El sueño es un pilar fundamental para la salud y el desarrollo, tanto de los niños como de los adultos. Sin embargo, la llegada de un bebé a la familia puede llegar a alterar drásticamente los patrones de descanso de los padres, con consecuencias que van más allá del simple y obvio cansancio.
Según datos de Sleepy Kids, expertos en salud del sueño pediátrico, los padres pierden hasta 750 horas de sueño durante el primer año de vida de su bebé. Esto equivale a aproximadamente 88 noches sin dormir o a una reducción diaria de 2 horas de sueño. Aunque pueda parecer un sacrificio menor en el contexto de la crianza, las implicaciones para la salud física y mental de los padres son significativas y nos pueden pasar factura.

Qué pasa cuando no duermes
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Yale ha arrojado luz sobre los efectos a largo plazo de la falta de sueño en adultos. Mediante neuroimágenes de 40.000 personas asintomáticas, se descubrió que dormir menos de lo necesario está relacionado con lesiones cerebrales silenciosas, que pueden ser precursoras de accidentes cerebrovasculares o demencia años antes de su aparición. Una de las conclusiones a las que llegaron con esta investigación es que el sueño es fundamental para la salud del cerebro a cualquier edad.
Para los niños, el sueño es aún más crucial. Durante las horas de descanso, el cuerpo segrega la hormona del crecimiento, esencial para su desarrollo físico. Además, el sueño juega un papel fundamental en la consolidación del aprendizaje y la memoria.
El profesor Jakke Tamminen, de la Universidad Royal Holloway en Reino Unido, enfatiza que "el sueño es realmente una parte central del aprendizaje". Incluso cuando no estamos estudiando activamente, nuestro cerebro continúa procesando y integrando la información adquirida durante el día.

La dinámica familiar se muere de sueño
La falta de sueño no solo afecta la salud individual, sino que también puede tener un impacto significativo en la dinámica familiar y la calidad de la crianza.
Cuando las madres y los padres no duermen lo necesario, se presentan dificultades para concentrarse y prestar atención, hay una mayor irritabilidad y problemas para controlar las emociones, aparecen obstáculos en las relaciones sociales y de pareja, hay un menor rendimiento laboral y a todo ello hay que sumarle que aumenta el riesgo de que aparezcan problemas cardiovasculares y del sistema inmune.
Cómo mejorar el descanso
No es fácil, los primeros meses de crianza de un bebé son bastante caóticos en términos generales.
Es verdad que se trata de un campo en el que la investigación continúa buscando soluciones para mejorar la calidad del sueño. Una innovación interesante son las mantas con pesos o Deep Touch Pressure, originalmente desarrolladas para niños y adultos con trastorno del espectro autista (TEA) pero que se usan muchas veces también con los bebés ya que estas mantas proporcionan una presión profunda que puede reducir los niveles de cortisol y aumentar la serotonina, facilitando un sueño más reparador.
Además, existen algunas estrategias que pueden ayudar a tu bebé a dormir y al mismo tiempo, a las familias a mejorar su calidad y cantidad de sueño, tanto para los adultos como para los niños o los bebés.
- Es importante tener unas expectativas realistas y hacer acopio de toda la paciencia posible.
- Establecer unos horarios de sueño que sean consistentes y sobre todo que estén centrados en las necesidades reales de nuestro bebé.
- Aunque te angustie verle dormir de día y pensar que no va a hacerlo por la noche, no es así, respeta sus siestas diurnas porque las necesita incluso para dormir mejor después.
- Trata de que haya un ambiente de sueño que sea confortable, cómodo y acogedor.
- Plantea unas rutinas a la hora de ir a dormir que sean sostenibles en el tiempo y sobre todo, que sean coherentes.
Crecen y el sueño cambia
A medida que los niños crecen y entran en la adolescencia, los patrones de sueño cambian, pero su importancia no disminuye. La Dra. María José Mas, neuropediatra con una gran presencia en redes sociales, enfatiza que la adolescencia no es una etapa homogénea y que las necesidades de sueño pueden variar significativamente entre individuos.
Recientes investigaciones lideradas por la Dra. Llúcia González-Safont han revelado una conexión entre los problemas de sueño en la infancia y un mayor riesgo de desarrollar trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Aunque no todos los niños con problemas de sueño desarrollarán TDAH, estos hallazgos subrayan la importancia de detectar y abordar los problemas de sueño en etapas tempranas, igual que conviene saber cuales son los factores por los que el sueño es distinto en los niños con altas capacidades.
El sueño es un componente vital para la salud y el bienestar de toda la familia. Como padres, es crucial reconocer su importancia y buscar estrategias para mejorar la calidad del descanso, tanto para nosotros como para nuestros hijos porque al hacerlo, no solo estaremos invirtiendo en nuestra salud actual, sino también en el futuro desarrollo y bienestar de nuestros pequeños.
Referencias
- Un nuevo estudio revela que la falta de sueño puede aumentar los indicadores de mala salud cerebral.
Isabella Backman. https://medicine.yale.edu/news-article/poor-sleep-may-increase-markers-of-poor-brain-health-new-study-finds/ - El funcionamiento familiar y el sueño infantil. Mona El-Sheikh, Ryan J.Kelly. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC5931738/
- Estrés materno, sueño y crianza de los hijos. Maureen E. McQuillan, John E. Bates, Angela D. Staples, Kirby Deater Deckard. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6582939/
