El oftalmólogo Javier Hurtado Ceña comparte claves para la salud ocular infantil: "dos horas al aire libre al día pueden reducir el riesgo de miopía"

Desde las causas genéticas hasta el impacto de las pantallas y la importancia de salir al aire libre, esta entrevista ofrece claves esenciales para proteger la visión de los más pequeños.
oftalmólogo Javier Hurtado Ceña, miopía
Las revisiones visuales tempranas permiten detectar y tratar la miopía antes de que cause problemas mayores en el desarrollo visual. Créditos: INV. - El Dr. Hurtado con pacientes.

La miopía infantil se ha convertido en una preocupación creciente a nivel global, con cifras que apuntan a un aumento significativo en las próximas décadas. Esta condición, que impide ver con claridad los objetos lejanos, compromete el rendimiento escolar y la calidad de vida de los niños. En este contexto, profesionales como el Dr. Javier Hurtado Ceña —oftalmólogo del Instituto Nacional de la Visión en Madrid— desempeñan un papel clave en la prevención y abordaje de esta tendencia.

Factores como el uso excesivo de pantallas, la escasa exposición a la luz natural y un estilo de vida centrado en actividades de visión cercana están acelerando la aparición de miopía en niños. Debemos tomar en cuenta que, lejos de ser un simple error de refracción corregido con gafas, su mal control puede derivar en complicaciones severas en la edad adulta, como desprendimientos de retina o glaucoma. 

Como el tratamiento temprano es vital, en Ser Padres hablamos con el Dr. Hurtado, un especialista en salud ocular infantil con casi veinte años de trayectoria. En esta entrevista, el Dr. Hurtado ofrece una mirada clara y accesible sobre la miopía infantil: cómo detectarla a tiempo, qué hábitos pueden ayudar a prevenirla y cuáles son los tratamientos que actualmente cuentan con mayor respaldo científico. Una guía imprescindible para padres preocupados por el bienestar visual de sus hijos en un entorno cada vez más digital.

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La colaboración entre familias, oftalmólogos y ópticos es clave para controlar la miopía infantil desde edades tempranas. Créditos: INV.

¿A qué edad suele comenzar a desarrollarse la miopía y qué señales pueden alertar a los padres antes de un diagnóstico formal?  

La miopía normal se suele detectar alrededor de los 7 años y aumenta sobre todo entre los 8 y los 12. Esto se debe a factores genéticos y ambientales: niños con ambos padres miopes o que hagan muchas actividades a distancias cortas.

Las señales principales son: un niño que se acerca mucho a las cosas y que no ve bien de lejos: guiña los ojos al mirar la televisión, se frota los ojos al mirar la pizarra.

¿Qué tipo de revisiones visuales deberían hacerse en los primeros años de vida y con qué frecuencia, si todo parece estar bien?

La primera revisión es recomendable a los 4 años, a no ser que el niño presente síntomas con anterioridad: que desvíe un ojo, que gire la cara, que guiñe los ojos, que tenga dolores de cabeza cuando lee mucho... o si tiene antecedentes de ojo vago, estrabismo o si ambos padres son miopes.

La frecuencia la establece el oftalmólogo: en algunos casos se recomienda la revisión anual y en otros puede ser cada 2-3 años. Los niños que siguen un tratamiento para la miopía se suelen revisar cada 6 meses.

¿La genética juega algún papel en el desarrollo de la miopía?

La genética desempeña un papel muy importante: si ambos padres son miopes, el 60 % de sus hijos va a ser miope. Por otro lado, hay síndromes genéticos que provocan miopías muy altas; por ejemplo, un niño con 5 años que tiene un síndrome de este tipo que puede tener 8 dioptrías de miopía.

Lentillas
Un diagnóstico precoz de miopía permite aplicar tratamientos que frenan su progresión. La optometrista Elena García Rubio aplica lentillas a paciente infantil. Crédito: INV.

Estudios recientes han relacionado los espacios restringidos como una amenaza para la visión infantil. ¿Puede explicarnos por qué aumenta el riesgo de miopía?  

Los niños que viven en espacios restringidos, casas más pequeñas o zonas más densamente pobladas es lógico que realicen actividades a distancias más cercanas, sencillamente porque pueden salir menos al aire libre que los que viven en espacios amplios.

La explicación es sencilla: el ojo miope es más grande de lo normal y ve bien de cerca. Si el niño utiliza sobre todo la visión cercana, su ojo va a crecer más intentando ver mejor de cerca. Eso significa más miopía. El niño que usa dispositivos electrónicos o que lee o estudia mucho, va a tener más riesgo de desarrollar miopía. 

Para muchas personas no es una opción mudarse. ¿Cómo se puede contrarrestar? ¿Se podría pasar más tiempo al aire libre?

Cualquier actividad que implique mirar a lo lejos, al menos 2 horas al día, va a reducir el riesgo de miopía, así como su progresión (su aumento). Por lo que los especialistas recomendamos salir al menos 2 horas al día al aire libre para obligar al ojo a mirar a lo lejos y desarrollar menos miopía.

Estudios recientes prevén un aumento significativo de la miopía en las próximas décadas. ¿El uso prolongado de pantallas podría estar relacionado con este fenómeno? ¿Qué influye más: el tiempo de exposición o la distancia de visualización?

Sí, puesto que es una actividad cercana, su uso aumenta la miopía. Usar una tablet o un móvil —un dispositivo— 16 minutos seguidos a una distancia de menos de 30 centímetros se ha comprobado que aumenta el riesgo de miopía.

Ambos factores son decisivos y complementarios, tanto el tiempo como la distancia influyen en la aparición y la progresión de la miopía.

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Controlar la miopía desde la infancia puede prevenir complicaciones futuras. Créditos: INV.

¿Cuáles son los pasos a seguir cuando se diagnostica miopía en un niño?

La miopía se diagnostica en una exploración oftalmológica en la que se dilata la pupila. En la consulta se realiza además una medida de la longitud del ojo, se comprueba la visión de lejos y de cerca y también si el niño tiene algún otro problema visual añadido (por ejemplo: estrabismo, ojo vago, problemas en la mácula o la retina, tensión ocular...).

Una vez diagnosticada la miopía, existen diferentes opciones para tratarla: en función de la cantidad de miopía, la edad y la madurez del niño o si tiene astigmatismo añadido o no.

Estas opciones son: gafas para ver bien de lejos (con ellas el niño ve bien, pero no frenan la progresión de la miopía); lentillas (que sustituyen a las gafas y se ponen normalmente a partir de los 7 años).

Y en los últimos años han surgido gafas y lentillas —diurnas o nocturnas— que, además de corregir el defecto visual, frenan la progresión de la miopía, esto porque ayudan a que la miopía crezca más lentamente. Aparte de estos tratamientos existen unas gotas que se aplican a diario antes de dormir durante como mínimo 2 años. Este tratamiento puede prescribirse de manera aislada o combinado con los anteriores.

¿Cuáles son las consecuencias si no se trata a tiempo una miopía moderada o alta en la infancia?

La miopía no tratada es una de las principales causas de discapacidad visual prevenible en el mundo. En países en vías de desarrollo, no tener gafas en la infancia para corregir una miopía moderada o severa supone la diferencia entre pedir limosna en la calle o poder ir al colegio. En España, no tratar la miopía supone desarrollar un ojo vago que puede ser permanente si no se trata antes de los 13 años.

¿Qué recomendaciones básicas daría a las familias para prevenir la aparición o progresión de la miopía?

Yo les diría a las familias que procurasen que los niños no estén todo el día encerrados, que jueguen más al aire libre —al menos 2 horas diarias— y no pasen mucho tiempo realizando actividades que supongan el uso de la visión cercana o muy cercana: dispositivos electrónicos, televisión, lectura, etc.

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