siguientes:
Que has visto su sufrimiento
Hazle saber en primer lugar a tu hijo o hija después de una rabieta que has visto su sufrimiento durante el proceso, que eres consciente de ello.
“Validar sus emociones ayuda a los niños a reducir la vergüenza y comprenderse mejor”, dice el experto.
Que ha sido capaz de superarlo
De igual forma que es aconsejable reforzar aquellas cosas que hacen bien —tendemos a recordar e incidir en las cosas malas—, “reconocer los avances por más pequeños que sean” después de una rabieta “ayuda a reforzar los progresos en su cerebro”, afirma Àlvaro Bilbao.
Puedes probar con una frase que culmine en un sencillo y directo “… pero has conseguido calmarte”.

Qué a otros niños también les pasa
Siempre se suele decir que no es bueno compararse con los demás, y puede que tenga sentido en determinados contextos, pero también es inevitable hacerlo como seres sociales que somos. Además, en ocasiones puede ser interesante. Por eso son tan importantes los referentes, sobre todo en la adolescencia.
En la infancia, también puede ser positivo que los niños y niñas sepan que las rabietas no solo les ocurren a ellos y ellas. “Normalizar las rabietas reduce la frustración y sentimiento de culpa y reduce la intensidad y su frecuencia”, dice Álvaro Bilbao al respecto.
Qué tú también tuviste rabietas
Precisamente convertirte en el referente de tu hijo o hija es otro de los consejos que Álvaro Bilbao te da. El neuropsicólogo aconseja que le hagas saber que tú también tuviste rabietas porque le ayudará a aceptar las suyas.
“Compartir nuestras experiencias es lo más valioso para un niño porque se siente más comprendido y aprende que se pueden superar”, dice Álvaro Bilbao.
Que le quieres aunque se haya enrabietado
Pocas cosas calman y hacen sentir mejor a un hijo o hija pequeño que escuchar un "te quiero" de su padre o de su madre después de una mala experiencia o situación, como puede ser una rabieta. Saber que es querido también “en las malas”.
“Eso le enseñará que sois suficientemente fuertes como para soportar su dolor”, concluye Álvaro Bilbao.