Todos sabemos que si hay algo que nos saca de nuestras casillas y que es dificilísimo de gestionar en el mundo de la crianza, esas son las rabietas. Las pataletas de los niños, que no entienden de vergüenza, tiempos o autocontrol, nos llevan, a menudo, a un límite en el que todo lo que sabemos y hemos aprendido sobre la gestión positiva se olvida.

Directamente, sacamos nuestro ‘yo’ más primitivo y aquello que llevamos empapado dentro, aunque sepamos que no es lo mejor para nuestros hijos: gritos, castigos, dejarlos de hablar,…
Los expertos no se cansan de repetir los consejos prácticos para gestionar las rabietas con buen pie. Todos coinciden en que lo que hemos de entender es que los niños no tienen rabietas porque quieran hacernos sentir mal o porque sean unos egoístas: si aprendemos que sus pataletas son solo un paso hacia el autocontrol y que lo único que les ocurre cuando tienen una es que no tienen las herramientas oportunas para gestionar tantas emociones, entonces nos calmaremos aunque estén gritando sobremanera.
A sabiendas de ello, Lucía Galán, más conocida en redes como Lucía mi Pediatra, dedica un capítulo entero de su libro más vendido a estos momentos de desborde emocional infantil.
Sí, tu hijo te reta: y es necesario
Asegura que hay que ser comprensivos con ello s y que, si se acerca una rabieta, hay que saber mantener la calma.
Sin embargo, también es consciente de la importancia que los límites y las normas tienen sobre el buen desarrollo infantil: “Cuando estás aprendiendo a moverte por el mundo, no siempre es fácil saber qué camino tomar o hasta dónde puedes llegar”, afirma. “Por eso nosotros, los adultos, debemos marcar el camino a los niños”.
Ya el neuropsicólogo Álvaro Bilbao nos habló sobre esto en nuestro podcast: los niños retan a sus padres, precisamente, para saber dónde está el límite que no pueden sobrepasar. Si no les ponemos ningún límite, entenderán que pueden hacer todo lo que quieran, ponerse como quieran y que nada tendrá consecuencias. En definitiva, serán bastante kamikazes (y lo seguirán siendo en la etapa adulta). De acuerdo al mismo experto y también a la pediatra, los límites ‘marcan’ ese tope que no pueden sobrepasar.

¿Cómo poner límites a los niños? Cinco pasos de Lucía mi Pediatra
“Aunque sabemos que es importante poner límites, nos cuesta mucho o no sabemos cómo hacerlo”, dice la pediatra. Para ella, el secreto está en establecer límites firmes, pero basados en el cariño.
Y explica que, para conseguirlo, sobre todo en momentos de rabietas en los que estamos desbordados, podemos seguir estos cinco pasos:
- Juzga su comportamiento no al niño: no le grites si ha hecho algo mal, dale la oportunidad de explicarte qué ha pasado (se incluyen pataletas); “no ataques a su ser, no lo juzgues, pregúntale con calma y con curiosidad”, dice
- Dile lo que sientes: intenta que comprenda que sus actos pueden tener consecuencias negativas sobre las personas; si te ha llamado ‘tonto’ hazle entender que eso te ha hecho daño
- No lo amenaces ni lo ridiculices: nunca le digas “si haces esto te dejo de querer”, ni lo ridiculices con frases como “a ver si aprendes de tu hermano”; tampoco destruyas su autoestima con frases como “eres un torpe”; “recuerda, su ser es sagrado”, dice la pediatra
- No lo acorrales, deja que piense: en momentos de rabietas céntrate en que se pase, con mimo y cariño y, cuando haya pasado, ayúdale a reflexionar desde el cariño sobre lo que ha pasado; eso sí, sin gritar, con calma y con tono cordial
- Hazle preguntas positivas: “Sustituye el castigo por una oportunidad positiva”, dice la profesional. Para entender esto pone el siguiente ejemplo: en lugar de decirle “no vas a salir de tu cuarto hasta que recojas”, prueba con “¿me ayudas a recogerlo todo y limpiamos juntos la pared?”
¿Qué pasa si los límites no funcionan?
En este caso, Lucía Galán dice que será el momento de dejar de negociar y enseñarle que cada una de sus acciones tiene sus consecuencias.