Mensajes que debes cuidar cuando hablas con tus hijos de su aspecto

No es ningún secreto que nuestras palabras tienen un enorme poder sobre cómo se sienten nuestros hijos acerca de sí mismos.
Hay que cuidar el mensaje que damos a nuestros hijos sobre su aspecto.

Maïté Issa, coach experta en manifestación y desarrollo personal, autora del bestseller titulado Tu éxito es inevitable, nos anima a los padres a tomar mayor control sobre los mensajes que les damos a diario a nuestros hijos.

“Imagina tus palabras como varitas mágicas que pueden moldear su autoestima y la forma en que se ven en el espejo”, apunta la coach. Aquí tienes algunas recomendaciones de Issa al momento de hablar con tus peques sobre su apariencia.

Evita poner la belleza de tus hijos en un pedestal

Lo primero para fomentar la autoestima corporal en nuestros niños no es algo que debamos hacer. Es algo que debemos dejar de hacer. El cumplido más fácil y, a veces, el que culturalmente sale más del corazón es: “Pero qué guapísimo eres” o su variante, “eres el más guapo de todos los niños”.

A raíz de mucha repetición, el niño graba en su inconsciente que ser guapo equivale a recibir la atención y el amor de sus padres. Está programado para hacer todo lo posible para buscar ese amor, del que depende para su supervivencia. Poco a poco, la búsqueda de la belleza y la aprobación de su físico se vuelve un objetivo a conseguir a toda costa.

No es que no podamos decir nunca a nuestros niños que son guapos, es más bien que debemos variar los cumplidos y equilibrarlos con otros, que estén enfocados en su inteligencia, su humor o cualquier cualidad intrínseca a su personalidad. Si actuamos de esta segunda manera, les ayudamos a ver su valía más allá de su apariencia.

Hay que cuidar el mensaje que damos a nuestros hijos sobre su aspecto. - michaeljung

No critiques tu aspecto físico delante de ellos

Los niños son esponjas y escuchan también (¡o sobre todo!) cuando pensamos que no. Imaginemos que son como extraterrestres que acaban de llegar a un planeta desconocido. No saben las costumbres ni los usos de la lengua. Para aprender, observan y replican todo lo que ven.

Si les vamos diciendo que son perfectos y guapos, pero nos escuchan criticarnos, esta contradicción crea una disonancia que les enseña a criticarse a ellos mismos también. Entienden que esa es la normalidad, hablarse mal a uno mismo y estar insatisfecho con su apariencia, aunque los demás les digan que es perfecta.

En el 2016, un estudio de la doctora Marisol Pérez de la Fundación Hogg para la salud mental enseñó que las niñas que habían sido expuestas a las autocríticas de su madre relacionadas con su peso, entre los 5 y 7 años, tenían 70 % de probabilidad de desarrollar patrones de control obsesivo con la comida.

Háblale de salud y no de peso

Es común que los niños prefieran los dulces a las verduras. Para convencerles de cambiar hábitos, puede ser tentador decirles que engordarán si siguen comiendo tanto dulce.

Sin embargo, en vez de enfocarse en los peligros estéticos de comer mucho azúcar, es de suma importancia educarlos acerca de cómo cuidar de sus cuerpos como de un templo. Se puede hacer con metáforas, explicándoles que son como auténticos magos guardianes y que existe una fuente de energía mágica en su interior, que necesita de ciertos alimentos para desprender todo su poder.

Los pequeños tienen la increíble habilidad de convertir cualquier situación en un mundo de juego y fantasía. El simple acto de transformar la comida en un juego emocionante puede hacer que estén más dispuestos a probar cosas nuevas, en vez de usar el miedo para influenciarlos.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar