La crianza de los hijos varía significativamente entre culturas y Noruega destaca por prácticas que fomentan la independencia, la resiliencia y la felicidad en los niños, con unos hábitos o costumbres muy sencillas que perfectamente pueden ser adaptadas por las familias españolas para enriquecer su enfoque educativo.
Fomentar la conexión con la naturaleza, promover la independencia, ver el fracaso como una oportunidad de aprendizaje y cultivar un sentido de comunidad en nuestros hijos, son prácticas que contribuyen a criar niños y futuros adultos más resilientes, autónomos y felices. Integrar estos enfoques en la vida diaria puede tener un impacto positivo duradero en las familias y en la sociedad en general.
Conexión diaria con la naturaleza
En Noruega, el concepto de friluftsliv, que se traduce como "vida al aire libre", es fundamental en la cultura y la crianza. Los padres noruegos promueven que sus hijos pasen tiempo en la naturaleza diariamente, sin importar las condiciones climáticas. Este hábito no solo mejora la salud física, sino que también fortalece el bienestar emocional de los niños y ayuda a evitar el estrés del tiempo en la crianza o por lo menos, reducirlo.
La Organización Mundial de la Salud respalda esta práctica. En su informe "Espacios verdes y azules y salud mental", se destaca que el contacto regular con entornos naturales mejora el estado de ánimo y la salud mental en todas las edades. Además, estudios de la Universidad de Colorado Boulder señalan que actividades como la jardinería pueden reducir el estrés y la ansiedad en los niños.
Aunque el clima y la geografía de España difieren bastante del clima y la geografía de los países nórdicos, las familias españolas pueden fomentar actividades al aire libre adaptadas a su entorno. Desde explorar parques locales, a practicar senderismo en áreas naturales cercanas o involucrar a los niños en la jardinería en casa, son algunas formas sencillas y efectivas de incorporar este hábito. Estas actividades no solo promueven un estilo de vida saludable, sino que también fortalecen el vínculo familiar y la conexión con el entorno.

Fomentar la confianza y la independencia
Los padres noruegos confían en que sus hijos tomen decisiones por sí mismos desde una edad temprana. Es común que los niños informen a sus padres sobre sus actividades en lugar de pedir permiso constantemente. Es un enfoque educativo que cultiva la autonomía y prepara a los niños para asumir responsabilidades en el futuro.
El psicólogo de Harvard, Erik Erikson, conocido por su teoría del desarrollo psicosocial, enfatiza la importancia de desarrollar confianza y autonomía durante la infancia. Según Erikson, permitir que los niños exploren y tomen decisiones fortalece su sentido de independencia y confianza en sí mismos.
Para las familias españolas, es beneficioso permitir que los niños asuman pequeñas responsabilidades y tomen decisiones acordes a su edad. Por ejemplo, dejar que elijan su ropa, planifiquen su tiempo libre o realicen tareas domésticas sencillas. Este enfoque no solo promueve la independencia, sino que también refuerza la confianza mutua entre padres e hijos, muchas veces aprendemos con las pequeñas crisis y las sorpresas sobre la crianza, tanto los niños como los adultos.

El fracaso como herramienta de aprendizaje
En Noruega, el fracaso se percibe como una oportunidad para el crecimiento personal. Los padres permiten que sus hijos cometan errores y aprendan de ellos, entendiendo que estas experiencias fortalecen su resiliencia. Por ejemplo, dejar que un niño intente subir a un árbol, incluso si existe el riesgo de una caída, se considera una forma de desarrollar habilidades para enfrentar desafíos futuros.
La psicóloga de la Universidad de Standford, Carol Dweck, reconocida por su investigación sobre la mentalidad de crecimiento, sostiene que elogiar el esfuerzo y la perseverancia, más que el talento innato, fomenta una actitud positiva hacia los desafíos y el aprendizaje.
Es esencial que los padres permitan que sus hijos enfrenten desafíos y experimenten fracasos en un entorno seguro. Alentar a los niños a intentar nuevas actividades, resolver problemas por sí mismos y reflexionar sobre sus errores les ayuda a desarrollar resiliencia y habilidades para la vida. Además, es importante que los padres modelen una actitud saludable hacia el fracaso, mostrando que es una parte natural del proceso de aprendizaje, sobre todo de cara a criar niños seguros y bien adaptados, según explican distintas psicólogas.
Cultivar el sentido de comunidad y civismo
La Ley de Jante es un conjunto de normas no escritas en la cultura escandinava que enfatiza la importancia de la humildad y el bienestar colectivo sobre el individualismo. Los padres noruegos enseñan a sus hijos a valorar la igualdad, respetar las normas sociales y considerar cómo sus acciones afectan a la comunidad.
Las familias españolas pueden incorporar estos valores fomentando el respeto mutuo, la empatía y la colaboración en sus hijos. Participar en actividades comunitarias, enseñar la importancia de las normas sociales y promover la humildad son pasos clave para desarrollar un sentido de civismo y responsabilidad social en los niños.

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