La educación positiva y el método Montessori van de la mano, pero no son exactamente lo mismo. Muchos papás y mamás no expertos en educación se preguntan cuáles son las características, si las hay, que diferencian a ambos conceptos, que tienen muchas cosas en común pero no son lo mismo.
Hace pocas fechas te contamos las principales diferencias y similitudes de dos métodos educativos que se tienen algunos lazos en común: el método Montessori y el método Waldorf. Ahora hacemos lo propio con uno de estas dos metodologías educativas, Montessori, y la disciplina positiva, con la que a menudo se confunde al primero.

Es normal que así ocurra porque son muchas las personas que tienen formación en disciplina o educación positiva y en la metodología Montessori. Es el caso de Liuben Orellana, guía Montessori y certificada en Disciplina positiva. Orellana defiende que ambos conceptos van “muy de la mano”.
El método Montessori, explica, aboga por “darle autonomía al niño aprovechando los periodos sensibles, haciéndoles participar en actividades de vida práctica como como limpiar, cocinar, u ordenar”. También actividades al aire libre como estas cinco recomendadas por un colegio Montessori.
La disciplina positiva, por parte, “afirma que para ganar la colaboración del niño creando conexión, él necesita sentirse importante y que pertenece a una familia”. Para ello, remata la especialista, la disciplina positiva pasa por “involucrar al niño en todas las actividades posibles en casa”. Por supuesto, añade Orellana, “no funciona si hay gritos” de por medio.
Esta explicación de la guía Montessori y disciplina positiva es la respuesta a si ambos conceptos son lo mismo: se dan la mano porque ambas plantean poner al niño en el centro de la educación y de su proceso evolutivo pero no lo son.
Y no lo son porque tienen orígenes distintos: el método Montessori fue creado por la pedagoga italiana María Montessori a finales del siglo XIX y la disciplina positiva es un modelo de crianza y educación vinculado al psicoterapeuta austríaco Alfred Adler, a principios del siglo XX.

Ambos métodos, como decíamos, comparten numeroso detalles de sus respectivas filosofías, pero la disciplina positiva tiene como pilates el respeto y la cooperación, de ahí que involucrar al menor en la vida de la familia —eso implica hacerle partícipe de las decisiones que se toman, por ejemplo— sea la forma más eficaz de aplicar este tipo de educación. Por su parte, la filosofía Montessori apuesta sobre todo por potenciar la autonomía del menor en un entorno experimental controlado en el que el adulto hace solo de guía y acompañante.
Esta última tiene, además, una aplicación más concreta y específica en la educación. Tanto en el ámbito del hogar como en la escuela, de ahí que se hable de juguetes que nunca compraría a su hijo una guía Montessori o de que las actividades solo son Montessori si cumplen ests requisitos. Y qué decir de los colegios y escuelas infantiles: hay centros con distintas líneas de trabajo y valores que pueden tener la disciplina positiva como bandera, pero esto no ocurre con el método Montessori: un colegio o escuela es Montessori o no lo es, sin matices.
Entre otras muchas cosas, es así por la forma de entender la educación del método Montessori, que trabaja de una forma muy concreta en un espacio diseñado para cumplir con los objetivos de la metodología, que incluye el uso de materiales específicos. Hay centros no Montessori que evitan por la educación positiva que pueden tener algún material Montessori, pero no por ellos son colegios o escuelas infantiles que se rigen por los ideales de María Montessori. Al menos no de manera completa.

Y, por último, también cabe recalcar como diferencia entre el método Montessori y la disciplina positiva el papel del adulto. En el caso de esta último, el adulto acompaña a la hora de buscar soluciones de una forma más activa que en la metodología Montessori, que prioriza desde edades muy tempranas que el niño sea autónomo en su proceso educativo.
Dicho de otro modo, un papá o mamá protector con su hijo, que limita esa autonomía del menor de forma consciente o inconsciente, puede educar en positivo, ayudando a su hijo o hija a encontrar respuestas y sumar recursos, pero sí una familia sigue la metodología Montessori hay que dar continuidad en casa a lo que se hace en la escuela que han elegido para sus hijos, y eso pasa por preparar el entorno de la mejor forma posible para que a través de la exploración y del trabajo con materiales sea el niño o niña quien los encuentre.