“No me rindo” es el título del segundo libro de Cecilia Blanes en el que Darío es un niño con dislexia que no quiere ir al colegio porque no se siente comprendido ni apoyado, pero no se rinde y pasa del desánimo y la tristeza a la ilusión y la alegría a lo largo de la historia.
Cecilia también tiene dislexia que no es una discapacidad sino un trastorno del lenguaje que tiene un origen neurobiológico y que afecta sobre todo a la lectura y a la escritura, como ella misma señala “con la dislexia hay que utilizar algunos trucos para aprender pero siempre se llega a la meta”, lo mismo que pasa cuando se detecta la discalculia o se requiere de un aprendizaje auditivo y menos convencional, son peculiaridades que no discapacidades.

Su propia experiencia le ha servido para escribir este su segundo libro, animada por su madre y su editora, dos de sus grandes apoyos en esta faceta suya de escritora.
“En general te encuentras no comprendido pero si hay una profesora o un amigo que te motiva para mejorar o salir adelante, ya vas con otra ilusión y otra alegría. Tienes a veces que tropezar mucho pero siempre adelante, porque en el camino te puedes encontrar a alguien que te abra puertas.”
Una dificultad añadida
Se estima que el 10% de la población española tiene dislexia, según lo señalan los datos que manejan en la Plataforma Dislexia, la federación de asociaciones de dislexia que existe en el país, pero solamente un 33% de los niños que presentan dislexia reciben la atención profesional que necesitan.
“Mis padres fueron los que detectaron que yo tenía dislexia y se empeñaron en enseñarnos a estudiar a mí y a mis hermanos”, comenta Cecilia sobre su propia experiencia personal al respecto, “mis padres se involucraron en que leyéramos, hacíamos dictados y nos enseñaban técnicas para que pudiéramos aprender. No eran expertos en dislexia, fueron averiguando estrategias, investigando, asegurándose y leyendo.”
Sin saberlo seguro que los padres de Cecilia consiguieron detectar los síntomas más comunes de la dislexia y les plantearon distintos ejercicios para trabajar en casa esa peculiaridad que presentaban sus tres hijos y que dificultaba su aprendizaje.
Con la intención de concienciar a los adultos pero también a los niños, de la realidad que viven las personas con dislexia es con la que Cecilia Blanes Abásolo se ha embarcado en escribir este libro que cuenta con las ilustraciones de Emma Rabat y que además, parte de sus beneficios van a ir destinados a distintas organizaciones que trabajan en distintos proyectos solidarios.
“Los niños disléxicos o con TDAH no son ni vagos ni tontos, avanzamos lentamente, a nuestro ritmo pero avanzamos, marcando unas metas dentro de unas posibilidades”, esta es una de las ideas que Cecilia se empeña en dejar claro en sus presentaciones y las charlas que está planteando en colegios para presentar “No te rindas”, su nuevo libro. Quiere que las personas que no tienen dislexia sientan lo mismo que las personas que sí la tienen que vean lo que necesitan los alumnos con dislexia, busca hacerles ver “cómo se siente un disléxico, que vean la dificultad de sus compañeros y que los valoren un poco más. Convertir al público en disléxicos para que el oyente sienta mejor cómo te sientes tú.”
La fábula de la tortuga y la liebre es una de sus favoritas para explicar a niños y adultos lo que representa y cuáles son los efectos de la dislexia durante la etapa escolar porque como ella misma reconoce “para el trabajo no me ha afectado la dislexia, una vez que te explican cómo es tu trabajo, tú vas cogiendo el ritmo, pones toda la ilusión y adelante.”
Su consejo es muy claro “que no se rindan, hay que ir a por todas, los momentos más molestos o tensos me han permitido crear un caminito que me ha abierto una puerta mejor. No te rindas.”

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