Incluso en situaciones adversas, los bebés aprenden a conectar con los demás. El estudio, publicado en Psychological Science, analizó a más de 800 niños de 9 meses en cuatro países con realidades muy distintas: Suecia, Uganda, Zimbabue y Bután. Los investigadores querían saber si los bebés podían seguir la dirección de la mirada de un adulto, una habilidad social básica para comprender lo que otros ven, piensan o sienten.
Los resultados fueron sorprendentes. A pesar de las diferencias económicas, culturales y familiares, los bebés de todos los países respondieron de manera muy similar. El acto de seguir la mirada parece estar profundamente arraigado en el desarrollo humano. Incluso aquellos que crecieron en entornos marcados por conflictos o pobreza mostraron las mismas capacidades que los niños criados en ambientes más seguros.
Esto sugiere que esta habilidad, conocida como seguimiento de la mirada, podría ser un proceso universal del desarrollo humano, menos influenciado por la experiencia y más por la biología. Los científicos consideran que este tipo de habilidades son esenciales para el aprendizaje social y emocional desde el primer año de vida.

Un estudio global sin precedentes, con más de 800 bebés
Es uno de los estudios más amplios realizados con bebés mediante seguimiento ocular. Investigadores de Uppsala University (Suecia), junto con universidades en Uganda, Zimbabue y Bután, utilizaron una tecnología no invasiva: cámaras que registran con precisión hacia dónde miran los ojos del bebé. El equipo mostró a los niños escenas con adultos que dirigían su mirada hacia distintos objetos.
Gracias a estos registros, los investigadores pudieron medir cuánto y cómo los bebés seguían la mirada de los adultos. Los resultados mostraron una consistencia llamativa entre países.
No hubo diferencias significativas en la capacidad de los bebés para compartir atención con otra persona, a pesar de la diversidad de contextos.
Este enfoque científico permitió comparar cómo se desarrollan ciertas habilidades sociales esenciales en culturas muy distintas y en situaciones de vida muy dispares. El hallazgo central es que, a nivel global, los bebés comparten un mismo inicio en la vida social.
Ni la guerra, ni la pobreza ni la depresión materna frenaron su capacidad
Los bebés refugiados, hambrientos o con madres deprimidas también desarrollaron sus habilidades sociales. El estudio evaluó múltiples factores de adversidad: pobreza, traumas relacionados con guerras o catástrofes climáticas, y problemas de salud mental en los padres, como la depresión posparto.
A pesar de estas dificultades, la capacidad de seguir la mirada se mantuvo intacta. Incluso cuando las madres reportaban síntomas de depresión o habían vivido situaciones traumáticas, sus hijos no mostraban diferencias en esta habilidad respecto a otros niños.
Esto no significa que todas las áreas del desarrollo estén protegidas, pero sí que algunas funciones esenciales son sorprendentemente resistentes.
Los investigadores utilizaron entrevistas adaptadas culturalmente para comprender el estado emocional y las condiciones de vida de cada familia. Aun así, los datos mostraron una capacidad social muy estable entre los bebés, sin importar su origen o situación familiar.

Una capacidad innata que da esperanza
El estudio refuerza la idea de que ciertas habilidades humanas están programadas para desarrollarse, incluso en entornos adversos.
El seguimiento de la mirada es una de las primeras formas de comunicación entre un bebé y su entorno. Permite que el niño aprenda qué es importante, cómo actuar y cómo relacionarse.
La resiliencia de esta habilidad demuestra que la infancia temprana tiene un potencial enorme, incluso en condiciones que parecen desfavorables. Esto cambia la narrativa tradicional, que ha tendido a centrarse únicamente en los riesgos del entorno. Ahora sabemos que hay también fortalezas invisibles que acompañan al bebé desde el nacimiento.
Los investigadores consideran que esta capacidad de seguir la mirada podría ser una piedra angular del desarrollo social universal. Y si bien las condiciones adversas siguen siendo motivo de preocupación, este descubrimiento abre nuevas puertas para la intervención y la esperanza.
Tecnología sencilla para descubrir grandes verdades
Con solo una cámara y un algoritmo, los investigadores pudieron acceder al mundo interno del bebé.
El estudio usó mediciones oculares para determinar hacia dónde miraba cada niño, una técnica segura, precisa y no invasiva. Esta tecnología permitió detectar si el bebé entendía que debía seguir la mirada de otro para compartir atención.
El seguimiento de la mirada no solo implica ver un objeto, sino comprender que otro también lo está viendo. Esta forma temprana de interacción es clave para aprender lenguaje, emociones y normas sociales. Por eso, medirla ofrece una ventana a la salud del desarrollo infantil.
Este tipo de herramientas tecnológicas, accesibles y escalables, podrían aplicarse en programas de salud infantil para detectar problemas de desarrollo a tiempo, especialmente en contextos donde no se dispone de pruebas clínicas avanzadas.

El futuro de la infancia se construye desde los primeros meses
La investigación muestra que todos los niños tienen un potencial de desarrollo social desde el inicio. Pero no basta con dejarlo al azar.
Estos hallazgos refuerzan la importancia de apoyar a las familias desde el embarazo, sin importar sus circunstancias.
Los autores destacan que, aunque no todas las habilidades están protegidas, algunas funciones fundamentales pueden desarrollarse incluso en entornos difíciles, si se dan las condiciones mínimas de cuidado. Esto debe animar a los profesionales de la salud, la educación y las políticas públicas a invertir más en la primera infancia.
En definitiva, entender que los bebés son más resilientes de lo que pensábamos no solo cambia la ciencia, también puede cambiar el mundo.
Significa que el apoyo temprano, la atención sensible y las intervenciones adecuadas pueden multiplicar las oportunidades para millones de niños, sin importar de dónde vengan.
Referencias
- Gredebäck, Gustaf, et al. Infant Gaze Following Is Stable Across Markedly Different Cultures and Resilient to Family Adversities Associated With War and Climate Change. Psychological Science. (2024). doi: 10.1177/09567976251331042