El embarazo, el parto y el posparto son un terremoto de cambios físicos y emocionales en el cuerpo y la vida de una mujer. La maternidad es algo completamente nuevo en las vidas de millones de mujeres y los cambios que se producen en el cerebro suponen aprendizajes adaptativos que perduran durante años. Pocos eventos a lo largo de la vida son tan transformadores en tantos sentidos como lo es la maternidad, el embarazo, el parto y el posparto.
Es verdad que cada día hablamos más de los altibajos emocionales que aparecen durante el posparto, pero aún no le damos la importancia que merecen por lo que no reciben el tratamiento que precisan a pesar de que ya sabemos la importancia que tiene la salud mental de la madre en el desarrollo del bebé.
Una nueva realidad
Y es que es eso, es una nueva realidad la que aparece de la mano del bebé cuando la madre y el niño se encuentran de vuelta en casa y se trata de una realidad tan diferente a la anterior que puede provocar importantes repercusiones en la salud mental de la reciente mamá.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que como mínimo una de cada diez mujeres sufre de depresión durante el primer año después de haber dado a luz y para darnos una dimensión aún más preocupante de esta realidad, según los datos que manejan las autoridades británicas, el suicidio es la primera causa de muerte materna durante el puerperio.
Es fundamental conocer esta información para entender realmente cómo la maternidad puede afectar a la salud mental de una mujer cuando se convierte en madre, sobre todo para reconocerlas y apoyarlas durante este periodo de cambios.
Sabemos que no son cambios que se produzcan de un día para otro, son más profundos. La reorganización mental que provoca la maternidad es un proceso largo que no solo se desarrolla durante el posparto, hay evidencias que señalan que los cambios se siguen produciendo en la madre hasta seis años después de haber dado a luz al bebé.
Son cambios estructurales y funcionales que provocan toda una reorganización de aquellas áreas cerebrales que se asocian con el procesamiento emocional, la empatía, la memoria y la toma de decisiones, una reorganización que hace que surjan los instintos maternales que permiten a la madre reconocer y responder a las necesidades del bebé.
Hay psicólogas que ya han definido estos profundos cambios como “matrescencia”, esta fue Dana Raphael, quien describió este proceso de transformación que experimenta una mujer al ser madre, como el proceso que se vive durante la adolescencia ya que es un momento de enorme plasticidad neuronal y una gran vulnerabilidad mental.
Y sin embargo, la salud mental perinatal sigue estando en gran medida excluida del sistema, cuando al mismo tiempo, los estereotipos sobre la felicidad obligatoria durante el embarazo y la maternidad, no hacen sino aumentar el estigma y el sentimiento de culpa de muchas mujeres que inician esta etapa afrontando su propia tristeza o ansiedad.
Nuestra salud emocional
La reciente madre tiene derecho a cuidar su salud mental, como cualquier individuo, para garantizar su propio bienestar, aunque es innegable que el bienestar y la salud mental de la madre va a afectar directamente al desarrollo del bebé por lo que es aún más importante dotar de apoyo y acudir a un profesional.
Pero también es muy importante que desmitifiquemos el concepto idealizado de una maternidad obligatoriamente maravillosa. Es un mensaje que tanto la sociedad como la cultura no deja de transmitir y en muchas ocasiones, y aunque la maternidad haya sido buscada y planeada, esta idea afecta negativamente a la salud mental de la madre.
Cuidar la salud mental de la madre favorece una vinculación sana y positiva con el bebé, las madres que se sienten emocionalmente equilibradas pueden desarrollar vínculos seguros con y para sus hijos, lo que será muy positivo para el bebé, para su desarrollo a lo largo de su vida.
Contar con una buena salud mental ayuda a la hora de afrontar desafíos y buscar soluciones y tener en mente que la maternidad es un proceso lento, que se construye poco a poco y que aunque sea maravilloso no tiene por qué ser perfecto.

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