¡No me apetece jugar con mi hijo!

Después de una intensa jornada laboral, muchos padres no tienen ánimos de jugar con sus peques. ¿Está mal? ¿Qué podemos hacer al respecto? Te lo contamos a continuación.
Familia jugando

Que el juego supone un aspecto fundamental en el desarrollo de los niños es una evidencia científicamente demostrada. Y que su juguete preferido suele ser mamá o papá, también. 

Pero eso no significa que los padres tengan disponibilidad constante para entretener a sus hijos, ni tampoco que les apetezca siempre hacerlo. Es señal de que no eres una Superwoman o un Superman y eso es bueno. Si un peque quiere jugar y los padres no, la solución está en buscar actividades que les gusten a los dos.

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Frente a estas situaciones, lo primero que hay que hacer es evitar cualquier sentimiento de culpabilidad. Jugar con los hijos es una excelente manera de interactuar con ellos, descubrir sus miedos, reconocer sus habilidades y mostrarles afecto

No es necesario preocuparse, sentirse alarmado o culpable si no siempre se disfruta compartiendo este tipo de actividades con los más pequeños o si no se sabe cómo hacerlo.

Simplemente, hay que darse permiso para no tener ganas de jugar con los hijos. Ser madre o ser padre no significa ser perfectos. 

Hay que tener cuidado para no asumir el rol de superhéroes las 24 horas del día, porque a veces pretender abarcar todo supone un coste emocional enorme y una gran tensión que, al final, se acaba descargando en quien menos lo merece, muchas veces los niños. Si el niño quiere jugar y los padres no, la solución está en buscar actividades que gusten a los dos.

¿Por qué no quiero jugar con mi hijo?

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Aunque parezca raro, una de la preguntas más frecuentes que tengo en consulta es “¿soy una buena madre si a veces no tengo ganas de estar con mi hijo?”. Hay varios aspectos para analizar con esta duda. 

En primer lugar, hablo en femenino porque casi siempre son las madres las que hacen este tipo de preguntas. La presión social y los estereotipos de género nos hacen pensar que es la madre es la que tiene que estar más presente en la crianza de los hijos. Esto puede hacer que se sientan incómodas o inseguras de su rol de madre si en algún momento quiere descansar de sus peques. 

La respuesta a la pregunta que me hacen en consulta es bastante clara: es normal que quieras parar en algún momento. No somos robots diseñados para no estar cansados ni para tener ganas de jugar o atender a los niños en todo momento. 

Sí, somos seres humanos que también nos enfermamos, nos cansamos y tenemos otras responsabilidades.

Ahora bien, no hablamos solo de jugar, sino de la crianza en general. Los padres suelen enfrentarse a múltiples responsabilidades y demandas en su vida diaria, lo que puede llevarlos a sentirse agotados y con poco tiempo libre. 

Esta mañana tuve una consulta con una madre, la cual me decía que se sentía fatal porque el otro día tenía media hora para ir a comer a casa con sus peques que están de vacaciones, ella llega y ellos le pidieron jugar al ajedrez. 

Es verdad que esta madre fue a ver a sus hijos esa media hora por lo menos para comer con ellos y pasar ese momento de calidad en familia, pero no tenía más tiempo para atender a lo que le pedían. 

Terminó la consulta diciéndome “es que, además, cuando termine mi jornada laboral, llegaré a casa cansada y ya no es que no voy a poder sino que no voy a querer jugar con ellos” ¿Por qué se sintió tan mal? En muchas oportunidades puede resultar muy difícil encontrar la energía, la disposición, el tiempo y las ganas para jugar activamente con los hijos.

No todos los padres tienen un interés inherente en el juego o se sienten cómodos en actividades lúdicas. Además, es posible que hijos y padres tengan intereses y preferencias diferentes, lo que puede dificultar aún más la motivación para querer participar.

4 reglas de oro que nos ayudan

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1. No engañar

No hay que quitarse al niño del medio con frases del tipo «más tarde» y después no cumplir la promesa de jugar con él. Es mejor decirle claramente que en ese momento no puedes, que hoy lo tienes complicado, y animarle a jugar solo o a hacer algo divertido, que dejarle siempre a la espera.

2. No gritar

Los niños demandan continuamente la atención de su madre porque la necesitan. Por eso no hay que gritarles ni enfadarse cuando se ponen pesados, porque sería como regañarles porque tienen hambre o sueño. Recibir atención y mimos es una necesidad afectiva elemental. Cuando se comprende por qué los niños demandan atención se evitan comentarios del tipo «eres un pesado».

3. No ignorarle

Aunque no puedas atenderle, hazle saber que te has enterado de lo que te pide, para que se sienta escuchado y atendido. Ignorarle puede ser mucho más negativo que no jugar con él, porque puede hacer que se sienta inseguro, además de provocarle frustración y atentar contra su autoestima, en plena formación durante estos primeros años.

4. No pasarse

Es la madre (o el padre) quien debe dejarse llevar por el juego del niño, y no a la inversa. Los padres tienden a dirigir demasiado el juego de sus hijos, y también a planificarlo y organizarlo en exceso, algo que hay que evitar: él es el protagonista y el director de la actividad.

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