“Es una especie de dislexia con los números”, explicaba este conocido actor en una entrevista en la que reconoció que él mismo tiene discalculia, una dificultad del aprendizaje relacionada con las matemáticas y los números, un trastorno neurológico que afecta al aprendizaje matemático y dificulta la realización y la comprensión de las operaciones con números.
Para las personas con discalculia, las matemáticas pueden ser una fuente constante de frustración y un motivo continuo de desarrollar ansiedad, lo que tiene sin duda un impacto significativo en su vida diaria.
Personas tan conocidas y tan exitosas en su carrera profesional como por ejemplo la cantante Cher, reconocían que la discalculia fue una dificultad durante su infancia que afectó negativamente su etapa escolar.
¿Qué pasa en un cerebro con discalculia?
El cerebro de una persona con discalculia es incapaz de resolver un cálculo mental o puede llevarle mucho más tiempo de lo habitual el conseguir resolverlo.
Es una de las conclusiones a las que ha llegado el neuropsicólogo cognitivo Brian Butterworth, una de las personas que más ha investigado sobre la discalculia y la cognición numérica en general.
Estamos hablando de una dificultad de aprendizaje que se calcula que afecta a entre un 5% y un 7% de los escolares de educación primaria, en parte por la genética y en parte como ha propuesto el propio Butterworth, por los caprichos del desarrollo del cerebro que provocan que las redes neuronales de las personas con discalculia sean diferentes a las del resto.
Es verdad que es menos frecuente que la dislexia pero forma parte de este mismo grupo de Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA) que puede llegar a detectarse ya en la edad adulta sin que hayan sido valoradas y tratadas convenientemente durante la niñez.

¿Cómo saber si mi hijo la tiene?
Lo primero que hay que tener claro es que la discalculia no es el resultado de falta de esfuerzo por parte del niño o la niña. Se trata de una alteración neurológica específica que afecta al razonamiento numérico.
No se suele diagnosticar hasta que el niño o la niña no empieza la educación primaria, a partir del segundo curso es cuando comienza a detectarse porque es cuando se necesita trabajar más la abstracción en las matemáticas y la materia se complica un poco más.
Los especialistas hablan de que hay unas señales, unos comportamientos, que pueden despertar nuestras sospechas de que existe la posibilidad de que tengamos esta dificultad específica de aprendizaje siempre que nuestros hijos tengan estos comportamientos:
- Que a partir de 3º de Educación Primaria, veamos que el niño o la niña sigue utilizando los dedos para contar.
- Que su rendimiento matemático está por debajo que el de sus compañeros de clase, por lo menos el equivalente a dos cursos por debajo.
- Que a pesar de dedicar las que podrían ser suficientes horas de estudio de matemáticas, sus resultados no son los esperables.
¿Qué se puede hacer?
Hay distintas metodologías que se plantean para abordar la discalculia, cada una se enfoca de una forma personalizada, atendiendo las necesidades del alumno de una forma específica.
Los especialistas recomiendan que se incluya una enseñanza explícita e intensiva con la que se pueda profundizar el sentido numérico de los conceptos matemáticos y los conocimientos más fundamentales.
Es importante trabajar con objetos manipulables, con referencias visuales que consigan una comprensión más profunda de los números por parte del alumno con discalculia.
De hecho, se pueden mejorar las habilidades de cálculo y sobre todo, fortalecer la autoconfianza en el manejo de los números poniendo en marcha distintas técnicas como:
- Contar en voz alta: A modo de primer paso con el que conseguimos reforzar el concepto de los números y su orden. Es un ejercicio muy simple que sin embargo es de gran ayuda para construir una base sólida de las habilidades matemáticas propias de edades tempranas.
- Comprensión de múltiplos: Contar de dos en dos, de tres en tres o de cinco en cinco a modo de juego. Es una manera sencilla y lúdica con la que ir desarrollando poco a poco habilidades más complejas, entrenando la mente para buscar nuevas relaciones entre los números que hagan más fáciles las sumas y posteriormente las multiplicaciones.
- Juegos de mesa y de cartas: Todos aquellos que lleven implícito contar, sumar o restar (el parchís, la escoba, el uno,...) pueden ser muy valiosos a la hora de practicar habilidades matemáticas de una manera lúdica y divertida. Son actividades que relajan el ambiente y sirven no solo para aprender sino también para desarrollar habilidades en torno a la resolución de problemas o la toma de decisiones.

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