Ser Padres

Las dificultades sociales a las que me enfrento como padre de una niña con altas capacidades

Las altas capacidades intelectuales siguen conllevando prejuicios y desconocimiento, y eso tiene consecuencias sociales para las familias que conviven con ellas.

Las altas capacidades intelectuales siguen conllevando prejuicios y desconocimiento, y eso tiene consecuencias sociales para las familias las familias que conviven con ellas. Vaya por delante que no se puede generalizar, que cada núcleo familiar es un mundo, que cada peque con altas capacidades tiene sus peculiaridades y características, como cualquier persona que no las tiene, y que cada entorno escolar y familiar es un mundo diferente. Y es la suma de todo lo que condiciona esas consecuencias sociales.

Nuestra experiencia a nivel como padres de una niña con altas capacidades no es nada traumática. Ni siquiera podemos hablar de consecuencias negativas. He de reconocerlo, para que sirva también para aquellas familias con un niño o niña con altas capacidades recién detectadas y estén con el miedo metido en el cuerpo pensando cómo les va a afectar en sus relaciones. Nuestra hija es muy sociable y adaptativa, lo cual facilita mucho las cosas, y está en un colegio que trabaja la atención a la diversidad y a las necesidades especiales, también las altas capacidades. Todo es más fácil así.

Apenas existen algunos obstáculos que se van sorteando con naturalidad. Especialmente, si quienes están cerca nuestro, amigos y familia, se interesan mínimamente por saber en qué consiste esto de las altas capacidades y cómo es nuestra peque. Nosotros lo hablamos con naturalidad. En la familia todo el mundo lo sabe, y la primera que lo naturaliza es la niña. Entre las familias del cole, lo van sabiendo poco a poco, también con naturalidad, a medida que alguna conservación deriva en ese punto donde lo raro sería no compartirlo. Y muchos se interesan y quieren aprender. Su mentalidad abierta hace el resto: si tienen prejuicios, al ver que una niña con altas capacidades no tiene que ser solitaria y cerrada socialmente, los destierran de un plumazo.

Las consecuencias, por lo tanto, para nosotros son limitadas. Si acaso, cuando la peque muestra su rigidez con las normas, su sentido de la responsabilidad o muestra su hipersensibilidad de algún modo en el que a los demás les parezca exagerado y no sepan que todo está relacionado con las altas capacidades. Por lo demás, no tenemos que lidiar con consecuencias negativas. Si acaso, positivas, porque las familias de nuestro entorno hacen por entender las circunstancias y quieren saber más, así que se molestan en preguntarnos para aprender. Se agradece.

Pero esto no tiene por qué ser lo habitual. Las niñas y niños con altas capacidades tienen distintos perfiles, y la mayoría incluyen algún tipo de consecuencia negativa a nivel social para los peques que las tienen. No hablamos solo de los niños y niñas con doble excepcionalidad, puede ser un niño o niña con altas capacidades que no tenga nada más asociado a ello. Pero, por ejemplo, puede no querer salir a la calle a socializar; hay peques que prefieren quedarse en casa que ir al parque o al cole, por mucho que la gente puede creer que tienen que ser muy “empollones” por tener altas capacidades. No tiene por qué ser así.

Para otras familias que conocemos, la consecuencia negativa en lo social deriva de la extrema rigidez de su hijo o hija, o de su deseo de tomar las riendas en un grupo y ser quien lo lidere u organice. Son solo ejemplos de características compatibles con las altas capacidades que otras familias, más los adultos que los niños, pueden no llegar a entender, causando algún tipo de conflicto de índole social.

Otra consecuencia es la limitación de según qué planes. Si el peque no está cómodo en lugares concurridos, o es hipersensible al ruido, por ejemplo, la batería de planes de ocio que se descartan es enorme. Esto, quieras o no, tiene consecuencias sociales para la familia, que se ve limitada. Es cuestión de adaptarse, y de priorizar el bienestar del niño o niña, cosa que se hace con gusto, pero una cosa no quita la otra.

Luego está el componente familia, que no siempre entiende lo que ocurre. Esto, en mi experiencia, y eso que solo tenemos alguna oveja negra suelta porque la mayoría han querido saber y entender, es desesperante. Es difícil de lidiar. El negacionismo y el querer hacer las cosas “como toda la vida” aparece también en el ámbito familiar con las altas capacidades, y aquí cada familia tenemos que apechugar con lo nuestro y lidiarlo de la mejor manera posible. No se puede generalizar, pero en la mayoría de los casos complica el contexto social en el ámbito familiar.

En definitiva, las consecuencias sociales existen derivadas de las altas capacidades de un hijo o hija que las tenga. Pero, ¿qué no las tiene? Soy de los que cree firmemente en ese planteamiento filosófico de Ortega y Gasset del “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Cada ser humano, cada familia, tiene las suyas, y con las altas capacidades, en mi experiencia, la naturalidad, la comunicación y que el entorno sea respetuoso (el escolar, sobre todo) es fundamental. 

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