Debido a la denominada doble excepcionalidad y a que algunas características son compartidas, se puede llegar a confundir el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) con las altas capacidades intelectuales. Las dos cuestiones, que son de origen neurológico, son compatibles; es decir, se pueden dar en la misma persona, pero también puede ocurrir que se crucen. Que lo uno parezca lo otro y viceversa. Y hay matices en la comparación de actitudes concretas que pueden ayudar a diferenciar ambas cuestiones a personas que no sean expertas en ello. Sobre todo, a las familias.
En el libro Altas capacidades. Comprensión y desarrollo del potencial, Alba de Mingo, Maque Salcedo y Blanca Santiago aportan una tabla comparativa muy interesante entre el TDAH y las altas capacidades intelectuales. Es interesante porque es clara, concisa y didáctica para quienes no sean psicólogos ni docentes especializados en la materia. La mayoría de adultos con hijos pequeños que muestran pistas de que hay algo distinto en ellos a la mayoría de niños y niñas no son expertos. Algunos, de hecho, no saben nada de TDAH o altas capacidades, y tampoco tienen por qué saberlo. La mayoría (me incluyo), empezamos a ponernos las pilas, documentándonos sobre ello, a raíz de descubrir que convivimos con ello (en mi caso, las altas capacidades de nuestra hija mayor, como te conté aquí).
Dicen Alba de Mingo, Maque Salcedo y Blanca Santiago, que en el libro recogen información teórica con evidencia científica y práctica sobre las altas capacidades intelectuales, y hacen también un diagnóstico de la situación en España sobre esta condición neurológica que tiene el 10% de la población, que “hay muchos niños mal diagnosticados (y medicados) como TDAH cuando en realidad se trataba de una alta capacidad no atendida”.
Las autoras señalan que “hay rasgos comunes que pueden llevar a este error a la hora de evaluar la condición del alumno”. Y citan el caso de los niños y niñas muy activos, de los que puede confundirse confundirse con hiperactividad lo que en realidad es velocidad motriz o una alta capacidad física que necesita expresarse. “Ambos perfiles suelen tener baja puntuación en las pruebas de velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo, lo que puede llevar a confundir las dos condiciones”, apuntan.

Esto último es otra de las características similares con un origen distinto: en la alta capacidad se debe “a que procesan mucha más información y para ello necesitan más tiempo”, algo que no ocurre en el TDAH, explican Alba de Mingo, Maque Salcedo y Blanca Santiago.
Ejemplos concretos que diferencian TDAH y altas capacidades
En el citado libro Altas capacidades. Comprensión y desarrollo del potencial, Alba de Mingo, Maque Salcedo y Blanca Santiago proponen una comparativa de conductas concretas de los menores con TDAH y los que tienen altas capacidades (ojo, que no tienen ambas condiciones, que también es posible que ocurra).
Son seis conductas concretas que compartimos contigo a continuación por si pueden ayudarte a disipar tus dudas al respecto de ambas condiciones neurológicas. Como vas a comprobar, en muchos casos son pequeños matices, por lo que ante la duda siempre es conveniente comunicarte con el equipo de orientación del centro educativo o con un gabinete psicológico especializado en la infancia:
- Atención: los menores con TDAH presentan una pobre atención sostenida en casi todas las situaciones. Los menores con altas capacidades pueden presentar pobre atención debido al aburrimiento, y ensoñación en situaciones específicas.
- Persistencia: en el TDAH existe una baja persistencia en tareas que no tienen consecuencias inmediatas. En las altas capacidades, hay una baja tolerancia a perseverar en tareas que les parecen irrelevantes.
- Pensamiento: en el TDAH se produce una impulsividad y escasa habilidad para proponer la gratificación. En cambio, en las altas capacidades, lo que ocurre es que el pensamiento va más rápido que el juicio.

- Regulación emocional: los menores con TDAH tienen dificultad para regular o inhibir conductas en contextos sociales. Los niños y niñas con altas capacidades pueden presentar conductas desafiantes con la autoridad por su intensidad y sobreexcitabilidad.
- Actividad: los niños y niñas con TDAH son más activos que el resto de sus iguales, y los peques con altas capacidades presentan un alto nivel de actividad (o no) y pueden necesitar menos horas de sueño.
- Normas: el TDAH se asocia según las autoras a la dificultad para aceptar normas y límites. Las altas capacidades, por su parte, se asocian con la capacidad para cuestionar dichas normas, costumbres o tradiciones.