Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez son dos psicólogas infanto-juveniles especializadas en altas capacidades. Ambas divulgan sobre ello en las redes sociales de su centro, Altascapaciqué, donde comparten experiencias y conocimientos en base, muchas veces, a casos reales que atienden en sus sesiones. En uno de sus últimos post, las dos expertas tratan algo que está a la orden del día en los centros educativos y ambientes infantiles y adolescentes: los motes y cómo estos pueden afectar a nivel emocional cuando tienen una carga negativa.
Explican Gutiérrez y Rodríguez que en una de sus sesiones han atendido a una chica que se sentía mal cuando una profesora la llamaba listilla de manera reiterada. “Que no era el momento de llamar la atención levantando la mano constantemente y que quizás mejor se callara un ratito y dejara hablar a sus compañeros y compañeras”, relatan. Listilla es uno de los motes que más reciben las personas con altas capacidades, como sabiondo o empollón, otros “clásicos”.
Que se pongan motes no es extraño. De hecho, es una costumbre muy arraigada en nuestra sociedad. No siempre tienen por qué tener una implicación negativa, pero cuando la tienen pueden tener graves consecuencias a nivel emocional. Y en las altas capacidades suelen tener un tono negativo. “Listillo, sabelotodo, empollona y muchos otros motes que nos habéis comentado que os han dicho a lo largo de vuestra infancia pero también a día de hoy incluso os siguen diciendo desde vuestros entornos y personas más cercanas”, apuntan Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez.

¿Cómo puede afectar al menor con altas capacidades?
Explican las dos psicólogas especializadas en altas capacidades que cuando un mote “toca de lleno con aquello que está en conflicto en nuestro interior es cuando aparece el verdadero problema…”.
Anaïs Gutiérrez y Mari Carmen Gutiérrez explican que si bien tendemos a pensar que los motes son algo propio de la etapa educativa, de colegios e institutos, lo cierto, en su opinión, es que “acostumbra a persistir en el tiempo y se vuelven algo identitario e identificativo de la persona”. Esto hace, continúan las dos psicólogas, que la persona incluya el mote “como parte de su autoconcepto después de años”, se haga “muchas preguntas y cuestionamientos que acaban a veces con una reflexión tipo: ‘sí me lo dicen tanto será por algo’”.
Este proceso puede tener consecuencias graves a nivel emocional, pudiendo derivar en “crisis de identidad y existenciales”, concluyen Anaïs Gutiérrez y Mari Carmen Gutiérrez.
Por todo ello, las dos expertas aconsejan que se trabaje, más allá de que el menor tenga o no altas capacidades, el autoconcepto y la identidad personal. “Trabajar el autoconcepto y la identidad desde edades tempranas es muy importante para poder saber poner límites y cambiar así nuestro propio discurso para que las palabras de los demás no nos abran heridas tan grandes y podamos poco a poco ir gestionándolas y curándolas”, concluyen Anaïs Gutiérrez y Mari Carmen Gutiérrez.