La adolescencia es “la etapa”. Aunque todas, dentro de la crianza, tienen su importancia y sus características propias, es la adolescencia la etapa que está en boca de la mayoría de adultos que son padres. Tanto de los que ya han pasado por ella como de los que están ello. Y eso hace que, inevitablemente, también esté en la cabeza de los progenitores cuyos hijos e hijas todavía no han entrado en ella.
Si es tu caso y te preguntas qué puedes hacer para ayudar al menor a encarar mejor este cambio de etapa hacia la adolescencia, puedes empezar por el siguiente ejercicio: comprobar qué hábitos esenciales ha adquirido tu hijo o hija durante la niñez.
Nos referimos a hábitos elementales, cuestiones que tienen un impacto tremendo en esta nueva etapa vital que va a comenzar, donde despega definitivamente a nivel social y en lo que respecta a su autonomía personal. Y hábitos que tienen continuidad en la vida adulta una vez complete la adolescencia.
Hábitos a adquirir antes de la adolescencia
A continuación, hemos condensado los hábitos esenciales que, en nuestra opinión, todo niño o niña debe haber adquirido antes de entrar en la adolescencia. Son hábitos, como verás, variados, tanto por tipología como por lo que conllevan:
- Comunicación y vínculo familiar: es clave haber podido construir una autopista bidireccional para fomentar la comunicación familiar antes de la llegada a la adolescencia. Esto pasa, por supuesto, por regar a diario el vínculo con nuestros hijos e hijas en la infancia.

- Higiene personal: la adolescencia es una etapa de cambios hormonales y crecimiento de las relaciones sociales. La higiene personal es esencial para limitar el impacto que lo primero puede tener en lo segundo. Y lo es también por una cuestión de convivencia y de salud. La ducha diaria, lavarse las manos habitualmente, el uso del desodorante cada mañana, el cuidado de su higiene bucal… Todos estos pequeños hábitos deben haberse adquirido al llegar a la adolescencia.
- Educación sexual: es un tema tabú hasta no hace mucho tiempo en muchas familias durante la niñez, pero si queremos que deje de serlo en la adolescencia, acompañando así a sus nuestros hijos e hijas en esta etapa de descubrimiento a nivel sexual, es esencial habernos comunicado abiertamente con ellos y ellas previamente, haber abierto un canal de comunicación sobre educación sexual con ellos y ellas.
- Alimentación: es complicado que en la adolescencia no se cometan excesos con la alimentación que van en contra de la salud, pero sí habréis ganado mucho terreno en este sentido si vuestro hijo o hija es consciente de lo que significa comer de un modo saludable y por qué es tan positivo como dicen los expertos. No se trata de prohibir, sino de conseguir limitar el impacto de la adolescencia en la alimentación.
- Actividad física: si en la niñez no se adquieren hábitos saludables a nivel físico, es difícil conseguir que un adolescente desarrolle el gusto y el hábito de moverse. No hace falta que sea a través de actividades extraescolares; por ejemplo, podéis inculcar en ellos el gusto por desplazarse en bicicleta a lugares cercanos de casa. Ya habréis puesto un granito de arena.

- Responsabilidad financiera: es bueno ir introduciendo a los niños y niñas en el universo de las “finanzas”. En la adolescencia, ganan autonomía a nivel social, y esto implica llevar dinero encima y ser responsable del mismo. Es importante hacerles entender lo que ello conlleva; que no es ilimitado y que es más importante de lo que parece la gestión del mismo.
- Conocimiento emocional: la educación emocional es clave desde la primera etapa de la niñez, y lo es porque en la adolescencia es fundamental que lleguemos con los deberes hechos. Saber reconocer y expresar las emociones, y disponer de estrategias y herramientas que les puedan ayudar en función de lo que sientan puede marcar la diferencia en esta etapa de la vida.
- Habilidades sociales: no solo con sus iguales, también con los más pequeños y, sobre todo, con los mayores. El respeto, la asertividad, la empatía, la generosidad… Cada familia tendrá su clasificación en orden de importancia, pero hay valores y habilidades sociales que pueden trabajar en su adquisición desde la infancia.
- Responsabilidad individual y autonomía: en el plano personal, en el de los estudios y también a nivel familiar. Es extrapolar lo referido en el punto dedicado a las finanzas a todos los demás aspectos de la vida. Si son personas autónomas y ricas a nivel emocional, aumenta la probabilidad de que el paso a la adolescencia sea mejor que si este tipo de cuestiones no han sido trabajadas ni adquiridas antes. No se trata de que no se equivoquen, ni mucho menos. Se trata de que tengan la opción de equivocarse, pero siempre con nuestro acompañamiento.